23 diciembre 2009

La UE busca soluciones al 'desastre' de la cumbre climática de Copenhague

AGENCIAS - BRUSELAS
Tras las conversaciones de Naciones Unidas en Copenhague que terminaron en lo que la Unión Europea tildó de "desastre", los ministros de Medio Ambiente europeos se reunieron ayer para abordar cuestiones relativas al cambio climático.
El ministro sueco de Medio Ambiente, Andreas Carlgren, aseguró que la cumbre de Copenhague "realmente ha sido un fracaso", aunque no duda de que servirá para aprender de ello. Además, insistió en que lo más importante en estos momentos es asegurar un sistema internacional que tenga en cuenta a todos los Estados, no sólo a los grandes. Finalmente, concluyó afirmando que el sistema de Naciones Unidas es pese a todas sus debilidades el sistema que protege los intereses de los países más pequeños. Esta última cuestión también es apoyada por el ministro de Medio Ambiente alemán, Nobert Röttgen, quien considera que no existe alternativa a Naciones Unidas, la cual debería presentar resultados, aunque esto conlleve un proceso arduo y lento, ya que "a la larga, sin resultados la legitimidad no se puede mantener".
Röttgen señaló que la próxima cumbre climática que tendrá lugar en Bonn (Alemania) durante el mes de junio será un paso importante en las negociaciones para poder alcanzar finalmente un acuerdo en México en diciembre del próximo año, siempre y cuando, como afirma el ministro alemán, se tomen "nuevos planteamientos" puesto que "es imposible seguir así". Para ello plantea la importancia de atenerse a una política climática ambiciosa entre otros motivos para la protección medioambiental, pero también "porque nuestro capital lo conforman nuestra posición a la cabeza de tecnologías punteras y nuestra credibilidad política".
Del mismo modo, citó países como Japón, Australia y Corea; los cuáles considera importantes para tejer una alianza con socios que al igual que la Unión Europea desean llevar a cabo una protección climática eficaz.
Todo esto demuestra que los países miembros de la Unión Europea buscan una salida a las cuestiones no resueltas en Copenhague. Por ello, se han propuesto soluciones como la introducción de un nuevo impuesto que grave bienes procedentes de países con legislaciones demasiado flojas en materia de cambio climático o con un compromiso por parte de la Unión Europea para recortar aún más las emisiones y convertirse de este modo en referente de países como Estados Unidos.
A pesar de que el acuerdo alcanzado en Copenhague fue calificado por muchos observadores como insuficiente y decepcionante al no incluir los objetivos de reducción de los países industrializados recomendados por los científicos, ni metas a largo plazo para el conjunto del planeta, la India, que según los expertos, es uno de los países más contaminantes del mundo, consiguió su objetivo de que no hubiera un acuerdo vinculante sobre la reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero en la conferencia, según se jactó el ministro indio de Medio Ambiente Jairam Ramesh durante su intervención ante el Parlamento. Por tanto, "los objetivos de la India se han visto plenamente cumplidos", e insistió en que los países ricos son históricamente responsables del calentamiento climático y por ello deben financiar los esfuerzos de los países desarrollados. El ministro también dedicó una parte de su intervención a la acción india contra el cambio climático, y apostó por marcar una "hoja de ruta detallada para una estrategia de bajo crecimiento de carbón" en el próximo plan quinquenal, que comenzará en el año 2012.


DIARIO DE CADIZ, Miércoles 23 de diciembre de 2009

El pesimismo nunca cambió nada

ÁNGEL CANO GARCÍA HIDALGO

Vuelvo de Copenhague. ¿Decepción? Sin duda. ¿Fracaso? Matizable. Se ha firmado una declaración de intenciones que está muy lejos del acuerdo ambicioso, justo y jurídicamente vinculante que necesitamos, pero, ¿qué queríamos? ¿Cambiar el mundo en 15 días? La trascendencia del texto de partida era enorme, la crisis climática también es económica, alimentaria, energética y de valores. Nos estábamos jugando enormes intereses económicos y nuestro futuro como especie. No se podía firmar cualquier cosa.
Creo que es mejor lo que ha sucedido que haber firmado un mal acuerdo. Además, ha habido avances muy importantes. Se debería haber llegado a objetivos de reducción de gases y a acuerdos jurídicamente vinculantes, son fundamentales y urgentes. Pero no nos quedemos ahí, el pesimismo nunca cambió nada.
Lo primero ha sido llegar a un consenso mundial que no existía. A pesar de los obstáculos, el proceso ha demostrado la importancia de la ONU como foro democrático global de debate, con miles de delegados y observadores garantizando la transparencia de las negociaciones. Y es inevitable que, aunque todos participen, las grandes potencias tengan mayor peso. Al final, todos se han comprometido a impedir un incremento de temperatura superior a dos grados, a reducir las emisiones en el marco de un desarrollo sostenible, a dar recursos a los países pobres para que detengan la deforestación, un logro fundamental para proteger la biodiversidad. Además, asumen que habrá impactos futuros y sus costes. Por fin, la defensa del clima ha unido a todos los países en pro del beneficio común, acaparando el interés de medios de comunicación, clase política y económica, en todo el planeta. Si en 1997, en Kioto, sólo estuvo el anfitrión japonés, en Copenhague todos los grandes líderes han estado presentes y han dado su palabra al mundo. Ni es poco ni hay vuelta atrás.
Segundo, la afirmación de que "el cambio climático es uno de los más grandes desafíos de nuestro tiempo y que hay que reducir los gases de efecto invernadero para prevenir peligrosas interferencias de origen antropogénico en el clima" es la aceptación definitiva. Pocas recomendaciones científicas se han situado entre las prioridades de la agenda política. Representa el mayor éxito de la causa verde, de miles de ONG, de los autores de los informes del IPCC y de Al Gore y su "verdad incómoda". Sin sus eficaces llamadas de alerta no estaríamos ahora planteándonos cómo salvar el mundo. Esta constatación debe hacer reflexionar a los que aún se empeñan en negar las evidencias o atacar al mensajero. Este asunto lo debemos solucionar entre todos, sin demora, sin excusas.
Tercero, se ha hablado poco del ineficaz mercado de emisiones y de la necesidad de un cambio de modelo de consumo. Sin embargo, la presencia de grandes corporaciones demuestra que el mercado ve rentable sumarse al cambio, algo fundamental.
Por otra parte, en Klimaforum, la cumbre paralela, público y especialistas reclamaban un nuevo paradigma, querían cambiarlo todo ya. Pero debemos ser conscientes de que una gran parte de la sociedad aún desconoce o rechaza lo que representa el cambio climático y sin la complicidad de todos el cambio no será posible. Es vital que los Gobiernos informen adecuadamente a sus pueblos. Cuando la gente comprende que el actual sistema deteriora nuestro entorno, limita nuestros recursos y pone en peligro nuestra sociedad, inmediatamente se pregunta ¿qué puedo hacer para cambiar? Hay que transformarlo todo si queremos que nuestros descendientes tengan oportunidades y un clima amable. Debemos trabajar todos unidos y tomar las medidas adecuadas. Si quieres llegar antes, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado. Copenhague ha sido un éxito porque ha puesto las cartas sobre la mesa y todo el planeta ha aceptado jugar. Lo que ocurre es que el juego es estratosférico, y tendremos que echar muchas manos para jugarlo bien.
Prepárense, la próxima cumbre será la definitiva.

Ángel Cano García-Hidalgo es responsable de Comunicación de The Climate Project Spain.
EL PAÍS, Miércoles 23 de diciembre de 2009

La indigestión de Copenhague

JOSE REINOSO / AGENCIAS - Pekín / Bruselas -
Al mundo le cuesta digerir el fracaso de la Cumbre sobre Cambio Climático de Copenhague. Todos los países echan balones fuera y se culpan unos a otros de no haber logrado un acuerdo vinculante para actuar con decisión contra el calentamiento. Si anteayer la secretaria española de Medio Ambiente, Teresa Ribero, acusó a Estados Unidos de dejar de lado a la UE, ayer alzó la voz el país más contaminante del planeta, China. Pekín reaccionó con ira a unas declaraciones del ministro británico de Cambio Climático, Ed Miliband, y acusó a Reino Unido de querer sembrar la cizaña entre los países pobres sobre el resultado de la cumbre.
En un artículo de opinión publicado el domingo pasado en The Guardian, Miliband dijo que Pekín había "secuestrado" la cumbre al haber rechazado que el tratado fuera vinculante y haber impedido que se incluyeran reducciones cuantificadas de las emisiones de CO2. "No logramos un acuerdo sobre el 50% de recorte en las emisiones para 2050 o el 80% de reducción para los países desarrollados. Ambos fueron vetados por China, a pesar de que tenían el apoyo de una coalición de países desarrollados y la inmensa mayoría de los países en vías de desarrollo", escribió Miliband. "No podemos permitir de nuevo que negociaciones en puntos fundamentales sean secuestradas de esta forma", afirmó el ministro.
Jiang Yu, portavoz de Exteriores china, no se mordió la lengua en su réplica. "Las declaraciones de determinados políticos británicos son claramente un ardid político. Su objetivo es desviar las responsabilidades hacia los países en desarrollo y provocar la discordia entre éstos", dijo. El ministro de Exteriores, Yang Jiechi, aseguró que las negociaciones han producido "resultados importantes y positivos", al empujar a las naciones ricas a dar pasos para recortar las emisiones y comprometer ayuda económica y tecnológica a los países pobres para luchar contra el calentamiento.
El acuerdo de Copenhague fue decidido, esencialmente, en una reunión entre el presidente estadounidense, Barack Obama; el primer ministro chino, Wen Jiabao, y líderes de India, Brasil y Suráfrica. El pacto fija el compromiso de limitar la subida de la temperatura del planeta a dos grados, pero no da cifras de emisiones para 2020 y 2050.
China lo respalda. Wen dejó bien claro en el cónclave que la prioridad absoluta para Pekín es "el desarrollo económico y la eliminación de la pobreza", y que la lucha para que la temperatura no suba más de dos grados, como piden los científicos, "es un objetivo a largo plazo". Apoya también el texto final India: "Nuestro interés no sólo ha sido protegido sino fortalecido", resumió el titular de Medio Ambiente, Jairam Ramesh.
Lo curioso es que uno de los países que se sentó en la mesa en la que se gestó el pacto, Suráfrica, ha acabado por desmarcarse. "Para nosotros es definitivamente inaceptable", dijo ayer la ministra de Asuntos Ambientales, Buyelwa Sonjicael, quien añadió que había considerado retirarse de la reunión, pero finalmente decidió no hacerlo tras consultar con otros países africanos.
Los lamentos por el desenlace de Copenhague se sucedieron ayer por todo el mundo. También Europa expresó su decepción de forma contundente. El ministro sueco de Medio Ambiente, Andreas Calgren, presidente de turno, calificó de "desastre" y "gran fracaso" la cumbre. "Vamos a discutir cómo continuar las negociaciones y cómo llegar más lejos", anunció. En la misma línea se expresó el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos. En el Gobierno descartan que se logre un acuerdo internacional vinculante sobre cambio climático antes de finales de 2010.
Mientras tanto, hay quien ha decidido pasar a la acción. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, ha propuesto una reunión con los países que albergan las mayores regiones boscosas (Amazonia, Siberia, Indonesia y Congo). Curiosamente, la misma idea que ha tenido Noruega, que va a convocar a Brasil, Indonesia, Papúa- Nueva Guinea, Guyana y Gabón.
EL PAÍS, Miércoles 23 de diciembre de 2009

