22 febrero 2008

PSOE e IU hacen piña contra Botella por los niveles de contaminación

SARA MEDIALDEA
MADRID. Los niveles de contaminación en la capital encendieron, y mucho, el debate del pleno municipal de ayer. Ana Botella se defendió de las críticas sobre su gestión que lanzaron Pedro Santín (PSOE) y Raquel López (IU), que le recordaron a la concejal la amonestación recibida días atrás de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, sobre los altos índices de contaminación en la capital.
Botella alegó que la oposición mezclaba datos de puntas horarias con límites anuales, y les acusó de «alarmar a la población de forma injustificada», cuando según sus datos, la realidad es que Madrid tiene controlados los niveles de emisiones pese a que el parque automovilístico «ha aumentado un 30 por ciento».
PSOE e IU acusaron a Botella de creer que es «la única que sabe interpretar los datos»; la concejal popular remachó con los de Greenpeace, que «ha dicho que las tres comunidades más contaminadas son Andalucía, Cataluña y País Vasco». Le sorprendió que, ante esto, la ministra de Medio Ambiente «sólo se acuerde de Madrid», cuando además han superado los límites de partículas «Getafe, Alcorcón, Alcobendas, Móstoles o Fuenlabrada».
Las sucesivas llegadas a la capital de nubes de polvo africano también fueron motivo de las preguntas de PSOE e IU: la edil de este grupo Raquel López interrogó a Botella sobre «la ruta que sigue el polvo sahariano, que llega a Madrid sin pasar por Andalucía ni por los pueblos que rodean la capital». Ana Botella terminó preguntándose en voz alta quién tiene la culpa de que se deteriore la calidad de vida en Madrid. La respuesta, unánime, fue coreada por las filas socialistas con cierta chufla: «Zapatero».

ABC, VIERNES 22_2_2008

España construye en Arizona la mayor planta solar

INMACULADA G. MARDONES - Madrid -
La compañía española Abengoa Solar ha firmado un contrato para construir en el desierto de Arizona, a unos 100 kilómetros de Fénix, la mayor planta solar del mundo. Tendrá una potencia de 280 megavatios, casi el doble que la central nuclear de Zorita (150,1 megavatios) que se acaba de cerrar.
Abengoa ganó el concurso convocado por la eléctrica Arizona Public Service (APS), la mayor filial de la compañía Pinnacle West Capital que cotiza en la Bolsa de Nueva York.
Abengoa se compromete a terminar la planta y ponerla en servicio en 2011. A partir de entonces venderá la electricidad que genere a APS durante 30 años por más de 4.000 millones de dólares y mantendrá su propiedad. Su producción permitirá atender el consumo de 70.000 hogares y evitará la emisión de 400.000 toneladas de CO2 a la atmósfera. Ocupará unas 800 hectáreas de desierto y utilizará tecnología de colectores cilindro-parabólicos desarrollados por Abengoa Solar. Los colectores concentran los rayos solares sobre tubos por donde circula un fluido que alcanza 370 grados de temperatura. El calor es utilizado para mover turbinas de vapor a la manera convencional. La planta dispondrá de un sistema de almacenamiento térmico con sales que permitirá su funcionamiento fuera de las horas de radiación solar.
Otra compañía española, Acciona, acaba de conectar a la red eléctrica la hasta ahora mayor planta solar del mundo. Con una potencia de 64 megavatios y una inversión de 220 millones de euros, está ubicada en el desierto de Nevada, en el paraje de Eldorado Valley, de Boulder City. Ocupa una superficie de 1,4 millones de metros cuadrados y está basada en la misma tecnología que la de Abengoa. La construcción de la planta de Fénix cuenta con una ayuda federal del 30% a la inversión y está supeditada a su mantenimiento. A diferencia de España, que impulsa las energías renovables con primas a la producción, Estados Unidos aplica deducciones fiscales que el Gobierno federal renueva o altera cada año.
Santiago Seage, presidente de Abengoa Solar, sostiene que la planta de Arizona "marcará un hito mundial en la energía solar", una fuente energética que alcanzará un coste de producción "similar a la de origen fósil en cinco o siete años, si se computa el coste de CO2. Abengoa ganó en diciembre pasado tres contratos de I+D con el Departamento de Energía de Estados Unidos. La compañía dedica más de 40 personas a investigación en sus centros de Madrid, Sanlúcar la Mayor (Sevilla) y Denver, Colorado.
A finales de este año la compañía pondrá en marcha otras dos plantas similares de 650 megavatios en Écija, Sevilla, y construye otras dos en Marruecos y Argelia.


EL PAÍS, viernes 22 de febrero de 2008

21 febrero 2008

Un plan municipal invita a taxis y otras flotas a usar biocombustibles

SARA MEDIALDEA
MADRID. Un 70 por ciento del consumo energético de Madrid se surte de derivados del petróleo y gas natural; un 1,3 por ciento, del carbón; sólo un 0,01 por ciento, de la energía solar. Para reducir la emisión de gases de efecto invernadero -un 14 por ciento con respecto a los valores de 2004 en los próximos cinco años-, el Ayuntamiento ha aprobado un Plan para el uso sostenible de la energía y la prevención del cambio climático, con medidas como la invitación a taxistas y otras flotas a utilizar biocombustibles.
El plan depende del área de Medio Ambiente, que dirige Ana Botella. Precisamente fue esta concejal la que recordó que «Madrid está más cerca que el resto de España del objetivo de Kioto», y aportó datos como que en Madrid se emiten cinco toneladas de dióxido de carbono por habitante y año, menos de la mitad que en el resto del país y la Unión Europea.
El plan anunciado ayer por Botella y el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón funcionará entre 2008 y 2012, y cuenta con un presupuesto de 101 millones de euros, aplicables a 55 medidas concretas. Su objetivo va más allá del compromiso de Kioto: si éste era no incrementar más del 15 por ciento las emisiones respecto a las de 1990 -el año en que se firmó-, Madrid se compromete a reducir la cifra de arranque, la de 1990, en un 1 por ciento.
Entre las medidas concretas que se van a poner en práctica, las hay dirigidas directamente al comercio y las empresas, y otras son específicas para el transporte. Una de las más llamativas es la «invitación» a taxis a que utilicen biocombustibles, algo que se está negociando en el Ayuntamiento, aseguró el alcalde.

Nueva ordenanza energética
«Otras flotas tendrán que ser también cooperadores necesarios», añadió. En la actualidad, la Empresa Municipal de Transportes (EMT) cuenta con 518 autobuses movidos por biodiesel, 281 con gas natural comprimido, 20 son híbridos -de biodiesel y electrónicos-, y 5 de etanol-.
Otras medidas que se van a poner en marcha son la creación de una Agencia Local de Energía, que se encargue de elaborar una ordenanza para el uso sostenible de la energía; la promoción del uso de biodiesel y bioetanol, junto con la puesta en marcha de estaciones de distribución de estos combustibles alternativos y el estudio de bonificaciones fiscales para quienes los utilicen.
Más propuestas recogidas en el plan son acordar con empresas de alquiler de vehículos que su flota utilice combustibles «limpios», o la creación de un servicio de «carsharing», que consiste en alquileres de coches por periodos muy cortos de tiempo -una hora-, de manera que un usuario lo recoja en un aparcamiento, se desplace y lo deje en otro punto de la ciudad, donde pueda recogerlo y utilizarlo un segundo usuario, al que siga un tercero, etc, todo en el mismo día.
El plan estudia limitar el número de plazas de aparcamiento en los nuevos edificios de oficinas o espectáculos, y entra en la arquitectura sostenible, incorporando un informe ambiental complementario a la Inspección Técnica de Edificios, o fomentando sistemas colectivos de calefacción, agua caliente y climatización.
También sugiere la posibilidad de subvencionar o bonificar fiscalmente a las edificaciones con alta calificación energética, y poner en marcha una vieja idea, la de los «tejados verdes»: la creación de jardines en las azoteas de las viviendas, previamente tratadas con sistemas de impermeabilización y resistencia a las raíces.
ABC, jueves 21_2_2008

20 febrero 2008

Cada español recicló 14,5 kilos de vidrio en 2007, un 14% más que durante el año anterior

