10 julio 2008

Eco-consejos demasiado contradictorios

Por ALEX WILLIAMS
A pesar del coste y del esfuerzo ocasional para su espalda, Mary Burnham, una asesora de relaciones de San Francisco, se sentía satisfecha de la decisión que había tomado hacía unos años de comprar siempre la leche (orgánica, por supuesto) envasada en botellas de vidrio reutilizables. Por el bien del medio ambiente, cargaba con ellas diligentemente desde el supermercado y de vuelta a él todas las semanas. Pensaba que dejar de usar cajas de cartón desechables salvaría árboles y reduciría los residuos.
O no. Un amigo, también comprometido con el medio ambiente, había empezado últimamente a cuestionar su buena obra. "Su argumento era que las cajas de cartón son convertibles en compost, son ligeras y gastan menos energía y agua que las pesadas botellas, que hay que transportar de vuelta a la planta para su limpieza y reutilización", explica Burnham. "no tengo ni idea de qué es mejor ni de cómo averiguarlo".
Burnham, de 35 años, recicla, encarga alimentos de una granja sostenida por la comunidad, compra productos de limpieza ecológicos y lleva la compra en una bolsa de tela. Reconoce que hay una sobrecarga de información medioambiental y muchas de las recomendaciones son contradictorias.
"Decir que te sientes confusa y un poco harta de los mensajes, a menudo contradictorios, que recibes sobre cómo vivir sin causar daño al planeta, sin duda está mal visto", decía en un mensaje de correo electrónico."Pero caramba, voy a atreverme a decirlo. Estoy un poco abrumada".
Ella es, en otras palabras, una víctima del "ruido verde", ruido producido por la información apremiante, a veces molesta e incluso contradictoria que se difunde a un volumen demasiado alto durante demasiado tiempo.
Dos años después de que Una verdad incómoda de Al Gore contribuyese a desencadenar una nueva oleada de activismo medioambiental, el ruido verde bombardea la conciencia colectiva desde todas las direcciones. Los medios informativos publican reportajes alarmantes sobre los osos polares que desaparecen; las páginas web muestran a Brad Pitt llegando al estreno de una película en su BMW propulsado por hidrógeno; las estanterías de las librerías están abarrotadas de títulos sencillos como 50 cosas sencillas que puede hacer para slvar la Tierra; las tiendas venden champú enriquecido con cáñamo y tampones de algodón cien por cien orgánico.
Eddie Stern, de 38 años, un responsable de estrategias de medios de Durango, Colorado, dice que se volvió loco tratando de comprar un coche debido a la "sobrecarga de información". Cada nueva averiguación parecía contradecir a la anterior.
Algunos especialistas en medio ambiente temen que la opinión pública empiece a hacer caso omisode su mensaje antes de que se pueda conseguir algún cambio significativo. "Estamos preocupados" dice Carl Pope, director ejecutivo de Sierra Club:"Todos entendemos que, hoy en día, el ambiente en los medios de comunicación está extremadamente saturado y que la sobrecarga de mansajes está a la orden del día".
En cierto modo, el hecho de que la toma de conciencia sobre el calentamiento global haya aumentado demuestra que las campañas públicas iniciales tuvieron éxito, señala Chip Giller, el fundador de grist.org, una página web de información medioambiental.
Acompañando a ese éxito, llegó un torrente de productos verdes para el comercio. Pope culpa a estos reclamos ecológicos, lanzados a todo volumen y no siempre probados, de generar gran parte del ruido verde.
Sin embargo, hay voces del movimiento medioambiental que opinan que los activistas y las organizaciones sin ánimo de lucro deben cargar también con su parte de responsabilidad por bombardear a los ciudadanos con sus mensajes. "Los grupos que intentan hacer cambiar a la gente la están abrumando con información", se queja Diane Tompkins, fundadora de Curious Company, una firma de investigación de mercado en San Francisco.
THE NEW YORK TIMES
EL PAÍS, Jueves 10 de julio de 2008

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