22 diciembre 2009

España acusa a EE UU de apartar a la UE para rebajar el pacto de Copenhague

RAFAEL MÉNDEZ - Madrid -

La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, hizo ayer un ejercicio de equilibrismo en su primera evaluación del acuerdo de Copenhague. "Les recomiendo que lean el texto despacio para encontrar las luces", explicó a representantes del sector energético reunidos por el Club de la Energía. Ribera, que no aceptó preguntas, criticó la reunión a puerta cerrada sin la UE en la que los líderes de EE UU, China, India, Brasil y Suráfrica cerraron el acuerdo a la baja: "El único sitio al que no se nos invitó fue a aquel en el que se iba a rebajar el acuerdo".
Ribera, que negociará la puesta en marcha del acuerdo en la UE al asumir España la presidencia europea, defendió el papel de los Veintisiete: "Todo lo que hay es fruto directo de la presión constante y del compromiso de la UE. En el texto reconocerán las posiciones más importantes de la UE". Y apuntó a que la rebaja final no es achacable a Europa: "Pertenece a una reunión que sobre la marcha organizaron algunos de los países emergentes con el presidente de EE UU". Por la mañana, la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, sorprendió al afirmar que "la UE ha estado en todo momento en las mesas de reunión en las que se ha elaborado el texto".
Ribera admitió que el acuerdo está "por debajo de las expectativas": "No existe referencia a la reducción de emisiones en 2050 ni un mandato para convertir el acuerdo en un tratado internacional vinculante". Pese a todo, explicó que hay luces en el Acuerdo de Copenhague, como la mención a que la temperatura no debe subir más de dos grados y el "compromiso de los países emergentes" con "un control internacional reforzado respecto al actual".
La jefa de la delegación española pidió "extraer lecciones sobre la forma en que se han llevado a cabo las negociaciones y el nivel de eficacia de la ONU en este proceso". Las críticas a la negociación crecen, ya que en la ONU todo se aprueba por consenso y un gobierno de Hugo Chávez no debe bloquearlo todo, como hizo el último día durante 10 horas.
Los representantes de las empresas energéticas españolas se mostraron defraudados. "Un acuerdo voluntario e impreciso no es la señal más clara para los mercados y los inversores", afirmó Magdalena García, de Acciona. Jesús Abadía, de Endesa, coincidió en que "es muy grave que no aparezca un objetivo de emisiones para 2050, porque las empresas necesitan un horizonte despejado" para planificar. Javier Martín, de Repsol, afirmó: "Asusta la incertidumbre regulatoria".
Mientras, el director de Greenpeace en España, Juan López de Uralde, seguía ayer incomunicado en una prisión danesa por colarse hasta la cena de gala de los jefes de Estado con una pancarta en la que pedía a los politicos que actuaran. Greenpeace espera que hoy el tribunal vea su apelación. De Uralde ha sido visitado dos veces por un diplomático español.
EL PAÍS, Martes 22 de diciembre de 2009
Imagen: El País

Los ministros de Medio Ambiente de la UE se reúnen mañana tras el fiasco de las negociaciones en Copenhague

BRUSELAS, 21 Dic. (EUROPA PRESS) -
Los ministros de Medio Ambiente se reúnen mañana en Bruselas en plena resaca tras el fiasco que para muchos ha sido la conferencia contra el cambio climático y que el pasado sábado terminó en Copenhague con un acuerdo de mínimos sin compromisos vinculantes.
Consciente de que el acuerdo alcanzado está "bien lejos de lo esperado", la presidencia sueca de la UE pretende iniciar este mismo martes la reflexión sobre los fallos de la negociación y los pasos a seguir para un pacto vinculante que sustituya al Protocolo de Kioto a partir de 2013.
El propio presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, reconoció el pasado sábado que el acuerdo no cumple las expectativas de la Unión Europea y que es decepcionante, pero advirtió de que "este acuerdo es mejor que no tener acuerdo".
A partir de ahora los Veintisiete deben comenzar la reflexión sobre los pasos a seguir de aquí a la próxima gran cita sobre el clima, en noviembre de 2010, en México. Antes, en el mes de junio se celebrará en Bonn (Alemania) una reunión auspiciada por Naciones Un idas pero a nivel técnico.
Desde la Comisión Europea insisten en defender el papel de liderazgo ejercido por la Unión Europea durante las negociaciones y rechazan que quedara apartada en el tramo definitivo cuando Estados Unidos, China, India, Sudáfrica y Brasil acordaron la base del texto. El acuerdo final contiene "muchas ideas traídas directamente de la propuesta europea", insisten fuentes comunitarias.
Sin embargo, fuentes diplomáticas consultadas consideran que Estados Unidos y el grupo de economías emergentes sí "dejaron de lado" y "engañaron" a los representantes de la UE en Copenhague, liderados por un presidente de turno, Fredrik Reinfeldt, que "desapareció" a mitad de negociaciones.
El acuerdo del que finalmente la Cumbre del Clima "tomó nota" fija la financiación a corto plazo para ayudar a los países pobres a combatir el clima (30.000 millones de euros entre 2010 y 2012), aunque no aclara las fuentes de dicha financiación. También se refiere a un fondo a largo plazo de 100.000 millones anuales a partir de 2010.
Las cifras de los compromisos de reducción de emisiones de CO2 de los países ricos y las acciones voluntarias de mitigación de los países en desarrollo quedaron relegados hasta principios de 2010.
A la reunión presidida por el ministro sueco de Medio Ambiente, Andreas Carlgren, asistirá la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, quien presentará "a grandes rasgos" el programa de trabajo de la presidencia de turno española, que comienza el próximo 1 de enero.
EUROPA PRESS, Lunes 21 de diciembre de 2009

Copenhague decepciona al mundo

París.- El acuerdo mínimo que resultó tras la conferencia sobre el cambio climático en Copenhague ha sido criticado alrededor del mundo por ser elaborado a puerta cerrada por un puñado de potencias ricas y emergentes que marginaron a los países en desarrollo y asestaron un golpe a la Organización de Naciones Unidas (ONU), al no fijar compromisos vinculantes.
El documento final reconoce la necesidad de contener el calentamiento global en dos grados, respecto a la era preindustrial. Sin embargo no se estipulan plazos ni garantías de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, dijo AFP.
En materia económica el texto estipula una ayuda inmediata de 30.000 millones de dólares en un período de tres años (2010-2012) para los países en desarrollo y una meta progresiva de 100.000 millones anuales a alcanzar en 2020.
Trabajo duro
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que su organización tiene mucho trabajo que hacer en los próximos meses tras el reciente fracaso de la cumbre climática celebrada en Copenhague, apuntó DPA. "Algo aprendí de Copenhague: los políticos estaban unidos en sus objetivos, pero no en sus acciones", dijo Ban, para quien , sin embargo, la cumbre fue un éxito, ya que aunque no se pudo cumplir con todos los deseos de los países participantes se han dado "pasos" en la dirección correcta, señaló.
Ban pidió que los políticos de los estados líderes del mundo concentren ahora "todas sus fuerzas" en alcanzar en 2010 un acuerdo legal vinculante y rechazó las acusaciones de que la cumbre estaba dirigida por los intereses económicos de empresas y países puntuales.
Europa quiere cambios
No todos los políticos se muestran tan optimistas como Ban. Ejemplo de esta inconformidad son los altos funcionarios de la comisión europea quienes pidieron una reforma de la ONU tras el reciente fracaso de la cumbre, en medio de fuertes críticas del Reino Unido contra países emergentes como China por el papel que jugaron.
Los representantes de la Comisión Europea consideran que países productores de petróleo y energía como Venezuela, Bolivia, Nicaragua, y Sudán tenían una estrategia de bloqueo y utilizaron a Naciones Unidas para sus propios fines.
Mientras que el primer ministro británico, Gordon Brown, calificó la cumbre como "caótica". Brown pidió además la creación de una "instancia central" para dirigir futuras negociaciones. "Una de las cosas que me frustraron fue que no hubiera una instancia global con la responsabilidad total de la política medioambiental", agregó.
El ministro de Medio Ambiente de Reino Unido, Ed Miliband, acusó antes a China de haber vetado un acuerdo sobre la reducción de gases de efecto invernadero, con lo que evitó que pudiera firmarse un acuerdo. Según explicó Miliband al diario británico The Guardian, la mayor parte de los países estaban convencidos de que es necesario un acuerdo vinculante para luchar contra el cambio climático. Sin embargo "algunos países emergentes líderes no lo aprueban todavía", apuntó. Miliband también calificó a la cumbre de "caótica" y aseguró que su país no permitirá a las naciones que están en contra de un acuerdo que bloqueen "el progreso global". "No podemos volver a permitir que las negociaciones sobre puntos sustanciales sean secuestradas de esta forma", aseguró el titular de Ambiente.
Prensa inquisitiva
Los medios impresos también se hicieron eco de las críticas ante el acuerdo de Copenhague. "La lucha contra el cambio climático queda congelada", titulaba en portada el diario español El Mundo, mientras que El País acusaba en su primera página a Estados Unidos "de imponer al mundo su ley ante el cambio climático". El presidente estadounidense Barack "Obama resuelve con China la cumbre sin contar con Europa", agregaba el diario español, que en su editorial, titulado "la cumbre parió un ratón", lamentaba que "el acuerdo de mínimos de Copenhague ni siquiera fijara objetivos de reducción de emisiones". El diario francés Le Monde coincidía en señalar que "el acuerdo consagra la marginación de la Unión Europa" y que la reunión "ilustró la creciente fuerza de China". S
erá el año que viene en México cuando las naciones volverán a discutir el clima, con la ambición de que quizás en esta oportunidad se logren avances importantes.
EL UNIVERSAL, Martes 22 de diciembre de 2009