EFE
Cada español recicló el pasado año una media de 14,5 kilos de vidrio, un 14% más que en 2006, y fueron los vascos (24 kilos de media), navarros (22,7 kilos), baleares (21,5 kilos) y riojanos (21) los que más envases depositaron en los contenedores de color verde.
Los datos han sido facilitados hoy por Ecovidrio en una rueda de prensa que ha contado con la presencia de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, así como del presidente y el director general de esta asociación que gestiona el reciclado de vidrio en España, Enric Crous y Javier Puig, respectivamente.
En el conjunto de España, el año pasado se recogieron 657.330 toneladas de vidrio procedentes de contenedores, 80.362 más que en 2006, mientras que de otras fuentes (plantas de envasado, deselección, etc.) se recuperaron 279.007 toneladas, lo que supone un total de 936.336.672 kilos.
Muy cerca del objetivo
Esto supone que los españoles han reciclado por encima del 56%, con lo que, según Puig, "estamos cerca" de alcanzar el objetivo del 60% que marca la normativa para finales de 2008.
La ministra ha mostrado su satisfacción por estos datos, ya que, según ha recordado, al principio de esta legislatura en España no se reciclaba ni el 40%, y ha confiado en que "se puede mejorar" en algunas comunidades.
Con el vidrio reciclado se han logrado reducir en 377.343 toneladas las emisiones de CO2 a la atmósfera, 39.000 toneladas más que en 2006, debido al ahorro de energía que se logra con este sistema.
Como ejemplo de los beneficios medioambientales de la recuperación de vidrio, Puig ha destacado que con el ahorro de energía que supone reciclar tan solo tres botellas se podría lavar toda la ropa de una familia de cuatro miembros durante un día entero y hacer funcionar un lavavajillas de doce cubiertos.
El director general ha asegurado que España cuenta con el mejor índice de contenedores por habitante, uno por cada 299 ciudadanos, lo que supone un total de 151.000 distribuidos por todo el país.


ADN, Miércoles 20 de febrero de 2008

CO2 bajo tierra para salvar el planeta

F. J. Gutiérrez
Madrid. Kioto ya está aquí, pero la economía mundial sigue dependiendo de los combustibles fósiles. China abre una central térmica cada semana, India almacena el 10% de las reservas mundiales de carbón, EEUU no está dispuesto a establecer límites a sus emisiones, las renovables no son suficientes, la nuclear suscita dudas...
Los grandes agentes energéticos mundiales urgen una solución que les permita seguir quemando sus reservas de petróleo, gas y carbón, pero sin aumentar aún más su emisión de gases. Las sanciones son una realidad que se acerca y una tecnología existente, cuya viabilidad ya demuestran las petroleras, surge en el horizonte como una alternativa viable.
Capturar y almacenar dióxido de carbono, bien bajo tierra o en la profundidad de los océanos, es una de las soluciones favoritas de EEUU, países emergentes como China o India —hasta ahora no obligados a establecer topes, pero cada vez más contaminantes— e incluso España y la UE, que apoyan decididamente esta opción para frenar el cambio climático.
El sueño del carbón limpio: en lugar de emitirlo a la atmósfera, el dióxido de carbono que contienen los combustibles fósiles, bien antes o tras la combustión, es capturado y almacenado en formaciones geológicas permanentes como los yacimientos de petróleo y gas agotados.
Las reservas de carbón son entre cuatro y cinco veces más elevadas que las de petróleo, por lo que la mayoría de los estudios concluyen que al ritmo de consumo actual seguirá habiendo carbón para los próximos 200 o 300 años”, sostiene Carlos Abanades, del Instituto Nacional de Carbón, del CSIC.
La Cumbre del Clima de Bali dio su apoyo a estos sumideros de CO2, pero todavía existe un gran inconveniente: elevan el precio del kilovatio hasta un 50%. Y, además, los ecologistas no lo tienen claro, ya que mantienen que esta tecnología puede relajar a los gobiernos en sus compromisos medioambientales y sigue presente el riesgo de fugas y accidentes.
LA GACETA DEL MIÉRCOLES, 20 de febrero de 2008

Científicos de EE.UU. proponen captar el CO2 y reconvertirlo en gasolina

ANNA GRAU. SERVICIO ESPECIAL. NUEVA YORK .
Dos científicos del laboratorio de Los Álamos, en los Estados Unidos, han lanzado una propuesta que, bajo el título de Libertad Verde, se propone nada menos que rizar el rizo: capturar el dióxido de carbono que los automóviles emiten a la atmósfera cuando queman gasolina y procesarlo para que se vuelva a convertir en gasolina. Vendría a ser como poner coto de una sola tacada a la amenaza del calentamiento global y a la del ocaso de los combustibles fósiles. ¿Quién da más?
Al decir de los expertos, lo que proponen F. Jeffrey Martin y William L.Kubic Jr. no es científicamente una tontería. Investigadores de la Universidad de Columbia y hasta algún laureado con el premio Nobel ya había apuntado hasta ahora ideas de cortes similares. Ni siquiera hay que innovar demasiado: toda la tecnología necesaria para el proceso está a punto, sostienen los padres del ilusionado invento.
Lo que no dicen acto seguido es que no se trata de una tecnología cualquiera: estamos hablando de energía nuclear. Desde un punto de vista estrictamente ecologista, habrá sin duda quien considere que es peor el remedio que la enfermedad.
Mercado de emisiones
Sucede que las necesidades energéticas del coloso norteamericano son tan enormes que cualquier intento de contener en serio el calentamiento global sin perjudicar la economía parece misión imposible. En Estados Unidos está a punto de constituirse por ley un mercado de emisiones de carbono de mil billones de dólares, el doble que todo el mercado de la UE. Tanto Hillary Rodham Clinton como Barack Obama e incluso John McCain respaldan la iniciativa. Pero a los expertos les ha faltado tiempo para avisar de que esto puede elevar un 20 por ciento el precio de la electricidad, y un 12 por ciento el de la gasolina, de aquí al año 2012.
Nunca la economía había condicionado tanto a la ciencia. Los promotores de cualquier progreso en este sentido no sólo tienen que demostrar que su invento funciona sino que es rentable. Y por rentable, en este contexto, no sólo se entiende que la relación calidad-precio del producto sea satisfactoria, sino que también lo sean sus efectos en los hábitos de consumo generales. Una verdadera hazaña.
Hace años que se trabaja para intentar reducir la dependencia de la gasolina. Se ha experimentado con biocombustibles, con el coche eléctrico y con el coche movido por hidrógeno. De momento hay que ser muy verde, pero mucho, para contentarse con las limitaciones de estos vehículos. Además hay que tener en cuenta que ninguna de estas soluciones» vale para los aviones.
Lo más atractivo del proyecto de Los Alamos es que si sale bien los americanos podrán cumplir su sueño dorado de seguir quemando toda la gasolina que les dé la gana durante muchos años. Algo que ellos asocian con su idea más íntima de libertad personal. Luego ya vendrán los científicos a «barrer» el aire, empleando una solución líquida de carbonato de potasio para capturar el dióxido de carbono del aire y hacer viable su conversión y almacenamiento como combustible.
El proceso electroquímico es hasta sencillo, lo complicado es cómo se consigue la enorme cantidad de energía necesaria... sin que lo que se ahorra por un lado se vuelva a gastar por el otro. Esto es exactamente lo que ocurriría si se acometiera el problema con energías limpias como paneles solares.
Emulando a Bill Gates, los científicos de Los Alamos ya lo han probado en su garaje, a escala «tupperware», y ha funcionado. Pero para lograrlo a escala industrial les hace falta una planta nuclear. Han calculado que con todo a su favor podrían llegar a producirse 750.000 galones al día a un precio óptimo de 2,30 euros el galón (que está entre los tres litros y medio y los cuatro litros). ¿Saldrán en Estados Unidos el apoyo y los fondos para investigar esto más en serio? Para bien o para mal, no tienen nada que perder.
ABC, miércoles 20 de febrero de 2008

19 febrero 2008

Madrid, a la cola de Europa en la lucha contra la polución

ELENA G. SEVILLANO - Madrid -
Madrid no es Roma. Durante el mes de enero, al menos cinco estaciones de la red que mide la contaminación en Madrid registraron, durante tres días seguidos, valores superiores al límite diario (50 microgramos por metro cúbico) que marca la legislación europea. Recoletos y Luca de Tena pasaron de 80 y el paseo de Extremadura, de 70.
Madrid no es Roma, porque, de serlo, el viernes 1 de febrero los vehículos más contaminantes (matriculados antes de 2001) no hubieran podido circular. Si dos estaciones superan a la vez el límite tres días seguidos, se impone el blocco totale para "salvaguardar la salud de los ciudadanos". A los que lo hacen les cae una multa de 71 euros.
Madrid tampoco es París. En la capital francesa, las autoridades locales están obligadas a avisar a la población si se superan los 200 mg/m3 de dióxido de nitrógeno en tres estaciones a la vez. Algo que pasó aquí los días 19, 20, 21 y 22 de enero. Al día siguiente, el Ayuntamiento sí que lanzó un aviso que desaconsejaba hacer deporte. Pero lo atribuía al aumento de las partículas en suspensión provocadas por masas de aire africano. En Madrid, el procedimiento sólo obliga a alertar a la población cuando se superan los 300 mg/m3 en toda la red, una cifra que se obtiene al hacer la media de estaciones tan dispares como Recoletos y Casa de Campo.
Madrid no es ni Londres, ni Milán ni Berlín. Tres ciudades que han aplicado restricciones al tráfico de manera permanente, ya sea disuadiendo a los conductores al imponer un peaje o prohibiendo el paso a los vehículos más contaminantes.
Madrid aprobó en febrero de 2006 su Estrategia Local de Calidad del Aire, que incluye, entre otras actuaciones, prohibir el acceso al centro a los coches más contaminantes (los fabricados antes de 1993). Esa restricción debía estar en marcha en 2008, pero, de momento, nada se sabe de la marcha del plan. Las ciudades que han implantado sistemas parecidos, como Estocolmo, han necesitado meses de pruebas. "Estamos en plazo", reiteran fuentes del Ayuntamiento, a la vez que rehúsan ofrecer más información.
¿Por qué Madrid todavía no tiene planes similares? ¿Está mejor o peor que estas ciudades? "Peor", contesta Fernando Prieto, doctor en Ecología y coordinador del informe Calidad del aire en las ciudades (2007), encargado por el Ministerio de Medio Ambiente. Para este experto, lo más urgente es alertar a la población cuando se superen los niveles para reducir su exposición y sacar de las ciudades los coches más contaminantes. Madrid registró una media de 60 mg/m3 de dióxido de nitrógeno el año pasado, cuando el máximo que marca la UE es 46.Miguel Ángel Alcolea, geógrafo del Instituto Complutense de Ciencias Ambientales, enumera tres maneras de reducir la contaminación: fomentar el transporte público, peatonalizar e imponer un impuesto como el de Londres. ¿Y para los episodios de contaminación alarmante? "Restricción del tráfico; no hay otra" Y concluye: "Lo idóneo sería avisar a la población cuando se superen los niveles máximos".
Madrid debería fijarse en Alemania e Italia, que restringen el acceso a los coches más contaminantes o les hacen pagar, opina Pedro Sauret, director técnico del RACC. El peaje urbano de Londres y la restricción de la velocidad de acceso a Barcelona serían buenas medidas, según Paco Segura, de Ecologistas en Acción. En todo caso, asegura, lo ideal sería coordinar un plan con la Comunidad de Madrid. "La contaminación no es un problema exclusivo de la ciudad, sino metropolitano. Cada día llegan 800.000 coches de fuera". Éstas son medidas aplicadas en otras ciudades europeas:
- Roma. Durante 12 jueves del invierno, sólo circulan por la Fascia Verde (que engloba casi toda la ciudad) los vehículos con matrícula par o impar, según el día. Además, hay prohibición total de circular tres domingos (26 de enero, 17 de febrero y 2 de marzo).
- Milán. Acaba de poner en marcha el Ecopass, un sistema de limitación de acceso al centro para los vehículos más contaminantes. Los más limpios están exentos de pago. El resto desembolsan entre 2 y 10 euros al día. Las sanciones por impago van de los 70 a los 275 euros.
- París. Los valores de dióxido de nitrógeno siempre son superiores a los que recomienda la UE, según admite el propio Ayuntamiento. París tiene un plan de actuación por el que está obligado a informar a la población en caso de que se superen los niveles máximos de cuatro contaminantes: dióxido de nitrógeno, ozono, dióxido de azufre y partículas PM 10. Ha instalado paneles informativos en las calles y lanza alertas.
- Berlín. El tráfico es responsable de un 40% de la polución por partículas y de un 80% de la de dióxido de nitrógeno, según el Ayuntamiento de Berlín. El 1 de enero entró en vigor la llamada "zona ambiental", un área de 88 kilómetros cuadrados con un millón de residentes. De momento, sólo los coches Euro 1 (anteriores a 1995 y los más contaminantes) tienen prohibido circular por ella (suponen el 7% de los 1,2 millones de vehículos de Berlín), pero en 2010 ya sólo podrán entrar los vehículos Euro 4 o superiores (a partir de 2001).
- Londres. El peaje urbano empezó a funcionar en 2003 y el año pasado se extendió hacia el oeste. La llamada "tasa de congestión" es una tarifa diaria de ocho libras (11 euros) en días laborables. No hay puestos de peaje ni barreras, sino que unas cámaras leen la matrícula. Los residentes en la zona tienen un descuento del 90%. El año pasado, el peaje urbano recaudó más de 164 millones de euros, que se emplean en mejorar el transporte público. Londres cobrará a partir de octubre 25 libras (33 euros) a los coches más contaminantes. A los más limpios, nada. El peaje urbano ha reducido el tráfico un 21%.
- Barcelona. El principio "a menos velocidad, menos contaminación" está detrás de la decisión de la Generalitat de limitar a 80 kilómetros por hora la velocidad de entrada a Barcelona. La norma afecta a 17 municipios. Según cálculos del Gobierno catalán, a esta velocidad las emisiones de óxidos de nitrógeno se reducen una media del 17% respecto a circular a 100 kilómetros por hora. El bicing es la otra gran apuesta de Barcelona: un servicio público de 3.000 bicicletas de uso compartido distribuidas por toda la ciudad. Más de 100.000 abonados pagan 24 euros al año.
EL PAÍS, lunes 18 de febrero de 2008
Imagen: El País

18 febrero 2008

100.000 nuevos semáforos para ahorrar energía

El Ministerio de Industria sustituirá en 2008 cerca de 100.000 semáforos convencionales por los de tecnología LED, para ahorrar el equivalente al consumo eléctrico de 22.000 hogares.
PÚBLICO, Miércoles 6 de febrero de 2008

La ONU trata de impulsar el acuerdo contra el calentamiento alcanzado en Bali

ABC
NUEVA YORK. La Asamblea General de la ONU inicia hoy un debate de alto nivel de dos días de duración sobre la lucha contra el cambio climático, con el fin de impulsar el acuerdo logrado el pasado diciembre en la conferencia internacional de Bali (Indonesia) para reducir la emisión de gases contaminantes. Una veintena de ministros y centenares de representantes de más de cien países se unirán al conocido empresario británico Richard Branson y al alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, para discutir los próximos pasos en la lucha contra el calentamiento.
La última conferencia en la isla indonesia, auspiciada en diciembre por Naciones Unidas, concluyó con un acuerdo firmado por 187 países que supone la admisión por parte de los firmantes, incluido Estados Unidos, de la necesidad de un acuerdo más ambicioso que el Protocolo de Kioto y encauzó las negociaciones para reformar este tratado en 2009.
El presidente de la Asamblea General, Srgjan Kerim, aseguró en un comunicado de prensa que el debate no busca sustituir las negociaciones iniciadas en Bali. «Nuestro objetivo es apoyar el proceso; se tiene que mantener el impulso logrado en la llamada Hoja de ruta de Bali», afirmó. El ex ministro de Exteriores macedonio agregó que el cambio climático es un «problema que se debe combatir de manera sistemática, por lo que la Asamblea General debe estar siempre pendiente», informa Efe.

Un reto global
Otro de los propósitos de las dos jornadas de debate es encontrar la mejor estrategia para que los diversos programas y agencias que conforman el sistema de la ONU contribuyan de manera efectiva a la reducción de emisiones contaminantes. Tanto Kerim como el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, han reiterado en diversas ocasiones su convencimiento de que la organización es el mejor foro para combatir un reto global como el cambio climático.
El secretario general apuntó en un reciente informe sobre el tema que la ONU debe proporcionar una plataforma sólida, un marco sensato y fomentar la cooperación en su seno para facilitar un futuro acuerdo global con vistas a la cumbre a celebrar en Copenhague en 2009.
ABC, Lunes 11 de febrero de 2008

BAN KI-MOON. Una cruzada contra el cambio climático

POR ARACELI ACOSTA
MADRID. Ha hecho de la lucha contra el calentamiento global del planeta su bandera durante su primer año como secretario general de Naciones Unidas. El coreano Ban Ki-moon llegó a la ONU con la meta de devolver la credibilidad a una organización cuestionada por los casos de corrupción y la inoperancia frente a crisis de la envergadura de Irak, Palestina, Kosovo y Darfur.
Sin embargo, y a pesar de que en sus dos primeras ruedas de prensa no hizo ninguna mención al cambio climático -tampoco nadie le preguntó, según consta en las transcripciones de esos encuentros con la Prensa acreditada ante Naciones Unidas-, tras la presentación de la primera parte del informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático en París en febrero pasado el secretario general incluyó el cambio climático entre las prioridades de su mandato.
«Si nos interesa el legado que dejaremos a las generaciones venideras, éste es el momento para una acción mundial decisiva. Todas las naciones pueden adoptar medidas firmes para lograr un saldo neutro de emisiones de dióxido de carbono. Debemos movilizar la voluntad política de los países en desarrollo y los países industrializados para alcanzar ese objetivo». Son sólo algunos de los llamamientos que ha hecho este coreano de apariencia frágil y tímida.