Greenpeace califica de "crimen climático" la Cumbre de Copenhague

EFE
La organización ecologista Greenpeace ha sido muy crítica con el resultado de la Cumbre de Copenhague, a la que se ha referido como un "crimen climático".
Responsables de esta organización han comparecido en rueda de prensa en Madrid para hacer balance de la conferencia de cambio climático, y han hecho público un informe que recoge sus conclusiones sobre esta reunión.
En ese informe, el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, acusa a los líderes mundiales de "no haber hecho su trabajo", y los señala como culpables de que "el resultado de la Cumbre no sea justo, ni ambicioso, ni legalmente vinculante".
La organización considera "débil y poco ambicioso" el acuerdo sobre la reducción de emisiones de los países industrializados, y denuncia que los países desarrollados "no aceptan su responsabilidad en el cambio climático".
Greenpeace cifra en menos del 20 por ciento esta reducción de emisiones, lejos del 40 por ciento que la organización ecologista demandaba, como mínimo, para 2020.
Además, según Greenpeace, el acuerdo se ha alcanzado sin acordar previamente las normas en cuanto a mecanismos de flexibilidad y compensaciones, "dando lugar a lagunas y creando una situación similar a la del Protocolo de Kioto".
En cuanto a la financiación mediante la cual los países desarrollados aportarán dinero a los países en desarrollo para la adopción de medidas de mitigación, adaptación y reducción de la deforestación, el informe habla de falta claridad sobre "de dónde y cómo se obtendrá, sobre todo a largo plazo".
A su vez, Greenpeace lamenta que, al no haberse llegado a un acuerdo para lograr un nivel de deforestación cero en 2020, "es una oportunidad perdida para los bosques y para el clima".


ADN, Martes 22 de diciembre de 2009

Copenhague se cierra con un acuerdo decepcionante

Publicado el 21-12-2009 , por Financial Times
Un acuerdo vacío sería peor que no alcanzar ninguno, dijo la Casa Blanca antes de que Obama viajase a la cumbre de Copenhague. Al final de la cumbre, Barack Obama calificaba el acuerdo de Copenhague –el más vacío que podría imaginarse– de «importante avance». La credibilidad de Obama en su país y en el extranjero es una de las víctimas de este ridículo resultado.
El acuerdo redactado a la carrera por EEUU, China, India, Brasil y Sudáfrica no es más que una declaración de intenciones. Reconoce los argumentos científicos para mantener el aumento de la temperatura global en 2ºC. Pide a los países desarrollados que aporten 100.000 millones de dólares (69.728 millones de euros) anuales hasta 2020 para ayudar a las naciones pobres a cumplir con ese límite, pero sin especificar cuánto pagará cada país y a quién. Parece no comprometer a ninguno de los firmantes a nada.
A muchos países en vías de desarrollo no les gustó este resultado. Europa puede preguntarse por qué se la ha excluido del cuadro. No todos los asistentes a la cumbre se mostraron dispuestos a refrendar esta proclamación vacía.
Cabe preguntarse cómo es posible que una conferencia que culmina dos años de detalladas negociaciones, que se unen a más de una década de conversaciones, pueda haber terminado en semejante caos. Es como si no se hubiera hecho ningún trabajo preparatorio. Faltaba el consenso en los temas más básicos. ¿Estaban o no allí los países para negociar unos límites vinculantes? Nadie parecía saberlo.
Desde el principio, la desorganización fue total. En esto, al menos, la atención a los detalles fue admirable. Los organizadores invitaron al evento a más personas de las que podían ser acomodadas, y quedaron desconcertados cuando llegaron. Los delegados esperaron durante horas bajo un frío glacial, una escena que lo resumía todo. Los organizadores habían planeado la celebración de un nuevo pacto global –pero la fiesta fue un desastre y se olvidaron de conseguir el acuerdo–.
Los gobiernos tienen que entender, incluso si no pueden decirlo, que Copenhague ha sido totalmente inútil. Cuando se atrae la atención mundial con un evento de este tipo, hay que mostrar resultados, de lo contrario, se pierde el impulso político. Declarar como éxito lo que todos saben que es un fracaso resulta poco convincente, y empeora las cosas. El peligro ahora es la pérdida del ímpetu. En el futuro, los gobiernos tienen que respetar la regla de oro de la cooperación internacional: primero el acuerdo, las celebraciones y las fotos para después.
Aparte de eso, ¿qué revela Copenhague sobre los obstáculos para el progreso –y cuál es el mejor medio de superarlos–?
El cambio climático requiere la cooperación global, porque las emisiones globales de gases de efecto invernadero son el desencadenante. La actuación colectiva es esencial. El problema de que unos puedan aprovecharse de los esfuerzos de otros es obvio y hay que abordarlo. Pero el máximo acuerdo, un tratado global con límites vinculantes para las emisiones, va ser extremadamente difícil de alcanzar.
Incluso si existiera la voluntad para hacerlo, obligar a cumplir los límites sería un problema, tal y como ha demostrado ampliamente el protocolo de Kyoto. Si el modelo maximalista puede revivirse a tiempo para la conferencia prevista en México en diciembre del año que viene, estupendo: la clave, sin embargo, es que el progreso no puede subordinarse a ello. Hacen falta un mayor pragmatismo y flexibilidad.
EEUU y China pueden asumir el liderazgo. En Copenhague, la fricción entre ambos fue evidente. Mientras que EEUU pedía una verificación independiente de la reducción de las emisiones, China se resistía a la violación de su soberanía. De hecho, ambos países no son tan diferentes: el Congreso de EEUU muestra tanto celo por la soberanía nacional, y tanta cautela con respecto a las obligaciones internacionales, como China. Ambos países deberían asumir el liderazgo mediante el ejemplo, con las políticas unilaterales de disminución de las emisiones de carbono que ya han sido anunciadas o que están en estudio: el comercio de carbono en EEUU, y medidas para reducir la intensidad de las emisiones en China. El marco internacional no necesita insistir en un acuerdo rígido. Sobre todo, no debería dificultar las políticas que vayan en la dirección adecuada.
A largo plazo, es necesario que todos realicen un esfuerzo similar, pero esto puede evaluarse de muchas formas. El control del precio del carbono es una base para la cooperación mucho menos exigente que los límites vinculantes cuantitativos fijados con décadas de antelación. El marco internacional debería ampliarse para dar cabida a esta forma de coordinación más indulgente. La generosa ayuda para que los países en vías de desarrollo reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero está garantizada, pero debería negociarse por separado. Lo necesario, una vez más, es dividir el problema en partes manejables.
Copenhague ha mostrado los límites del actual enfoque. Es primordial recuperar la cooperación internacional. La mejor forma de lograrlo es exigiendo menos de ella.
EXPANSIÓN, Martes 22 de diciembre de 2009

21 diciembre 2009

Londres acusa a China y a otros países de boicotear la cumbre de Copenhague

AGENCIAS - LONDRES
El ministro de Medio Ambiente británico, Ed Miliband, ha acusado a China, Sudán, Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba de tratar de boicotear el acuerdo en la cumbre sobre cambio climático que se cerró esta semana en Copenhague y que concluyó con un acuerdo de mínimos no vinculante.
En un artículo publicado en el periódico The Guardian, Miliband ha incidido en que unos pocos países no podrán "bloquear el progreso global". "No podemos dejar que las negociaciones sobre los puntos sustanciosos sean secuestradas de nuevo de esta forma", ha denunciado, en alusión a un grupo de países de los que sólo ha citado explícitamente a China.
En este sentido, ha señalado que Pekín vetó cualquier acuerdo en materia de reducción de emisiones pese a que existía un amplio consenso entre los países desarrollados y un apoyo también evidente entre la mayoría de países en vías de desarrollo. De cara al futuro, el ministro británico ha pedido una "gran reforma" del organismo de la ONU que supervisó el encuentro, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
The Guardian ha avanzado que las acusaciones de Miliband se repetirán hoy en boca del primer ministro, Gordon Brown, que pedirá que nunca más se produzca un "estancamiento" en las conversaciones como el vivido en la capital danesa ni que las negociaciones en torno a un pacto global "para un futuro más verde" sean secuestradas "por un puñado de países".
Morales ofrece Bolivia como sede
Por su parte, tras las críticas recibidas, el presidente boliviano, Evo Morales, ha propuesto la celebración de una cumbre sobre clima en su país. El mandatario reclama "una gran movilización internacional para defender el medio ambiente, especialmente del agua". A su juicio, este interés ecológico pasa por convocar una nueva reunión tras el documento"antidemocrático" firmado en Copenhague, por lo que propone el encuentro para el próximo 22 de abril, Día de la Tierra, en la Paz.
En este evento "se propondrán soluciones sobre el cambio climático", anticipa, mostrando su frustración por la falta de consenso en la capital danesa. "Si ahora no tomamos decisiones importantes, dentro de 30 años más nuestros hijos y las próximas generaciones van a tener problemas serios", advirtió. Morales ha explicado que por culpa del calor ya muere gente y, entretanto, "los países capitalistas no quieren cambiar sus políticas para evitar mayor daño a la naturaleza".
Morales apuesta por invertir el proceso y dar al poder a "los pueblos" si las potencias no quieren revertir el calentamiento global.
ABC, Lunes 21 de diciembre de 2009