De las palabras a los hechos
Pero Moon no se ha quedado sólo en palabras. Aunque parezca mentira, ha sido el primer secretario general de Naciones Unidas que ha viajado a la Antártida para conocer de primera mano y sobre el terreno lo que el calentamiento global está provocando en el continente helado. «No estoy aquí para hacer ecoturismo -dijo nada más bajarse del aparato de la Fuerza Aérea chilena que le llevó hasta la base Frei, en la isla rey Jorge-, sino como mensajero de todas las advertencias sobre el cambio climático». Y lo cumplió.
Sólo unos días después se desplazaba a Valencia para participar en la presentación del informe de síntesis del IPCC, donde expresó su desolación frente a las amenazas «tan aterradoras como las de una película de ciencia ficción»que se ciernen sobre «algunos de los más preciados tesoros de nuestro planeta». Tras esa introducción sobre los peligros que él mismo percibió ante la «conmovedora belleza de las barreras de hielo que ya han empezado a resquebrajarse» en la Antártida, Moon instó a los Gobiernos a dar respuestas políticas a las conclusiones científicas.
Un llamamiento que volvió a repetir el pasado diciembre ante los miles de delegados de más de 150 países reunidos en Bali (Indonesia) en la Cumbre Mundial del Clima. Allí, su presencia -en dos ocasiones, inauguración y clausura, cosa que nunca hizo su predecesor en el cargo- fue vital para desatascar unas negociaciones que desde el primer día parecían abocadas al fracaso.

Diplomacia oriental
Sin el carisma de Annan, pero con la persistencia tradicional de la diplomacia oriental, el secretario general de la ONU llegó el último día de negociaciones a Bali para presentar el acuerdo final, pero sólo pudo cantar las cuarenta a las delegaciones, mostrándose «decepcionado ante la falta de progreso» e instando a los delegados «a llegar al acuerdo necesario», pues lo contrario sería «una traición hacia las generaciones venideras». «En una negociación, ninguna delegación puede conseguir todo lo que desea», añadió para flexibilizar las enconadas posturas. Y surtió efecto. Estados Unidos cogía recortes de lo dicho y aceptaba hablar sobre «Kioto 2».
ABC, Lunes 11 de febrero de 2008

El calentamiento global favorece la expansión a Europa de virus tropicales

ISABEL F. LANTIGUA-MADRID
El dengue, la encefalitis japonesa, el virus del oeste del Nilo y otras enfermedades parecidas pueden dejar de ser trastornos conocidos sólo por las series de médicos tipo House para convertirse, en un futuro no muy lejano, en compañeras habituales de los europeos, que experimentarán en carne y hueso los síntomas que han visto tantas veces en la pequeña pantalla. La culpa de este fenómeno la tiene, en parte, el aumento de las temperaturas por el cambio climático, según dice un artículo de la revista médica The Lancet.
"Con el incremento de las temperaturas en todo el mundo, el mayor movimiento de personas de un lugar a otro y el aumento del transporte de bienes, animales y productos agrícolas, la aparición de los virus causantes de estas enfermedades en nuevas regiones parece más que probable", escriben en la publicación médica los doctores Ernest Gould, del Centro de Ecología e Hidrología de Oxford (Reino Unido) y Tom Solomon, de la Universidad de Liverpool.
Ambos expertos explican que los cambios meteorológicos que está experimentando el planeta favorecen que los insectos -mosquitos y garrapatas- que transmiten estos virus se aclimaten a entornos que hasta ahora eran hostiles para ellos. Así, señalan que es posible que el virus del Oeste del Nilo aparezca en el sur de Europa y, quizás también en el norte, o que la encefalitis japonesa se propague más allá de las fronteras que le dan nombre.
El artículo recoge que el riesgo de sufrir estas epidemias podría disminuir si se contara con más vacunas disponibles que pudieran pagar también los países en vías de desarrollo.
Entre los virus más favorecidos por el cambio climático destacan los de la familia de los flavivirus, que afectan tanto a humanos como a animales, y pueden ser transmitidos por mosquitos o garrapatas. Las enfermedades asociadas a estos virus, que pueden expandir sus territorios por las altas temperaturas, son:
Fiebre amarilla. Afecta cada año a 200.000 personas y causa 30.000 muertes. Los brotes más graves suelen darse en el Africa subsahariana. Este virus, que se transmite por los mosquitos, es originario de Africa, pero se extendió primero a Suramérica, en los barcos que transportaban esclavos, y después a Norteamérica y Europa. Tras un periodo de incubación que va de tres a seis días, la persona infectada puede experimentar alguno de estos síntomas: fiebre alta, dolores de cabeza y musculares, vértigos, náuseas y vómitos. En los casos más graves puede provocar ictericia.
Dengue. El virus del dengue causa más de 50 millones de infecciones anuales. Aunque la fiebre del dengue se conoce desde hace más de 200 años, los brotes más graves se registraron en 1950. En los niños, el dengue provoca un cuadro febril más o menos inespecífico mientras que en los adultos presenta un síndrome de fiebre, con fotofobia y erupciones cutáneas en el 50% de los pacientes. Otra variedad de dengue, más grave, es la denominada fiebre hemorrágica, que afecta al sistema vascular. Ambas infecciones se transmiten por el mosquito Aedes aegypti.
Encefalitis japonesa. El virus habita en mosquitos que atacan a pájaros, cerdos, caballos, reptiles, anfibios y, por supuesto, humanos. Cada año se registran 50.000 casos de encefalitis y la tasa de mortalidad ronda el 25%. Fiebre, tos, diarrea, dolor de cabeza y vómitos, junto a un síndrome similar a la enfermedad del Parkinson, son los síntomas típicos de la enfermedad, que puede dejar secuelas.
Virus del oeste del Nilo. Surgió en Africa y se dispersó gracias a la migración de los pájaros. Así ha llegado a Europa, Rusia, la India y Oceanía y también se han registrado casos en Nueva York. Los veranos húmedos y calurosos suponen el entorno ideal para el mosquito responsable de la infección. Los síntomas son parecidos a los de una gripe, pero aumentados.
Encefalitis de Saint Louis. Menos conocida que las anteriores, sólo afecta anualmente a 50 individuos al año en América del Norte y su tasa de mortalidad es del 7%. Problemas neurológicos y del tracto urinario hacen reconocible esta infección.
Encefalitis transmitida por garrapatas. Conocida también como la encefalitis rusa de la primavera y el verano, por afectar principalmente a los ciudadanos de este país, este trastorno empieza como una gripe y en el 30% de los casos evoluciona hasta la fase neurológica.
Virus Powassan. Es el único flavivirus transmitido por garrapatas que se ha detectado en América, aunque es originario del este de Rusia. Es otra forma de encefalitis.
Mal de Louping. Se trata de un descendiente británico de la encefalitis de la garrapata. Se encuentra en los páramos de Irlanda, Escocia, Gales y Reino Unido donde pastan las ovejas. Aunque provoca encefalitis sólo se ha detectado una muerte en humanos por esta causa. Las ovejas y los urogallos son las víctimas preferidas de las garrapatas que transmiten esta enfermedad. Virus similares, aunque genéticamente distintos, también se han aislado en España, Noruega, Turquía y Grecia.
Fiebre hemorrágica de Omsk. El virus causante de esta fiebre se aisló en 1947 en Omsk, en Siberia, y se relaciona con las otras encefalitis transmitidas por garrapatas, aunque sus características epidemiológicas son distintas.
Enfermedad del bosque de Kyanasur. Caracterizada por fiebres hemorrágicas, el virus se aisló por primera vez en 1957 en un mono de la India pero se cree que circulaba en las garrapatas desde muchos años antes. Entre 100 y 500 personas al año sufren este trastorno.
EL MUNDO, Viernes 8 de febrero de 2008