China celebra el acuerdo de Copenhague y niega pactos secretos con EEUU

Por Agencia EFE
Pekín, 21 dic (EFE).- El Ministerio de Asuntos Exteriores chino calificó de "importante y positivo" el acuerdo logrado en la Cumbre del Cambio Climático de Copenhague, y calificó de "falsas e irresponsables" las informaciones que señalaron a Pekín y Washington como las grandes culpables de que no hubiera un pacto vinculante.
El ministro de Asuntos Exteriores chino, Yang Jiechi, se mostró anoche optimista sobre los resultados de la cumbre, y aseguró que China "continuará trabajando con el resto de la comunidad internacional" para hacer frente a los retos del mundo, incluido el planteado por el calentamiento global.
Mientras el canciller chino pronunciaba estas palabras, en una recepción de Año Nuevo para los diplomáticos en Pekín, su portavoz Qin Gang subrayaba en declaraciones a Xinhua la "transparencia" que China mostró en sus comunicaciones en Copenhague y negaba "pactos secretos" entre Pekín y Washington para salvar la cara de ambos.
"Algunos medios aseguran que el acuerdo no fue transparente porque se alcanzó secretamente entre EEUU y los países BASIC (Brasil, Sudáfrica, China y la India) sin consultar a otros países (...). Son comentarios que no son ciertos, irresponsables y con motivos ocultos", aseguró Qin.
El portavoz aseguró que en las negociaciones, en las que participó el primer ministro, Wen Jiabao, China defendió desde el principio que los países pobres no han de tener obligaciones vinculantes, ya que Pekín opina que la responsabilidad histórica del cambio climático recae en los países más desarrollados.
Qin afirmó que la comunicación de China fue especialmente fluida con el bloque de países menos desarrollados así como las naciones isleñas más amenazadas por el calentamiento global, "y la posición y proposiciones de China fueron ampliamente apoyadas y apreciadas".
La fuente oficial aseguró que el acuerdo de Copenhague es positivo porque mantiene responsabilidades diferenciadas entre naciones ricas y pobres, "da nuevos pasos para la reducción de emisiones de los países desarrollados" y obtuvo consenso en temas como la ayuda financiera y tecnológica.
Qin concluyó señalando que la Cumbre de Copenhague "no es el final, sino un nuevo principio" para la lucha contra el cambio climático.
La cumbre en la capital danesa finalizó el sábado tras maratonianos debates, con un acuerdo de mínimos ofrecido por el presidente estadounidense, Barack Obama, y que según muchos medios de comunicación se "cocinó" en el encuentro que éste mantuvo con el primer ministro chino.
El acuerdo establece ayudas millonarias a los países en desarrollo para que aumenten sus programas medioambientales, y ordena a las naciones ricas que reduzcan emisiones, pero no establece cuotas, por lo que éstas deberán ser decididas en posteriores negociaciones (como las de 2010 en México).
China anunció a finales de noviembre que reduciría su intensidad de carbono (emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB) entre un 40 y un 45 por ciento en 2020 con respecto a 2005.
La medida, si bien no necesariamente se traducirá en una reducción de la polución emitida, sí debería suponer el cambio a modelos de desarrollo más sostenibles en el gigante asiático.
EFE, Lunes 21 de diciembre de 2009

Europa acusa a China del fracaso de Copenhague, pero pide realismo

RAFAEL MÉNDEZ (ENVIADO ESPECIAL) - Copenhague -
La UE ha optado por el realismo para analizar el resultado de la Cumbre del Clima. "Ha sido decepcionante", declaró ayer a Sky News el ministro británico Ed Miliband, el único líder capaz de salvar el acuerdo a las siete de la mañana del sábado tras una noche de discusiones. El principal fallo del acuerdo, dijo, es que no incluye cómo hacer vinculantes los compromisos para lograr contener el ascenso de la temperatura en un máximo de dos grados. En el texto no se establece ni la concentración de CO2 necesaria para lograr ese objetivo, ni el año del máximo de emisiones, entre 2015 y 2020, ni la necesidad de que en 2050 sean la mitad que en 1990. Y Miliband culpó abiertamente de ello a Pekín: "Un pequeño número de países en desarrollo, entre ellos China, no querían un acuerdo vinculante", lamentó. Pero, aún así, lo juzgó un mal menor: "Las alternativas eran: falta de acuerdo o esto".
Miliband expresó en voz alta las impresiones de la mayoría de los delegados europeos en Copenhague. Durante los tres días perdidos por las protestas africanas sobre el procedimiento de diálogo, los negociadores europeos veían detrás una táctica de China, perteneciente al mismo grupo. "Los africanos daban la cara y los chinos estaban muy cómodos callados detrás poniendo palos en las ruedas. Quedabas en una reunión bilateral con ellos para desbloquear el proceso, te decían que sí pero luego no aparecían", resumió en los pasillos uno de ellos.
Los Veintisiete constataron con sorpresa que Pekín llegó a vetar la inclusión de objetivos de reducción de emisiones del 80% en 2050 para los países desarrollados. "Decían que si poníamos eso tarde o temprano se les exigiría a ellos", resumió el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. El resultado final es un texto no vinculante.
Pero Europa, relegada a un papel secundario en la cumbre, está empeñada en resaltar lo positivo del acuerdo. "Aquellos que sólo critican Copenhague se alinean con los que frenan" la lucha contra el calentamiento", afirmó la canciller alemana Angela Merkel, al diario Bild am Sonntag. "Copenhague es un primer paso hacia un nuevo orden climático mundial", señaló. El primer ministro danés, Lars Loekke Rasmussen, presidente de la cumbre, se pronunció en la misma línea: "Un acuerdo es mejor que nada".
Rasmussen ha dirigido la cumbre climática los días clave con una mentalidad cuadriculada, sin cintura ninguna para atraer a los países desarrollados ni autoridad para imponerse, como se vio en la última noche, cuando cinco países sin peso (Venezuela, Bolivia, Niacaragua, Cuba y Sudán) bloquearon durante 10 horas el plenario por su oposición al acuerdo. La representante de Bolivia cuya capital está a 3.000 metros de altura, llegó a decir que lo hacía por el futuro de las pequeñas islas, que sí aceptaban el acuerdo como única opción. El presidente de Maldivas, Mohamed Nasheed, presente hasta el final de la cumbre, les imploró que dejaran de bloquear el acuerdo, ya que con su postura, el llamado bloque bolivariano y Sudán impedían la puesta en marcha del fondo de arranque de 10.000 millones de dólares al año (6.900 millones de euros) a partir de 2010 para los países en desarrollo.
El mejor termómetro del resultado es que Pekín se felicitó ayer por los resultados "positivos y significativos", según el ministro de Exteriores, Yang Jiechi. Pekín cedió ante Obama en la transparencia y aceptó crear un nuevo sistema "internacional de consultas y análisis" que no interfiera en la "soberanía nacional". A cambio de ese sistema aún por definir, limó lo poco que tenía el acuerdo.
La duda que planea entre muchos delegados y observadores es qué va a pasar ahora. El sistema de Naciones Unidas, en el que las decisiones se toman por consenso, parece que ha llegado al límite. Si, como ha ocurrido, los acuerdos se resuelven entre los grandes en una sala a puerta cerrada, en un pabellón tomado por la policía, sin apenas ONG y con el pleno vetado a la prensa, entonces eso se parece poco a la Convención de Cambio Climático de Naciones Unidas y más a la Organización Mundial del Comercio. Oxfam espera que la ONU cambie su sistema de gobernanza para que el consenso no sea imprescindible.

EL PAÍS, Lunes 21 de diciembre de 2009

EE UU se declara vencedor

RAFAEL MÉNDEZ Copenhague
El destino de la lucha contra el calentamiento se ha decidido en una sala cerrada de la primera planta del centro de convenciones de la Cumbre del Clima de Copenhague. Allí, Barack Obama, el chino Wen Jiabao, el brasileño Lula da Silva y el indio Manmohan Singh no sólo acordaron un acuerdo que admitieron como insuficiente.
En esa sala, con poco más de 35 personas, EE UU impuso su ley y logró el cambio de eje de las relaciones internacionales en la lucha con el cambio climático y en el sistema de Naciones Unidas, incapaz de avanzar durante dos años. Los 119 líderes reunidos en Dinamarca regresaron a casa sin foto de familia. Algo, mucho, saltó por los aires en esa sala a puerta cerrada.
Con el pacto promovido por EE UU, a la UE y al resto de países no le quedó más que ratificarlo tras una noche de debate vacío en el que sólo Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán se opusieron para ganar protagonismo.
El Acuerdo de Copenhague siempre fue cosa de dos, China y EE UU.
Hasta tal punto han monopolizado los debates que en uno de los últimos borradores los países escribieron entre corchetes: "Introducir aquí la consideración de EE UU y China". Así figura en el cuarto borrador, junto al punto de cómo el acuerdo permitiría verificar las emisiones de los países emergentes, el punto al que China se opuso.
Así que Obama y Wen, en su segundo encuentro en el día, dieron con la fórmula: los países en desarrollo realizarán su propia "medición, declaración y verificación de sus emisiones", pero a la vez aceptan un sistema de "consultas y análisis internacionales bajo unas guías claras que asegurarán que se respeta la soberanía nacional".
Pekín vetó la palabra verificación como una opción de la ONU. Los recortes de emisiones financiados con dinero internacional -sea un parque eólico o una central hidroeléctrica- sí tendrán control internacional.
El lenguaje es enrevesado como todo en esta cumbre. Leer los tres folios del Acuerdo de Copenhague es sumergirse en conceptos aparentemente vaporosos pero que esconden detrás dos años -desde que en Bali en 2007 se acordó que en 2009 habría un tratado- de enconadas disputadas.
El texto también establece que "el cambio climático es uno de los grandes retos de nuestro tiempo", que "el incremento de la temperatura debería estar por debajo de dos grados" y que las emisiones habrían de tocar techo "lo antes posible". Y todo esto se conseguirá, supuestamente, con objetivos voluntarios de reducción de emisiones que los países presentarán antes de febrero de 2010.
"Científicamente el acuerdo es como una mesa de una sola pata: no se aguanta", resume un negociador. Las rebajas anunciadas, en caso de cumplirse, sólo reducirían un 18% las emisiones de los países desarrollados en 2020, lejos del rango de entre el 25% y el 40% que pidió el Panel Intergubernamental de Cambio Climático. Con las ofertas voluntarias la temperatura subirá unos tres grados, según un informe de la ONU. "El acuerdo no sirve para el objetivo de los dos grados", admitió el presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfelt.
Los textos previos, incluso el acordado en la reunión G-8 del pasado verano o el pactado en Bali en 2007 eran mucho más precisos y pedían una reducción mínima de emisiones del 25%. Pero la Casa Blanca se opuso por poco realista. Europa confiaba en que, al dirigirse al mundo, Obama fuera más allá. "En reuniones informales nos habían dicho que con compensación de emisiones su bajada estaría entre el 26% y el 33%", explicó en los pasillos Josef Matthias Leinen, jefe de la delegación del Parlamento Europeo. Pero Obama, enrocado en elevar la presión a China no se movió de su postura.
En el acuerdo tampoco aparece que en 2050 las emisiones deberían situarse un 50% por debajo de las de 1990. Lo vetó China, como reveló el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Lo más claro es el compromiso de financiación para los países en desarrollo, que permitió a los africanos sumarse al acuerdo.
El resultado no satisface a nadie. Obama, en una breve declaración antes de dejar Copenhague por la puerta de atrás, dijo: "Sabemos que el avance no es suficiente y que queda mucho camino por hacer". El presidente de EE UU, sin embargo, pidió realismo: "Creo que hace falta un tratado (vinculante). Pero esta era la típica situación en la que si hubiéramos esperado a que pasara no habríamos avanzado nada" y criticó a quienes hubieran preferido "dos pasos atrás antes que un paso adelante". Obama, cuyo discurso en Copenhague, fue recibido con una inusitada frialdad por el tono mecánico y tenso de sus palabras. Se defendió de que en el acuerdo todo sea voluntario: "Kioto era legalmente vinculante y a todo el mundo le pareció poco. Es importante avanzar en vez de tener palabras en un papel".
Como no había forma de acordar nada sobre cómo pasar de los objetivos voluntarios a un acuerdo legalmente vinculante en 2010 -como querían la UE y EE UU- la opción fue dejarlo en blanco. El papel no aclara si se prorrogara Kioto, si habrá un nuevo tratado ni cuándo. Simplemente no existe ninguna mención. En busca del consenso para salvar la cara se llegó a situaciones así.
Una vez pactado entre los cinco grandes, Obama anunció que se lo comunicaría "a los europeos" y luego al grupo de 28 jefes de Estado y de Gobierno de todos los grupos que preparaban el texto político.
El sistema de trabajo es el resultado de una inteligente estartegia de EE UU. Obama, con el Nobel de la Paz por el mutilateralismo, envió una delegación de altísimo nivel a la cumbre. Desde la primera semana, el enviado especial de Obama, Todd Stern, dirigió las negociaciones, mucho antes de que llegaran los ministros europeos. Por la cumbre han pasado siete seretarios (ministros) de su Administración, desde Hillary Clinton al premio Nobel de Física y secretario de Energía, Steven Chu.
Pero a la vez, Washington ha conseguido lo que Bush no logró: sacar la negociación fuera del plenario de Naciones Unidas, donde cualquiera de los 193 países puede vetar cualquier acuerdo y eternizar las discusiones. Obama negoció a puerta cerrada, lo entregó al pleno y se fue. Los delegados seguían enzarzados en discusiones sin final y en largos discursos con barrocas formas de cortesía diplomática -"con el debido respeto a esta presidencia y sin socavar su autoridad", y frases similares cuando el avión presidencia aterrizaba en Washington.
Bush intentó crear un foro paralelo a la ONU en el que las grandes economías se pusieran de acuerdo para, de forma voluntaria, afrontar el cambio climático. Fracasó. Igual que ha ocurrido en Copenhague pero dentro de un edificio de Naciones Unidas.
"Lo ocurrido, el pacto a puerta cerrada refrendado por la ONU, tendrá enormes cnsecuencias, no solo para la Convención de Cambio Climático, sino para todo el sistema de Naciones Unidas. Vamos hacia la Organización Mundial del Comercio donde todo se decide a puerta cerrada", lamentó resignado ayer por la mañana, después de más de 24 horas sin dormir, Kim Carsten, de WWF, uno de los únicos 300 miembros de ONG autorizados a entrar los últimos días de la cumbre. "Si la UE ha eliminado la unanimidad porque no sirve para 27 países con intereses comunes, ¿cómo va a servir para la ONU?".
El problema es que el espectáculo que ofreció la ONU como alternativa fue lamentable. 183 países estaban de acuerdo y pedían apoyar el texto como la única solución posible. Pero el bloque bolivariano -Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba- y Sudán se oponían. El sudanés Lumumba Stanislaus Di-Aping llegó a afirmar que el texto "es producto de la misma ideología que llevó a los hornos crematorios a seis millones de personas en Europa", por lo que recibió reproches de decenas de Estados.
Durante 10 horas, toda la noche, decenas de países defendieron el texto, pero la ONU exige consenso y por la mañana Hugo Chávez y Evo Morales ya habían anunciado que bloquearían cualquier acuerdo porque no habían sido invitados a la reunión de 28 países y porque la ONU no funciona así. A las siete de la mañana, el ministro británico Ed Miliband, frenó en el último segundo, a base de dar golpes en la mesa para llamar la atención del presidente, que el texto quedara incluido como una simple propuesta, lo que habría impedido aplicar los fondos de ayuda a los países en desarrollo. Miliband, en una vibrante intervención advirtió de que si el acuerdo era rechazado "supondría romper la convención de Naciones Unidas", algo que planeaba en el ambiente ya que de ninguna forma lo acordado por los líderes de 183 países iba a depender de Chávez.
"Ha sido el plenario más vergonzoso al que he asistido. Si no somos capaces de ponernos de acuerdo en esto, ¿cómo vamos a alcanzar un tratado vinculante?", declaró el representante saudí.
Pasadas las 10 de la mañana, tras dos horas de parón para consultar con los servicios jurídicos, la cumbre "tomó nota" del acuerdo y el presidente golpeó con la maza a toda velocidad para que nadie pudiera protestar. La fórmula permite, según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que el acuerdo "entre en vigor inmediatamente", dijo tras observar mudo desde la presidencia 10 horas de descontrol.
La reacción de Miliband, una de las figuras clave del laborismo británico, salvó la cara de la UE. Apartada en la negociación clave, los europeos se van de Copenhague con la sensación de que les han robado la cartera, que el proceso que lideraron durante dos décadas ya no está bajo su control y que, los nuevos capitanes quieren ir en otra dirección. Barroso hizo malabarismos: "La UE lidera cuando se trata de elevar los objetivos, pero no está cuando lo que se busca es reducir la ambición". La UE se reserva su oferta de ampliar su recorte de emisiones del 20% actual al 30% hasta ver cómo evoluciona la negociación. Los delegados europeos musitaban por los pasillos las palabras "Decepción, desastre y fiasco". "Es el mundo que tenemos", lamentaban. Y, sin embargo, el pacto se salvó por el empuje de un británico, no por la representación estadounidense.
La reacción china al acuerdo también fue fría. Cuando Wen aceptó el pacto, uno de sus ministros comenzó a gritar en chino con gestos de desacuerdo. "La traductora no dijo qué gritaba", explica una fuente presente en el encuentro. En el plenario que después adoptó el pacto entre los cinco grandes, China no defendió ni una sola vez su aprobación frente a las críticas del bloque bolivariano. La delegación china aplaudía las declaraciones de estos países contra la forma "antidemocráctica en la que se adoptó el acuerdo", según negociadores en la sala, cerrada a la prensa por primera vez en 10 años. Fuentes de la ONU dudan de que Pekín buscara boicotear su acuerdo a través de otros países: "Probablemente lo hacían porque arremetían contra EE UU y los países ricos".
La dificultad para alcanzar un acuerdo puede parecer excesiva, pero es que las implicaciones de la lucha contra el cambio climático son inabarcables: para conseguir limitar la temperatura y estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera hace falta una revolución industrial con energía verde, dejar atrás el petróleo, actuar sobre el comercio internacional, tratar la aviación, evitar la deforestación... La española María Neira, de la Organización Mundial de la Salud, estuvo hasta el ultimo día: "Si esto sale adelante sera el principal tratado de salud pública del mundo. Los millones de muertes por contaminación en las ciudades y la mala calidad del aire interior por combustión de cocinas de mala calidad en países en desarrollo empezarán a caer".
El acuerdo incluye que el Fondo del Clima pagará a los países tropicales para que no talen sus bosques, imprescindibles para el planeta. Luz entre las sombras.

Claves del pacto
- EMISIONES. Los países "subrayan que el cambio climático es uno de los grandes retos de nuestro tiempo" y que hay actuar para "estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que prevega una interferencia antropogénica con el clima (...) por lo que el aumento en la temperatura global debería estar por debajo de dos grados centígrados". Para ello se comprometen a "cooperar para conseguir que las emisiones nacionales toquen techo lo antes posible". El acuerdo no incluye la concentración de CO2 necesaria -450 partes por millón- para ese objetivo, ni el año del máximo de emisiones, entre 2015 y 2020, según el IPCC, ni la necesidad de que las emisiones en 2050 sean la mitad que en 1990.
- PLANES NACIONALES. Los países desarrollados "se comprometen a presentar objetivos de reducción de emisiones antes del 1 de febrero de 2010". "Estas reducciones y la financiación a los países en desarrollo serán declaradas, medidas y verificadas" por la ONU.
Los países en desarrollo podrán "implantar medidas de mitigación" de emisiones que comunicarán antes de febrero de 2010. Estas acciones serán objeto de "declaración, medida y verificación nacional" y cada dos años informarán a la ONU y habrá un sistema "internacional de consulta y análisis bajo guías claramente definidas que aseguren que se respeta su soberanía nacional". Las acciones financiadas con dinero internacional estarán sujetas a la supervisión normal de la ONU.
- "Los países menos desarrollados y las pequeñas islas podrán realizar acciones voluntarias si recben apoyo".
EL PAÍS, Domingo 20 de diciembre de 2009