Consejos para ahorrar en la factura de la luz

Iberdrola ha puesto en marcha el proyecto "Huella Verde", que pretende reducir las emisiones de CO2 en los cerca de 15 millones de hogares españoles a través de acciones sencillas y disminuir las emisiones en más de 5.000 toneladas. Así mismo, siguiendo los consejos que aparecen en www.iberdrola.com/huellaverde se podrá disminuir la factura de la luz entre un 5 y un 10 por ciento.
ABC, Lunes 18 de febrero de 2008

Temen el retorno de tiburones a la Antártida si persiste calentamiento global

EFE
Boston.- El retorno de los tiburones a la Antártida como resultado del calentamiento global tendría consecuencias ecológicas desastrosas, señaló hoy un grupo de científicos de la universidad estadounidense de Rhode Island.
En una presentación ante la reunión anual de la Asociación de EE.UU. para el Avance de las Ciencias (AAAS), los investigadores explicaron que el clima cálido reinante hace 40 millones de años en la Antártida era benigno para los tiburones y otros tipos de peces.
Ahora solo se necesitarían unos pocos grados centígrados más de promedio en la Antártida para que el ambiente comience a asemejarse al pasado, indicaron.
Eso podría ocurrir durante este mismo siglo con consecuencias desastrosas, señalaron los biólogos Cheryl Wilga y Brad Seibel en un análisis sobre las adaptaciones y el metabolismo de los tiburones y otros depredadores de aguas cálidas.
"En las aguas antárticas hay pocos depredadores que pueden destrozar a su presa. Como resultado, el fondo marino está dominado por invertebrados lentos de cuerpo blando, como en los antiguos mares, antes de la evolución de esos depredadores capaces de destrozar un caparazón", indicó Wilga.
El agua en torno a la Península Antártida se mantiene de manera permanente algunos grados centígrados sobre el nivel de congelación.
Sin embargo, en los últimos 50 años esa temperatura ha aumentado una media de una a dos grados centígrados, lo que sería el doble de la media global.
Solo se necesita que las aguas permanezcan durante todo el año sobre el punto de congelación para que sean habitables para algunos tiburones.
Y "al ritmo (de calentamiento global) que vamos, eso podría ocurrir en este siglo", dijo Wilga, quien agregó que "una vez que lleguen cambiará totalmente la ecología de la comunidad marina de la Antártida".
Wilga y Seibel manifestaron que no creen que la llegada de los tiburones y otro tipo de grandes depredadores marinos ocasionará una extinción generalizada de especies en la Antártida.
Sin embargo, añadieron que sí es seguro que habrá cambios dramáticos en las poblaciones y proporciones de las especies y las más vulnerables serán las de cuerpo blanco, entre ellas las de los camarones.
Por otra parte, el único pez que habita las gélidas aguas antárticas porque tiene un sistema anticongelante afrontará una nueva amenaza.
Esos peces ya son presa preferida de focas y pingüinos y la invasión de tiburones y otros depredadores tendrá un enorme efecto en ellos, indicó.
Los científicos indicaron que el calentamiento global también podría propiciar el retorno a la Antártida de los cangrejos, otro depredador que pobló ese continente cuando las temperaturas eran más benignas.
Según los investigadores, en estos momentos el cangrejo no puede regresar porque el agua fría le impide eliminar el magnesiode su sangre.
Sin embargo, el aumento de las temperaturas marinas en torno a la Antártida ya ha hecho que un número cada vez mayor de cangrejos haya comenzado a acercarse a la plataforma del continente helado, explicaron.


ABC, Lunes 18 de febrero de 2008

Richard Sandor: padre del mercado de co2

ANNA GRAU
SERVICIO ESPECIAL
NUEVA YORK. Uno en general piensa que los héroes del medio ambiente o son «verdes» de toda la vida, espíritus puros que ya nacieron odiando contaminar, o son políticos que han descubierto las enormes virtudes electorales del ecologismo. Richard Sandor no es ni lo uno ni lo otro. Es un economista, un cerebro financiero. Con una cierta tendencia a ir al revés del mundo, eso sí: a principios de los años setenta, cuando en la Universidad de Berkeley, en California, lo que se llevaba era la contracultura, Sandor se tomó un año sabático y se fue a trabajar a la Cámara de Comercio de Chicago.
Allí empezó a labrarse su leyenda de visionario. Antes de ser mundialmente famoso como «padre del comercio de emisiones de CO2 », se le reconoció la paternidad de otra criatura ilustre: los futuros financieros.
Desde entonces dice que él ya sabía que la siguiente gran revolución sería la fusión de los nuevos tipos de mercado favorecidos por internet con lo ecológico. La pasión por lo sostenible no es en Sandor un ideal sino un objetivo empresarial concreto. Una exigencia de la buena gestión. Un indicio de que la ley del más fuerte, cuando funciona correctamente, fortalece siempre al mejor. Virtud y negocio no sólo no se excluyen, sino que se potencian mutuamente.

Enriquecimiento sostenible
¿Pero es eso posible? ¿No se supone que para ganar dinero es casi preceptivo no tener escrúpulos, y mucho menos con el medio ambiente?
Richard Sandor sostiene lo contrario: al final, el más sostenible gana, particularmente en un mundo donde las acciones y los bienes pueden cambiar de mano con suma facilidad, por razones muy rápidas y muy sensibles. La gente, por encima de cualquier cosa, no quiere perder su dinero.
La mayor genialidad de Sandor es haber concebido la idea de un mercado de las emisiones tóxicas, las que contribuyen al calentamiento global del planeta. El gran reto de todos los gobiernos y de todos los paneles intergubernamentales de las Naciones Unidas, el gran drama de Kyoto, es cómo atajar ese peligro sin poner en peligro el crecimiento económico.
Richard Sandor, nombrado uno de los «héroes del Medio Ambiente» en octubre de 2007 por la revista «Time», le ha dado la vuelta a ese miedo y lo ha tranformado en algo creativo: suscitando un mercado de compra-venta de emisiones, una bolsa de valores contaminantes, para variar se pone a las fuerzas del capitalismo a favor de lo verde, en lugar de pretender que se ignoren mutuamente.
Dicen los críticos que esto aún le da una vuelta de tuerca más fuerte al cinismo de algunos: si yo, en lugar de dejar de contaminar, te pago a ti para contaminar en tu lugar, ¿eso no es como la perversidad histórica de las bulas? Sí, desde un punto de vista ideal. Pero, desde el punto de vista real -que es el que asiste a los estudiosos del capitalismo en acción, como Sandor-, lo que estamos haciendo es transformar lo que era la ley de la selva en un tablero de Monopoly. Introduciendo cierto orden y, sobre todo, cierto concierto.

Capitalismo verde
Hay algo de estratosféricamente virtual en ello, como cuando Sandor apadrinó un simulacro de intercambio de emisiones bajo bandera de la ONU... ¡en Moscú! En un contexto económico de ver y tocar, eso es literalmente vender humo. Pero el caso es que la cibereconomía cada vez se parece más a su propio simulacro. ¿Qué es si no un mercado de valores, sino una representación de bienes reales, cuyo valor accionarial no tiene por qué corresponderse con el objetivo?
En ese sutil territorio germinó la idea de Sandor, que ha acabado siendo adoptada con entusiasmo por la Unión Europea, por la empresa que ahora mismo él dirige en Chicago y por ejemplo por las comunidades brasileñas que han acabado comprendiendo que no tienen que desguazar el Amazonas para coger el tren del progreso; que les puede salir más a cuenta guardarse sus árboles, que en el mercado de emisiones tóxicas valen su peso en oro, y comerciar con aire puro como otros comercian con petróleo.
ABC, Lunes 21 de enero de 2008