Un pacto climático bajo mínimos

RAFAEL MÉNDEZ (Enviado especial) - Copenhague -
Estados Unidos, China y otros gigantes en desarrollo como China, India y Brasil cerraron este viernes por la noche un acuerdo raquítico para salvar la cara en la Cumbre del Clima de Copenhague. Tras acordarlo a puerta cerrada, Obama comunicó el acuerdo a la UE, que lo aceptó. El texto, de tres folios, ni incluye cifras de reducción de emisiones -todos los países se comprometen a presentarlas el 1 de febrero de 2010- y no incluye el concepto "verificación" de emisiones, que tanto molestaba a China. En su lugar, la transparencia que era clave queda como que habrá un sistema "internacional de análisis y consultas" que queda por definir.
Tan vago era el resultado de una cumbre tan grande y con tantas expectativas que los presidentes que gestaron el acuerdo salieron cada uno por una puerta sin hacerse la foto de familia.
Con el pacto, los gigantes pretendieron salvar un trámite. 24 horas de negociaciones con jefes de Estado y Gobierno no dieron para más. Y como nadie quería aparecer como el que rompió el acuerdo, los negociadores optaron por ir rebajándolo hasta cerca del suelo.
El texto sí mantiene el objetivo de que la temperatura no suba más de dos grados centígrados para evitar "una interferencia peligrosa" con el clima. Pero sólo dice que las emisiones deberán tocar techo "lo antes posible" -al principio de la cumbre el objetivo era fijarlo en 2020- y no fija objetivos para 2050.
El embajador brasileño de cambio climático, Sergio Serra, explicó que el acuerdo se cocinó en una reunión convocada a media tarde por el primer ministro chino Wen Jiabao. Primero acudieron Lula y los presidentes de India y Sudáfrica, los cuatro grandes emergentes y una hora después apareció Obama. Una vez acordado, el presidente de EEUU fue "a comunicárselo a los europeos", según Serra.
"Ningún país está del todo satisfecho pero es un paso significativo e histórico", dijo un portavoz de la Casa Blanca. El acuerdo "no es suficiente para combatir la amenaza del cambio climático pero es un importante primer paso".
Serra admitió que es "un acuerdo de compromiso". Sobre por qué no habían informado a la UE, Serra lo despachó con un "no creo que la UE tenga ningún problema ya que la clave de EEUU que exigía la transparencia de los países en desarrollo y la UE no fue tan dura".
La fórmula de la transparencia deja claro que la comunicación a la ONU la hará cada país y que "se respetará la soberanía nacional". Las acciones de reducción de emisiones que se hagan con dinero internacional sí estarán sujetas al completo sistema de comprobación. China ha declarado que no quería dinero sino no verse sujeta a las reglas de la contabilidad internacional".
Obama explicó que el acuerdo "no será legalmente vinculante pero cada país enseñará al mundo lo que está haciendo".Aunque el acuerdo queda muy lejos de las aspiraciones de la UE, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, afirmó que "todos los países aceptan el acuerdo" y pasadas las 23.00 seguía sin dar una valoración oficial. Los Veintisiete seguían debatiendo si el acuerdo era suficiente como para elevar su oferta de reducción de emisiones hasta el 30%. "Confío en que subamos la oferta", explicó en los pasillos Josef Matthias Leinen, el portavoz del Parlamento Europeo, que a la vez se mostró "decepcionado" con el resultado.
Los textos reflejaban el lúgubre ambiente que todo el día presidió la cumbre. Obama llegó a primera hora de la mañana a Copenhague, se reunió con Wen Jiabao, y se unió a la negociación que desde la noche antes llevaban a cabo a puerta cerrada 25 países escogidos. Allí estaban las grandes potencias (EE UU, China, Alemania, Reino Unido, Francia, India, Japón, Brasil, Rusia o México) pero también España y Suecia (por la UE), Leshoto, Etiopía o Suráfrica, Sudán (por África) Maldivas (por las islas que se van a hundir con la subida del nivel del mar) y Arabia Saudí (por los países petroleros).
Los primeros ministros entraban y salían aunque sobre las dos de la mañana del viernes la mayoría dejó a sus delegados. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, estuvo por la noche y volvió a las 08.46 de este viernes y permaneció todo el día en el centro de convenciones.
Uno de los presentes explicó que estar en la reunión a puerta cerrada era sentirse parte de algo importante: "En un momento el negociador chino, Su Wei, entró gritando y el sudanés -que preside el G77- le mandó callar llevándose tranquilamente el índice a los labios e indicándole su silla".
Durante la madrugada del viernes, comenzaron a preparar borradores de lo que iban a llamar el Acuerdo de Copenhague, que queda muy lejos de lo pactado en Bali en 2007, cuando los países acordaron tener aquí un tratado que sustituyera al de Kioto, que caduca en 2013. En noviembre pasado, en Barcelona, quedó claro que no habría tal tratado y que en su lugar bastaría con un acuerdo político, y ayer ya valía casi cualquier cosa.
La reunión a puerta cerrada se prolongó tanto que hizo la situación era insostenible fuera de allí. En el plenario, los primeros ministros que no habían sido elegidos esperaban con cara de palo. El circuito cerrado de televisión enfocaba al israelí Simón Peres, al turco Erdogan o a Hugo Chávez y Evo Morales sin cara de pasarlo bien. No son gente acostumbrada a esperar.
Azorado, el primer ministro danés, Lars Okke Rasmussen, paseaba por la tribuna y cada cierto tiempo pedía perdón por el retraso. Finalmente, a media mañana, los principales dirigentes entraban al lugar de la reunión. Los días previos habían hablado más de 100 líderes -a tres minutos cada uno que ninguno respetó- en sesiones maratonianas hasta la madrugada. La cumbre sólo reservó para ayer los discursos de Obama y Wen Jibao. Quedó claro así quién mandaba: los únicos que podían bloquear la negociación y sacarla adelante.
Cuando por fin entraron, los delegados pensaron que había llegado el momento que llevaban dos semanas -dos años en realidad- esperando. Que esa era la hora en la que Obama y Jibao despejarían el camino para que el mundo recibiera la foto y el acuerdo que iba a salvar el planeta. Pero Jiabao se enredó en un discurso frío leído a toda velocidad del que no se sacó nada en claro.
Obama, tenso
Después de Jiabao subió Obama a la tribuna. La UE aún esperaba que hiciera algún movimiento en reducción de emisiones, un guiño al menos de que podía ampliar su oferta de recortar el 17% la emisión en 2020 respecto a 2005 (lo que supone sólo un 4% respecto a 1990). Pero Obama no se movió. En un discurso frío, tenso, como si estuviera enfadado, puso toda la presión en China. Sin transparencia, declaró, el acuerdo serán "palabras vacías en una página de papel". El presidente de EE UU llevaba un discurso preparado para el acuerdo. En el texto que repartió la Casa Blanca ponía "las piezas del acuerdo ya están claras", pero él leyó "deberían estar claras".
Obama venía para firmar un acuerdo y se encontraba con una situación bloqueada y con todos los focos sobre su cara. "La última vez que fue a Copenhague se volvió sin nada" subtitulada la CNN, en alusión a la ceremonia en la misma ciudad dos meses antes en la que Río venció a Chicago como sede de los Juegos Olímpicos.
"Podemos abrazar este acuerdo y ser parte de la historia y mejorar la vida de nuestros hijos y nietos. O podemos elegir el retraso con los mismos argumentos inamovibles durante décadas mientras el peligro crece hasta que sea irreparable. No hay tiempo que perder. América ha elegido su opción. Estamos dispuestos a hacerlo pero tiene que haber movimientos de todas las partes".
Tras los discursos, la negociación volvió a la puerta cerrada durante otras largas horas. Sólo el brasileño Lula da Silva mostró algo de pasión. Tras declararse "frustrado", anunció que Brasil estaba dispuesta a poner dinero sobre la mesa pese a ser un país en desarrollo: "Si es necesario que hagamos más sacrificio, Brasil está dispuesto a poner dinero para ayudar a otros países, lo haremos. Lo que no estamos de acuerdo es que las principales figuras del planeta firmen cualquier papel sólo para decir que han firmado un acuerdo". Lula afirmó que sólo "un milagro" podría salvar Copenhague. "Como creo en Dios creo en los milagros", concluyó. Es dudoso si lo ocurrido por la noche puede ser calificado de tal.
EL PAÍS, Sábado 19 de diciembre de 2009
Imagen: El País

La Cumbre del Clima aprueba en medio de una gran polémica un pacto de mínimos

RAFAEL MÉNDEZ (Enviado especial) - Copenhague -
El plenario de la Cumbre del Clima ha logrado aprobar finalmente esta mañana un texto de mínimos definitivo después de una intensa madrugada en la que la oposición de Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Sudán suspendió el pleno de la Cumbre para buscar una solución y puso en peligro el acuerdo anunciado ayer por una veintena de líderes mundiales. En una tensa reunión que se ha prolongado desde las tres de la mañana hasta las 10 de este sábado el Pleno ha optado por una postura intermedia para solventar la oposición de estos cinco países, que rechazan frontalmente la entrada en vigor de la financiación inmediata para los países pobres.
El acuerdo, de carácter no vinculante, está muy lejos de las expectativas generadas en torno a la mayor reunión sobre cambio climático de la historia, y no fija objetivos de reducción de gases. Sin embargo, sí establece un total de 10.000 millones de dólares entre 2010 y 2012 para que los países más vulnerables afronten los efectos del cambio climático, y 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación. La presidencia de la conferencia ha anunciado esta mañana que había "tomado nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009", que incluirá en su encabezamiento una lista de los países contrarios al texto.
Tras el anuncio del acuerdo alcanzado a última hora de la tarde de ayer comenzó la polémica. El plenó quedó suspendido después de que cinco de los 193 países presentes en la conferencia anunciaran su rechazo a adoptar el leve acuerdo pactado entre 28 jefes de Estado y de Gobierno de países de todos los bloques presentes en la Cumbre del Clima. El texto quedó pendiente de aprobación por la exigencia de Naciones Unidas de alcanzar un consenso. El bloque bolivariano aceptaba integrar su exigencia como una nota informativa pero, según la UE, eso impediría aplicar la financiación prevista para 2010.
Cuando después de horas de estéril debate parecía que el pacto se incorporaría como nota alternativa al acuerdo, el ministro británico de Cambio Climático, Ed Miliband, pidió que fuera una decisión vinculante. Sólo cinco países, entre ellos Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Sudán, se opusieron. Los presidentes de Venezuela y Bolivia ya anunciaron antes de conocer el texto que votarían en contra. La representante de Venezuela aseguró que no iban a "vender su voto por 30.000 millones de dólares", la cantidad fijada como fondo para los países pobres durante los próximos tres años. Sudán, un país que participó en la elaboración del texto, también criticó el acuerdo, pero fue desacreditado por la inmensa mayoría de países africanos. Quien no pidió la palabra fue China, cuyo primer ministro, Wen Jiabao, fraguó el acuerdo con Obama. Sin embargo, no lo defendió en el pleno y sus delegados llegaron a aplaudir las intervenciones críticas con el texto.
A efectos prácticos, la rebaja del texto tiene el principal inconveniente de que será difícil poner en marcha los 10.000 millones de dólares anualaes a partir de 2010 que acordaron 30 jefes de Estado (inlcuyendo la UE como uno de ellos) que suman más del el 90% de las emisiones no dependía de la forma que tuviera. "Si lo quieren, bien. Pero en este acuerdo está todo el que emite. Si el pleno no lo acepta seguirá adelante", declaró antes de la reunión uno de los delegados de los países firmantes, como EEUU, la UE, China, Rusia, México, Noruega, Japón, Canadá, Brasil, Sudáfrica, Sudán, Leshoto, Etiopía... Muchos de estos países, como Leshoto, Etiopía, Maldivas o Granada estaban en representación de grupos más amplios de países.
Miliband pidió convertirlo en una decisión de la convención, lo que le daba más valor. "Tenemos dos caminos: o asumir este texto imperfecto pero preparado con buena fe o romper esta convención", en relación a que si la reunión de Naciones Unidas rechazaba ese texto los países que lo habían acordado seguirían adelante por su cuenta y esto acabaría con la convención que desde 1992 bajo Naciones Unidas organiza la lucha contra el cambio climático.
Cuando el primer ministro danés Lars Okke Rasmussen, preguntó quién se oponía solo cuatro países pidieron la palabra, según afirmó el presidente. Venezuela, Bolivia y Cuba criticaron que el proceso de selección de los países había sido poco democrático. Lo curioso es que el delegado de Bolivia, cuya capital está a más de 3.000 metros, insistía en que lo hacía para proteger a los pequeños estados isla, que sí aceptaron el texto.
Tuvalu consideró que la forma en la que se gestó el texto, "es una falta de respeto a los procesos de la Convención. Otros países tienen más respeto por los procesos democráticos", en alusión a EEUU pero finalmente se sumó al consenso, según fuentes del pleno, cerrado a la prensa y ONG.
Así, el eterno pleno se convitió en una ristra de intervenciones a favor del acuerdo para evidenciar la soledad de los países que se oponen al texto. Países en desarrollo como Maldivas pidieron a Venezuela y Bolivia que permitieran que entrara en vigor el acuerdo.
A las 9.00 el plenario se suspendió para consultar a los servicios jurídicos de Naciones Unidas. Los delegados criticaban la incapacidad de Rasmussen para sacar adelante un texto con tanto apoyo, por falta de cintura para convencer a los díscolos y de firmeza para imponerse a ellos.
EL PAÍS, Sábado 19 de diciembre de 2009
Imagen: El País