17 febrero 2008

España sufre el semestre hidrológico más seco de los últimos 60 años

EFE
MADRID.- La escasez de lluvias está propiciando que España vaya a sufrir el semestre hidrológico (octubre-marzo) más seco de los últimos sesenta años, según ha asegurado el director general del Instituto Nacional de Meteorología (INM), Francisco Cadarso, que ha calificado de "seria" la actual situación de sequía. Así lo ha manifestado Cadarso en una rueda de prensa, junto a la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, quien ha subrayado que el periodo prolongado de sequía que está viviendo España "presenta los datos más severos de toda la historia de nuestros registros".
Cadarso ha explicado que los datos de hoy mismo indican que desde el inicio del año hidrológico (1 de octubre de 2007) el valor medio nacional de las precipitaciones es de 177 milímetros frente a un valor normal de 316 milímetros, lo que significa que "sólo ha llovido un poquito más de la mitad de lo que debería haberlo hecho".
Para que el primer semestre del año hidrológico no fuera el más seco de las seis últimas décadas, se deberían registrar en toda España 20 litros por metro hasta finales de febrero "y eso es muy difícil que ocurra", según Cadarso.
La ministra ha incidido en las medidas que desde el año 2005 ha tomado el Gobierno para hacer frente a un periodo prolongado de sequía y ha señalado que "la buena noticia" es que se mantiene la garantía del abastecimiento humano y se sigue actuando para minimizar todo lo posible los efectos en la agricultura.
Las previsiones del INM apuntan hacia "un régimen un poco más lluvioso", que se va a manifestar sobre todo en los dos tercios inferiores de la península y, en menor medida, en el tercio norte, si bien "no se va a paliar" el déficit de agua actual, según Cadarso.
EL MUNDO, Domingo 17 de febrero de 2008
Imagen: El Mundo

El impacto del calentamiento global empieza a fundir los glaciares del Everest

ALFREDO MERINO
MADRID.- Dawa lo tuvo claro. Desde que comenzó la ascensión notó que algo le pasaba al hielo. Su experiencia trabajando durante años en el techo del mundo le permitió detectar los cambios.
Tal vez fuese que el glaciar gimiera y crujiese más de la cuenta. Acaso que los movimientos de la Cascada de Hielo eran más dramáticos aquella primavera de 2007 que las temporadas anteriores, o que los lienzos de duro hielo azul eran ahora extensiones de nieve medio derretida, por los que resultaba muy difícil subir.
Extremando las precauciones, siguió ascendiendo junto con los miembros de su expedición por aquel caos de hielo vertical, cuyos 600 metros de desnivel constituyen el paso más peligroso de la subida del Everest, de 8.848 metros de altura.
Aunque la ruta se asegura con cuerdas, escaleras y puentes, nadie de los que ascienden está a salvo, pues en cualquier momento puede caer sobre ellos un témpano de hielo tan grande como un edificio de tres alturas.
En la subida, Dawa se cruzó con un grupo de sherpas que regresaba a toda pastilla hacia el campamento base. El tono dramático de sus advertencias hizo que este sherpa, curtido en mil batallas y vencedor en varias ocasiones de la montaña más alta de la Tierra, decidiera darse la vuelta. Aquel mismo día una parte de la cascada se vino abajo.
Poco después, Dawa Steven Sherpa logró alcanzar la cima del Everest. «Había cumplido mis sueños y el mundo estaba bajo mis pies; era feliz, pero me acordé de lo que había pasado y me quedé muy preocupado. De regreso a Katmandú, constaté que aquello lo había provocado el calentamiento global», recordó el otro día en Katmandú, durante la presentación de su nuevo proyecto para este año. Este sherpa ha anunciado que durante la próxima temporada, liderará una ecoexpedición para dar a conocer los efectos del cambio climático en el Everest y el resto del Himalaya.
Según un reciente informe del WWF, durante las últimas temporadas, las temperaturas de Nepal, en la vertiente sur de la gran cordillera y donde se localizan las mayores montañas, han experimentado un aumento anual de 0,6º.

Exploración científica
Además de intentar subir a la cima, la expedición evaluará el estado de los glaciares del Everest. Cuenta para ello con el soporte del Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas, UNEP, y del Centro Internacional para el Desarrollo Integral de las Montañas, ICIMOD. Este organismo fundado en 1983 integra a ocho países miembros: Afganistán, Bangladesh, Bhután, China, India, Myanmar, Nepal y Pakistán, que soportan en su territorio parte del sistema montañoso Hindu Kush-Himalaya, HKH, el más extenso del planeta. El evento será el principal de los actos con los que la institución celebrará sus bodas de plata.
El ICIMOD será responsable de la parte científica de la expedición, que permitirá realizar el más completo estudio jamás realizado en los lagos Imja y Dig Tsho, que se alimentan de unos glaciares en regresión. «El glaciar de Imja está disminuyendo las últimas temporadas a un ritmo de 74 metros por año», ha señalado el coordinador del proyecto científico, Pradeep K. Mool.
Según señalan desde el ICIMOD, las montañas constituyen un excelente laboratorio para comprobar los efectos del cambio climático. Ocupan la quinta parte de la superficie terrestre y la mitad de la población actual depende de ellas para la vida. La región HKH posee una enorme biodiversidad y riqueza ambiental, siendo la principal fuente de agua del continente asiático.
Son nueve los grandes ríos que nacen en la cordillera asiática, entre ellos Ganges, Indo, Brahmaputra, Yangtze, Mekong, Salween y Huange He, dependiendo de sus caudales más de mil trescientos millones de personas en el continente asiático, lo que supone la quinta parte de la población global.
Según los datos que refleja el último estudio del UNEP, de seguir las actuales tasas de calentamiento, los glaciares himalayos verán cómo se derrite su extensión actual, estimada en medio millón de kilómetros cuadrados, hasta quedarse reducidos a 100.000 kilómetros cuadrados en el año 2030.
EL MUNDO, Domingo 17 de febrero de 2008
Imagen: El Mundo

16 febrero 2008

Once sumideros para enterrar CO2

INMACULADA G. MARDONES - Madrid -
Si hay que reducir la emisión de CO2 a la atmósfera, ¿por qué no enterrarlo? La captura del dióxido de carbono desde la central en que se origina es una fórmula innovadora y controvertida que ya da pasos en España. El Estado se ha reservado once emplazamientos de distintas superficies por toda la geografía peninsular como futuros emplazamientos para almacenar a más de 1.000 metros de profundidad las emisiones de dióxido de carbono de centrales térmicas.
La superficie de los once emplazamientos está completamente definida en tierra y mar, tal como se hace con las reservas mineras, para que en un futuro próximo ningún particular ni empresa especule con la propiedad de los terrenos bajo los cuales se almacene el dióxido de carbono. Los lugares elegidos son cuatro en la plataforma continental del Cantábrico, frente a los municipios de Llanes y Buelna (Asturias), Suances (Cantabria) y Mundaka (Vizcaya); otro en la bahía de Huelva; y el resto en tierra firme en las cercanías de Colmenar Viejo (Madrid), Guardo (Palencia), La Tumba (Zaragoza), Eljuive (Teruel), Tomelloso (Ciudad Real) y La Murada (Alicante).
"Hemos descartado muchos emplazamientos porque eran pequeños. Hay que tener en cuenta que un almacén geológico para gas tiene que ser completamente hermético y esas condiciones no se suelen encontrar por encima de los mil metros de profundidad", precisa Juan Manuel Kindelán, presidente de la Fundación para Estudios sobre la Energía, la organización que se ha responsabilizado de identificar los lugares idóneos. La inscripción de estas zonas se ha llevado a cabo por parte de la dirección General de Política Energética y Minas a favor del Estado.
Ignasi Nieto, secretario general de Energía, y Kindelán acordaron dar este paso para evitar a especuladores que pretendan reclamar supuestos derechos mineros. "Decidimos que sería bueno para el Estado inscribir estas reservas antes de hacer los estudios en profundidad sobre cada emplazamiento", afirma Kindelán, quien en el pasado fue responsable de la empresa pública de residuos radiactivos Enresa y presidente del Consejo de Seguridad Nuclear.
El aumento sostenido del precio del petróleo y la incertidumbre generada por la energía nuclear ha impulsado en los países industrializados el retorno al carbón, del que existen importantes reservas. El problema que acarrea su explotación son las cuantiosas emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono y otros gases, que provocan el efecto invernadero y el cambio climático.
La mayoría de estos países han suscrito el Protocolo de Kioto y muchos de los que todavía no lo han hecho se han comprometido a reducir drásticamente esas emisiones. Una de las vías para poder seguir explotando las reservas carboníferas y evitar sus efectos nocivos es la aplicación de tecnologías que reduzcan las emisiones y su secuestro o captura durante y después de la combustión. Otra es mediante su valorización o transformación química en plasticos, un objetivo en el que trabaja el Instituto de Carboquímica del CSIC en Zaragoza y el Instituto Nacional del Carbón en Oviedo.
En Puertollano, la central térmica experimental de Elcogás lleva desde 1999 aplicando distintas tecnologías para atrapar el CO2 antes de escapar a la atmósfera. Queda por identificar cuáles serían los emplazamientos seleccionados para enterrarlo con seguridad.
A esa tarea se dedica específicamente un equipo del Instituto Geológico y Minero encabezado por Roberto Martínez en colaboración con otras entidades científicas y varias compañías que cuentan con la financiación de 25 millones de euros del CDTI para un proyecto Cenit que engloba todo el proceso bajo la dirección de Juan Carlos Ballesteros, de Endesa.
El IGME y las compañías petroleras como Repsol son quienes mejor conocen los potenciales emplazamientos de esos sumideros en España. Obviamente, la geología de los terrenos donde han efectuado prospecciones se domina mejor que la de otros sobre los que no se ha desarrollado ninguna actividad similar.
Kindelán, que es ingeniero de minas, ha recurrido a un equipo dirigido por los profesores José María Martínez-Val y Emilio Menéndez e integrado por consultores y catedráticos. El proyecto ha contado con 250.000 euros facilitados en patrocinio por varias empresas y la ayuda del Ministerio de Industria.

100 millones de toneladas
Una vez terminado el estudio, la Fundación pidió a Industria que congelara inmediatamente las coordenadas de los emplazamientos seleccionados para evitar su comercialización. Según Kindelán los sumideros de CO2 deben tener una capacidad mínima de 100 millones de toneladas, el volumen de gas que emite una central térmica de carbón a lo largo de los 30 años de su vida útil.
En su opinión, las centrales térmicas deberían instalarse en las proximidades de estos sumideros para no tener que asumir el coste del transporte del CO2.
Como complemento a la identificación y registro de estos 11 sumideros, el Ministerio de Industria destinará 10 millones de euros de los fondos mineros para que el IGME acelere sus trabajos en la identificación de otros potenciales emplazamientos. Kindelán sostiene que "no existen datos sobre la geología profunda porque no le ha interesado a nadie. Nadie los ha estudiado, salvo las petroleras".
La captura de CO2 pretende ser una solución al cambio climático que no convence a los ecologistas, que temen que se relajen los esfuerzos mundiales para reducir emisiones. "Es una solución de final de tubería, que sólo sirve para emitir más CO2 aunque luego se entierre", declaró Raquel Montón, portavoz sobre energía de Greenpeace. "Se da un balón de oxígeno a las empresas más contaminantes", opina.


EL PAÍS, Sábado 16 de febrero de 2008

15 febrero 2008

Sólo las aguas cercanas a los Polos están libres de sufrir el impacto de la acción humana

A. ACOSTA
La sombra de la mano del hombre sobre los océanos es muy larga. Tanto que sólo han quedado relativamente libres de su acción algunas zonas en los Polos. Ésta es una de las principales conclusiones que arroja el primer mapa de la huella humana en los océanos, que cubren el 70% del planeta, aunque de este mapa se desprenda que están «menguando» en cuanto a su capacidad para generar recursos. Y es que los impactos son muchos y variados -en esta ocasión los investigadores han estudiado 17 actividades humanas-, muchos de ellos ocurren simultáneamente en un mismo lugar y van desde la pesca y la contaminación hasta el cambio climático, aportando una imagen de cómo y dónde nuestras actividades están perjudicando los mares.
Y las regiones más afectadas son el Caribe oriental, el mar del Norte y las aguas de Japón, según este nuevo mapa, que se presentó en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, celebrada en Boston, y que ayer publicó la revista 'Science'. «Nuestros resultados reflejan que cuando se suman éstos y otros impactos individuales,el cuadro general es mucho peor de lo que nos habíamos imaginado», aseguró el autor principal de la investigación, Benjamin Halper, del Centro Nacional para la Ecología de la Universidad de California.
Kilómetro a kilómetro
El equipo de Halper recopiló datos de diferentes fuentes y los volcaron en un modelo que asignó a cada kilómetro cuadrado de océano un valor único. Este valor refleja el conjunto de impactos de todos los cambios inducidos por los humanos en ese espacio en concreto.
Y el resultado revela que no hay ninguna área del océano que esté completamente a salvo de las actividades humanas. «En cada uno de los kilómetros cuadrados de nuestros mares están ocurriendo cambios ecológicos debido a causas antropogénicas», dice el estudio. Por eso, en la escala de afección que han utilizado no existe el valor 0, sino que el más bajo se refiere a un impacto menor de 1,4. En este sentido, y aunque muchas zonas de las regiones polares aparezcan por ahora por debajo de esa cifra, los investigadores advierten de que es probable que, a medida que el cambio climático caldee esas áreas, la mano del hombre acabe llegando hasta allí con toda su fuerza destructiva. No obstante, este análisis no tiene en cuenta la polución atmosférica, que es particularmente alta en el Ártico.
Donde ésta ya ha llegado es a un 41% de los océanos con un impacto medio alto y alto. Y aunque el porcentaje donde las afecciones han sido muy altas sólo representan el 0,5% de los mares, en cifras absolutas este porcentaje representa una superficie de más de 2,2 millones de kilómetros cuadrados.
Los ecosistemas más «tocados» son las plataformas continentales, los arrecifes rocosos, los arrecifes de coral, las praderas y las montañas submarinas. Y además de las regiones antes citadas (Caribe oriental, Mar del Norte y aguas de Japón) los investigadores identifican otras zonas con farolillo rojo: el mar de la China, en su parte meridional y oriental, la costa este de Norteamérica, el mar Mediterráneo, el mar Rojo, el Golfo Pérsico y partes del Pacífico occidental.
ABC, Viernes 15 de febrero de 2008

«Al Gore difunde falsas evidencias»