18 diciembre 2009

'China está totalmente comprometida para que la cumbre sea un éxito'

Agencias - Copenhague
El primer ministro chino, Wen Jiabao, ha afirmado durante la sesión plenaria de la ONU que su país está completamente comprometido para que la cumbre de Copenhague sea un éxito. Asimismo, ha anunciado que China podría "incluso exceder" su objetivo nacional de reducción de emisiones para 2020.
"Cumpliremos con nuestra palabra con acciones reales", aseveró Wen ante los asistentes a la cumbre. "Sea cual sea el resultado de esta cumbre, estaremos plenamente comprometidos con alcanzar e incluso exceder el objetivo", añadió.
El gigante asiático propuso hace unas semanas reducir su intensidad energética entre un 40 y un 45% para el año 2020 respecto a los niveles de 2005.
Responsabilidades comunes pero diferenciadas
El primer ministro chino defendió "responsabilidades comunes pero diferenciadas" como el eje central de la cooperación a nivel internacional para luchar contra el cambio climático y reclamó que este principio no se vea comprometido.
Asimismo, aseguró que China está haciendo grandes esfuerzos para reducir sus emisiones en los últimos años y reconoció que el gigante asiático, debido a su economía en desarrollo, tiene ante sí un arduo trabajo, si bien considera una cuestión estratégica hacer frente al cambio climático.
Por otra parte, consideró que la Convención Marco sobre Cambio Climático de la ONU y el Protocolo de Kioto ponen de manifiesto el consenso entre todas las partes y por tanto deben ser reforzados.
Sarkozy: 'Hay mucha tensión'
Las objeciones de los chinos a un sistema de supervisión de las emisiones de CO2 sigue siendo uno de los principales obstáculos para desbloquear las negociaciones, según ha explicado este viernes el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.
"Las discusiones se prolongaron durante toda la noche sin interrupción", explicó Sarkozy a un grupo de periodistas durante un receso. "La buena noticia es que vamos a seguir, la mala es que no hemos llegado a una conclusión", declaró, agregando que "hay mucha tensión".
EL MUNDO, Viernes 18 de diciembre de 2009
Imagen: El Mundo

Obama: 'El mundo debe

Pedro Cáceres (Enviado especial) Copenhague
El pistolero ha mirado al plenario y ha hecho un discurso histórico. Si tras sus palabras hay un acuerdo a lo largo del día, será recordado durante muchos años como uno de esos grandes momentos de la historia.
"El tiempo de hablar se ha acabado. No he venido a hablar, vengo a actuar. El mundo debe llegar a un acuerdo, aunque sea imperfecto", ha dicho Obama. Y acto seguido ha afirmado que como primera economía del mundo y como segundo emisor de gases de efecto invernadero del mundo, reconoce que el cambio climático es una realidad, que está producido por el hombre y que hay que actuar ante él porque es una amenaza para la civilización. Su antecesor, George W. Bush, que negó todo eso durante ocho años, debe estar retorciéndose de dolor en su retiro de Texas.
'Yes, you can'
Todos conocemos el magnético poder de la puesta en escena de Obama. Visto de cerca es aún mayor. Su voz y su dicción tienen un poder galvanizador y serían capaz de animar a cualquiera a tirarse de un avión en marcha sin paracaídas. "Yes, you can", te diría, y durante unos segundos serías capaz de creerte que puedes hacerlo. Eso es lo que ha pasado esta mañana, cuando Obama se ha dirigido al plenario para decirles que sí, que todos juntos pueden llegar a un acuerdo hoy mismo.
Y ha dejado claro lo que ese acuerdo debe tener. Son tres cosas. Primero, los países ricos deben hacer un esfuerzo "ambicioso de reducción de emisiones". Segundo, hay que verificar que cada país cumple ese compromiso, y tiene que haber una inspección internacional transparente, que no sea intrusiva para los países, que demuestre claramente que lo que se dice que se está haciendo se esté haciendo de verdad. Sin eso, dice Obama, "firmar un acuerdo sería firmar papel mojado." Y tercero, tiene que haber un fondo para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse al cambio climático.
Nada de esto es nuevo. Esta era la posición de EEUU ayer mismo. De hecho, Obama ha recordado sus compromisos. Un 17% de reducción de gases para 2020 respecto a 2005. La otra cifra es la del dinero, 10.000 millones de dólares inmediatos hasta 2012 y una contribución sustantiva a un fondo de 100.000 millones de dólares para 2020.
También ha dicho: "América ha hecho estos compromisos. Y los va a cumplir". Y ha recordado que cambiar a una economía baja en carbono es su objetivo y no sólo por el cambio climático, sino porque es el verdadero motor económico y de creación de empleo que tiene la humanidad ahora. Y, además, reducir la dependencia energética es una cuestión de seguridad nacional para EEUU.
Un disparo directo a China
Todo ha sonado encantador, pero tras el magnetismo del gran orador, apenas ha habido movimiento. La cifra de reducción de emisiones que ofrece Obama ya se conocía. Y es poca. Equivale a un 4% respecto a 1990 por comparación al 20%-30% de la UE, por ejemplo. Las cifras de ayuda económica también se conocían. Las dio Hillary Clinton ayer y están a la altura de lo que los demás ofrecen.
Pero la cuestión es que Obama no ha ofrecido el objetivo de reducción de emisiones que los demás países le demandan y a cambio le ha lanzado un disparo directo a China. Porque uno de los tres puntos esenciales para el acuerdo que ha mencionado Obama, aparte de la reducción de emisiones y la financiación, es el de permitir que la comunidad internacional inspeccione si los países cumplen su reducción de emisiones. Obama dice que EEUU dejará que lo hagan. Pero sabe que China, hasta ahora, ha dicho que no, que no permitirá que nadie se inmiscuya en sus asuntos internos.
Esta es, ahora mismo, la gran roca que obstruye el camino. Copenhague, hoy, es la calle principal de un pueblo del Oeste. En un lado se ha plantado ya el pistolero de Washington con su discurso enardecedor. En el otro extremo, el pistolero chino está dudando si salir al encuentro o no.
EL MUNDO, Viernes 18 de diciembre de 2009
Imagen: El Mundo

Obama se arremanga y eleva la presión a China

RAFAEL MENDEZ - Copenhague

El plenario informal de la Cumbre del Clima, con los jefes de Estado y de Gobierno, ha arrancado con un ambiente pesimista. Barack Obama ha dejado claro que no aumentará su compromiso de reducción de emisiones, como le pedía la UE, y ha reclamado transparencia a los países en desarrollo, en alusión a la negativa china de que la ONU audite sus emisiones. Sin transparencia, ha declarado, el acuerdo serán "palabras vacías en una página de papel". Mientras los jefes de Estado hablan, su negociadores intentan a puerta cerrada salvar como sea la cumbre del fracaso.
"El cambio climático supone un peligro creciente para nuestra gente. Este riesgo no es ficción, sino ciencia", ha comenzado Obama. "Mientras el cambio climático no está en duda, nuestra habilidad para tomar acción sí lo está". El presidente de EEUU ha defendido su apuesta por las renovables: "América va a continuar en este ritmo de acción independientemente de lo que ocurra en Copenhague. Creemos que es bueno para nosotros y para el mundo. Pero todos seríamos más fuertes y más seguros si actuamos juntos".
"Debemos tener un mecanismo de revisión
" de emisiones "que no sea una intromisión y no afecte a la soberanía nacional. ¿Cómo puede haber un acuerdo internacional si no intercambias información?", se ha preguntado, pesimista: "Llevamos dos décadas hablando y no hemos visto más que crecer el fenómeno del cambio climático. Este es el momento final.
"Podemos abrazar este acuerdo y ser parte de la historia y mejorar la vida de nuestros hijos y nietos. O podemos elegir el retraso con los mismos argumentos inamovibles durante décadas mientras el peligro crece hasta que sea irreparable. No hay tiempo que perder. América ha elegido su opción. Estamos dispuestos a hacerlo pero tiene que haber movimientos de todas las partes
".
Indefinición china
Antes que él, ha hablado el primer ministro chino , Wen Jiabao, que no ha aclarado su postura. Por un lado aseguró que "China está en un periodo rápido de industrialización y la situación del carbón hace difícil reducir emisiones" aunque ha enumerado su inversión en renovables. Luego se ha mostrado dispuesto a "mejorar los métodos de medición, aumentar la transparencia" pero ha concluido dejando claro que su plan "es una acción voluntaria": "No tenemos ninguna condición ni la hemos vinculado a ningún acuerdo internacional".
Entre ambos ha intervenido el presidente brasileño, Lula da Silva, quien se ha declarado "frustrado". Para desbloquear la situación, ha anunciado que Brasil aumentaría su compromiso de financiación: "Si es necesario que hagamos más sacrificio, Brasil está dispuesto a poner dinero para ayudar a otros países, lo haremos. Estamos dispuestos a participar en los mecanismos de financiación si llegamos a un acuerdo en esta conferencia. Lo que no estamos de acuerdo es que las principales figuras del planeta firmen cualquier papel sólo para decir que han firmado un acuerdo. Me gustaría irme de Copenhague con el mejor acuerdo, pero si no lo hemos conseguido hacer ahora. Pero no sé si alguna ONG o un sabio nos echará en cara la falta de inteligencia que hemos tenido hasta ahora. Como creo en Dios creo en los milagros".


EL PAÍS, Viernes 18 de diciembre de 2009

Obama llega a Copenhague para impulsar las negociaciones de la cumbre

EFE - Copenhague -

El presidente estadounidense, Barack Obama, ha llegado hoy a Copenhague para participar en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno que busca sellar un nuevo acuerdo de reducción de gases de efecto invernadero en la Cumbre del Cambio Climático. Durante su visita, se entrevistará con el primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, y mantendrá otras reuniones con los presidentes ruso y brasileño, Dmitri Medvédev y Luiz Inácio Lula da Silva, respectivamente, y con el primer ministro chino, Wen Jiabao. La llegada de Obama ha sido esperada como un impulso de última hora en la jornada final de la cumbre.
En la Cumbre, unos 25 jefes de Estado y de Gobierno han reanudado hoy sus trabajos en busca de un acuerdo sobre cambio climático, en el último día de la cita. Los líderes, que ya celebraron anoche una reunión de urgencia a instancias de la presidencia sueca de la Unión Europea (UE), repasarán el estado de las conversaciones después de que sus equipos trabajaran durante toda la noche, ha señalado una fuente comunitaria. Entre ellos figuran Rasmussen, su homólogo sueco, Fredrik Reinfeldt, los líderes de Francia, Alemania, China, Reino Unido, India, Rusia, varios países isleños y africanos, entre otros actores clave para un acuerdo.
El objetivo es redactar una declaración política final que ponga bajo un mismo paraguas los dos textos que se han negociado durante los últimos 11 días. Los principales problemas giran en torno a las cifras de reducción de gases de efecto invernadero, la financiación necesaria para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos, y la transparencia del proceso.
Un último impulso
Obama sólo permanecerá en la capital danesa durante un día y su visita es esperada como un último impulso para desatascar unas negociaciones en las que EEUU y China mantienen posturas enfrentadas. El presidente norteamericano se ha dirigido directamente al Bella Center, sede de la conferencia, tras aterrizar pasadas las 08.00 GMT en el aeropuerto de la capital danesa.
Obama tiene previsto participar en la sesión plenaria de la mañana, en la que tendrá una breve intervención, así como en la de tarde, en la que se espera quede cerrado el nuevo acuerdo, que debe sustituir al Protocolo de Kioto, una vez éste expire en 2012.
China decide
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, instó ayer a China a fijar acuerdos de reducción de dióxido de carbono (CO2) vinculantes y a someterse a los mecanismos internacionales de transparencia, algo a lo que el país asiático se opone. Durante la cumbre, los países industrializados han intentado, hasta ahora sin éxito, que las naciones emergentes consientan en que sus reducciones de emisiones sean vinculantes a escala global, en clara a alusión a China, que es el país más contaminante. China se ha aferrado al Protocolo de Kioto (1997) y a la Hoja de Ruta de Bali (2007), que establece que sólo las reducciones de los países ricos son vinculantes, mientras que las de los que están en vías de desarrollo son de carácter voluntario.
En Copenhague, se espera que la entrevista entre Obama y Wen pueda desbloquear el diálogo entre las dos potencias, uno de los principales lastres de la cumbre, para que la cita danesa arroje un nuevo acuerdo que pueda convertirse en un tratado vinculante en la cumbre climática de 2010, que se celebrará en México.
El presidente norteamericano también tenía previsto reunirse con su Medvédev para abordar las negociaciones de desarme estratégico "Start", una reliquia de la guerra fría, y las relaciones con Irán y su controvertido programa nuclear.
EL PAÍS, Viernes 18 de diciembre de 2009
Imagen: El País

"Progresos" en Copenhague

Richard Black
BBC, Enviado especial a Copenhague

La posibilidad de que se alcance un acuerdo en la Cumbre sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas que se celebra en Copenhague parece ahora más cercana, después de un día de intensas negociaciones entre bambalinas.
Las conversaciones continuaron a lo largo de la noche del jueves.
El primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, dijo que se había presentado un diálogo constructivo entre 25 dirigentes mundiales acerca de cómo resolver los desacuerdos.
Se espera que este viernes el presidente estadounidense Barack Obama se una a las conversaciones.
China podría realizar concesiones en el tema de la verificación de la reducción de las emisiones y Estados Unidos dijo estar dispuesto a contribuir a un fondo de ayuda a los países pobres.
Se espera que en la decisiva jornada del viernes los líderes mundiales tomen decisiones clave.
En cualquier caso, pese a las señales positivas, un documento elaborado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático filtrado a los medios, indica que el mejor acuerdo que probablemente se alcanzará supondrá un aumento de la temperatura no inferior a los 2ºC.
El documento concluye que, incluso si los países cumplieran con sus promesas más ambiciosas de reducción de las emisiones, se podría producir un aumento de la temperatura de 3ºC.
Pese a las preocupaciones expresadas por las posibles consecuencias del cambio climático, las finanzas se han convertido en el asunto clave en la capital danesa.
Transparencia
La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, dijo este jueves que su gobierno está preparado para contribuir a un fondo de US$100.000 millones para ayudar los países pobres, si el acuerdo que se alcanza en Copenhague cumple con los requerimientos de su país.
"EE.UU. está preparado para trabajar con otros países hacia la meta de movilizar de manera conjunta US$100.000 millones anuales para el 2020 para responder a las necesidades de países en desarrollo frente al cambio climático", aseguró Clinton.
La principal demanda de EE.UU. es que China sea transparente sobre la reducción de sus emisiones.
Aunque el gobierno de Pekín se ha mostrado hostil en este asunto, el vicesecretario de Exteriores chino, He Yafei, aseguró este jueves que "China está dispuesta a comprometerse en un dialogo y cooperación que no sean invasivos y no violen la soberanía" de su país.
Previamente, el presidente de Indonesia, Susilo Banbang Yudhoyono, hizo un llamado para que los "países en desarrollo y desarrollados sean flexibles" en la cuestión de la verificación de la reducción de las emisiones.
El mandatario indonesio habló de la posibilidad de establecer un mecanismo internacional para monitorear los recortes en las emisiones.
Aumento de la temperatura
Mientras continúan las negociaciones a contrareloj, se filtró a la prensa un documento preparado por el secretariado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que confirma que los actuales compromisos para la reducción de gases con efecto invernadero no son suficientes para mantener el aumento de las temperaturas en los 2ºC.
El informe señala que para alcanzar ese objetivo, las emisiones globales deben mantenerse o incluso bajar de las 44 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente para el año 2020.
Pero incluso si los países desarrollados cumplen son sus máximos compromisos de reducción de las emisiones, éstas estarían 1,9 gigatoneladas por encima de esa cifra. Los compromisos mínimos supondrían incumplir ese objetivo en 4,2 gigatoneladas.
A no ser que esa brecha se cierre -por ejemplo, aumentando los países desarrollados su oferta a un recorte del 30% de las emisiones con respecto a los niveles de 1990 para el año 2020- las emisiones globales persistirán "en un camino insostenible que puede llevar a concentraciones similares o superiores a 550 partes por millón, con una aumento de la temperatura asociado de 3ºC", señala el documento.
"Naciones Unidas está admitiendo en privado que los compromisos de los líderes mundiales conllevarán una aumento de la temperatura de 3ºC", señaló Joss Garma, de la organización medioambiental Greenpeace.
"Todos lo políticos en Copenhague están ahora avisados. Queda un día para que aumenten sus compromisos o serán recordados para siempre como la gente que dejó que esto sucediera", dijo Garman.
Los documentos que los líderes tendrán enfrente el viernes serán las últimas versiones de los textos en los que los gobiernos han estado trabajando desde principios de año, pese a que los anfitriones daneses han sido acusados por los países en desarrollo de intentar introducir nuevos documentos.
Esfuerzos de última hora
Algunas fuentes han indicado que el primer ministro británico, Gordon Brown, y el primer ministro australiano, Kevin Rudd, han encabezado en las últimas horas los esfuerzos diplomáticos para que se alcance un acuerdo, mientras que el presidente de EE.UU., Barack Obama, ha mantenido conversaciones con otros líderes mundiales por teléfono.
Rudd y su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, han asegurado estar dispuestos a comprometerse a llevar a cabo mayores recortes de las emisiones bajo el actual protocolo de Kioto, como han demandado los países en desarrollo.
"O sea que quieren mantener Kioto, de acuerdo, mantengamos Kioto, pero déjennos acordar un marco político", dijo Sarkozy.
Por otro lado, hay indicaciones de que algunas de las naciones pobres más vulnerables al cambio climático están descontentas con el paquete de ayuda financiera propuesto por Hillary Clinton.
El negociador jefe de Lesotho, Bruno Sekoli, dijo que ese dinero debe de separarse de la ayuda al desarrollo.
"No se nos puede pedir que elijamos entre hospitales y escuelas o seguridad climática" señaló Sekoli.
Las discusiones en base a los textos existentes continúan, mientras los ministros y negociadores siguen intentando resolver algunos de los asuntos más espinosos antes de que los jefes de Estado y de gobierno se reúnan este viernes.
Algunos observadores están convencidos de que el documento final que salga de la cumbre debe incluir un mandato para que se acuerde un nuevo tratado vinculante antes de fin de año, a más tardar.
BBC Mundo, Viernes 18 de diciembre de 2009
Imagen: BBC