MANUEL ANSEDE - Madrid -
"El texto emplea la estrategia de aquellos que niegan que los judíos fueran seleccionados por los nazis para el exterminio". Así se despachaba la revista Nature en una crítica feroz al libro El ecologista escéptico, publicado en 2001. Su autor, el politólogo danés Bjorn Lomborg (Copenhague, 1965), está en España para presentar la secuela, En frío (ambos editados por Espasa), una guía que propone enterrar el Protocolo de Kioto y destinar su presupuesto a combatir el hambre, la pobreza y las enfermedades.
Por su anterior título, Lomborg recibió denuncias por deshonestidad científica y varios tartazos en la cara, lanzados por militantes ecologistas. Nada logró evitar que ahora vuelva a las andadas.
¿Admite que el calentamiento global es un gran problema?
Es un problema global y, desde luego, no es trivial. Pero no es el desafío crucial de la humanidad en el siglo XXI.
¿Qué medidas propone en lugar del Protocolo de Kioto?
Creo que existe el riesgo de que caigamos otra vez en el error de Kioto. En 1992, en la Cumbre de Río de Janeiro, se decidió reducir las emisiones de CO2 a los niveles de 1990 en un plazo de ocho años. No lo hicimos. En 1997, en Kioto, dijimos: "Bueno, esto no funciona muy bien, pero intentémoslo de nuevo, con exigencias más duras". Lo hicimos. Y probablemente superaremos los objetivos de Kioto en un 25%.
Si hemos fallado dos veces, no es razonable intentarlo una tercera en la reunión de Copenhague, en 2009, y encima con metas más ambiciosas. Es una buena oportunidad para no ser estúpidos de nuevo. Mi libro es un intento de encontrar medidas más inteligentes. En lugar de recortar las emisiones, que sólo sirve para que nos sintamos bien, deberíamos invertir en investigación y desarrollo de energías que no emitan CO2, como la solar, la eólica y los biocombustibles. Es mucho más barato y efectivo. El nuevo Tratado de Copenhague debería proponer una inversión del 0,05% del PIB en investigación de estas nuevas tecnologías.
¿Por qué cree que su idea es más "inteligente" que la propuesta por miles de científicos?
Es importante dejar claro que yo acepto lo que dice el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC). El IPCC es políticamente neutro, sólo dicen que hay un problema y que es necesario arreglarlo. Totalmente de acuerdo. Pero los que proponen medidas como el Protocolo de Kioto no son científicos ni economistas, son políticos. Y ellos siempre hablan de lo que nos hace sentir bien. Yo hablo de lo que en realidad funciona, y reconozco que quizás no sea políticamente vendible, pero es mejor para el mundo.
¿Cómo puede un politólogo estar en desacuerdo con el consenso científico en temas tan complejos?
Creo que no discrepo del consenso científico. Yo vengo de las ciencias sociales y acepto las ciencias naturales del IPCC. El cambio climático es real, pero cuando tenemos un problema, hay que hablar de cómo lo afrontamos. Y eso es una tarea para las ciencias sociales. Si preguntas a un experto en seguridad vial cómo evitar los accidentes, te dirá: "Reduce el límite la velocidad". Y es cierto, podemos eliminar la mortalidad en la carretera si ponemos un tope de velocidad de 5 km/h. Pero entonces no podremos ir a ningún sitio.
No se puede preguntar sólo a los especialistas, hay que tener una visión global. Y eso es lo que intentamos hacer en el Consenso de Copenhague [una conferencia de economistas fundada por Lomborg cuyo fin es establecer las prioridades a la hora de afrontar los retos del siglo XXI].
¿Qué sugieren?
Queremos ver cómo conseguir más beneficios para la sociedad con el mismo presupuesto. Podemos invertir en sanidad, en educación, en cambio climático... Y, evidentemente, todas las áreas dirán: ¡Dame a mí el dinero! Tenemos que ver quién tiene las ideas más inteligentes.
Si inviertes un euro en prevenir el sida, la malaria o la malnutrición, producirás 40 euros de beneficios sociales. Pero con políticas como el Protocolo de Kioto, por cada euro que gastes obtendrás 30 céntimos. Es estúpido. Tenemos un problema, pero eso no significa que haya que salir corriendo a resolverlo. Hay que evitar el pánico y reflexionar en frío.
Hace unos meses, el jefe de la oposición en España, Mariano Rajoy, afirmó que es imposible predecir lo que va a ocurrir dentro de 300 años. ¿Está de acuerdo?
Obviamente, no sabemos exactamente lo que va a pasar. Tiene sentido mirar hacia el futuro como lo hacen ahora los modelos climáticos, pero también deberíamos darnos cuenta de hasta qué punto podemos ayudar a la gente de otras maneras.
¿Era necesaria una segunda parte de ‘El ecologista escéptico'?
Sí, porque ahora sabemos mucho más sobre el cambio climático. En frío habla de los avances en las diferentes áreas, y de por qué recortar las emisiones de CO2 no es la manera más efectiva para ayudar a la gente. Pongamos un ejemplo. Los casos de malaria aumentarán con el calentamiento y, al final del siglo, el número de enfermos habrá crecido un 3,2%. Con el Protocolo de Kioto podemos impedir el 0,2% de casos de malaria.
¿Para qué centrarnos en evitar el 0,2% de casos en un siglo cuando tenemos ahora un 100% al que podemos auxiliar de una manera mucho más barata? Por cada muerte que Al Gore pueda evitar, otras medidas más inteligentes pueden impedir 35.000.
La Royal Society de Londres reaccionó al filme El gran timo del cambio climático diciendo: "Aquellos que promueven puntos de vista de la periferia de la ciencia, ignorando el peso de la evidencia, participan en un juego peligroso". ¿Juega usted también a un juego peligroso?
No he visto la película, pero es cierto que no hay que difundir falsas evidencias. En cualquier caso, ¿no es eso lo que está haciendo Al Gore? En mi opinión, decir que el nivel del mar no va a subir es mentira, pero también lo es que nos vamos a ahogar bajo el océano.
Hay muchas páginas web que documentan errores en sus libros. ¿Admite los fallos?
Estoy seguro de que hay errores en mis libros. La persona más activa en detectar mis errores tiene una web, http://www.lomborg-errors.dk/. Es un biólogo desempleado con mucho tiempo libre. He escrito un libro rebatiendo sus argumentos. No le gustan mis conclusiones y busca errores. No hay duda de que no todo va a ser verdad en mis libros, pero es lo mejor que soy capaz de hacer.
PÚBLICO, Viernes 15 de febrero de 2008
Imagen: Público

14 febrero 2008

Cambio climático: ¿la nueva religión?

CARMEN PÉREZ-LANZAC

El cambio climático ha movilizado a científicos que lo estudian, a ingenieros que buscan soluciones tecnológicas y a economistas que las miden. Y empieza a atrapar también una dimensión espiritual que lo está convirtiendo, en opinión de algunos, en la nueva religión del siglo XXI. Una nueva espiritualidad ecológica. El lenguaje mesiánico y los instrumentos casi religiosos que se utilizan rompen los esquemas discursivos y calan en una opinión pública más escéptica ante causas del pasado.
A finales de octubre del año pasado, Al Gore desembarcó en Sevilla para hablar de su movimiento contra el cambio climático, el Proyecto Clima. Gore, de 59 años, se subió al estrado y por enésima vez interpretó con entusiasmo el discurso que viene repitiendo desde hace ya varios años. Ese día, alguien le preguntó: "¿Cómo es usted capaz de repetir lo mismo una y otra vez?" "Porque soy un hombre con un sentido de misión, por eso puedo decir las mismas cosas sin perder la fuerza, la ilusión. Porque llevo un mensaje en el que creo apasionadamente", contestó.
En su afán por llegar al interlocutor, Gore, que es profundamente religioso, usa frases como "A Noé se le dijo que salvase las especies vivas y ello hoy sigue siendo nuestra obligación". Y antes de aleccionar a los embajadores o discípulos que forman parte de su movimiento, 1.700 por todo el planeta, les pide una "conexión espiritual".
"La estructura que Al Gore ha organizado resulta casi religiosa, con discípulos que transmiten la buena nueva, como Jesucristo", reflexiona el biólogo Miguel Delibes de Castro. "Los científicos solemos insistir en que hay que racionalizar los problemas, pero lo cierto es que es más vendible el mensaje emocional, sobre todo si implica a fuerzas superiores a nosotros. Ayuda a que la gente se mueva por algo que debe resultar parecido al sentir de la tribu antes ese dios mágico. A mí no me gusta esta forma de funcionar. Al Gore se considera un hombre con una misión, y yo de Mesías tengo más bien poco. Yo aviso de que algo está pasando y es la sociedad quién debe decidir qué hay que hacer. Sin embargo, soy mucho menos eficaz. Al Gore ha vuelto a demostrar que moviliza mucho más algo parecido a la fe que la racionalidad".
El de Al Gore es el ejemplo más visible, pero no el único. Frases como "Hay que salvar el planeta", "Tenemos una misión", "la culpa es del hombre (¿el pecador?)", "llega el cambio climático" (¿el castigo?), ya no suenan tan raras. "El mensaje ecologista con componentes religiosos ha calado mucho", dice Miguel Ferrer, biólogo y presidente de la Fundación Migres. "Las corrientes ecologistas integristas tienen muchas características comunes con escuelas basadas en creencias religiosas. Cada vez se oye más el discurso según el cual el hombre es el ser malvado que provoca destrucción y debe ser expulsado de los últimos paraísos".
Sin embargo, la conexión entre ecología y religión no resulta tan extraña si tenemos en cuenta el concepto del prójimo, como apunta Víctor Viñuales, director de la Fundación Ecología y Desarrollo: "Casi todas las religiones tienen en el centro la idea del prójimo. Y si ampliamos el concepto, ¿quién es tu próximo? Hoy sabemos que en un mundo global las consecuencias de lo que hacemos aquí y ahora, afectan a los que están lejos, tanto en el espacio como en el tiempo. Si construimos una presa en un paraje espectacular, nuestros bisnietos y las generaciones venideras no podrán disfrutarlo. No sólo eso, también afectará a otros seres vivos que se están extinguiendo de manera masiva. Visto de este modo, hay una conexión muy clara entre religión y sostenibilidad".
Uno de los 200 embajadores de Al Gore es Juan Negrillo. Se conocieron hace años, durante una de las visitas del candidato frustrado a la presidencia de Estados Unidos a la Campus Party, el evento de entretenimiento electrónico que reúne a más de 8.000 jóvenes en Valencia a finales de julio y del que Negrillo es organizador. Éste recuerda que ya entonces Gore aprovechaba cualquier ocasión, como una cena entre amigos, para ensayar su discurso, el mismo que hace de hilo conductor de su documental Una verdad incómoda. Fue entonces cuando el malagueño se enganchó a la misión del Nobel de la Paz. Preguntado sobre la conexión entre su discurso y el sentir religioso, Negrillo reflexiona: "Todas las religiones hunden sus raíces en la fe, y en ese sentido se puede confundir el mensaje ecologista y de defensa del clima con uno religioso, porque como no podemos tocar, oler, pesar o ver el CO2 y es casi una cuestión de fe en la comunidad científica".
La explicación suena sensata. Aunque también puede que se trate simplemente de una cuestión lingüística, como apunta el filósofo Jesús Mosterín: "Este lenguaje aplicado a la ecología es simplemente metafórico. Frases como el castigo del cambio climático... Son palabras sin sentido literal, como cuando decimos de una chica rubia que tiene los cabellos de oro. Lo que sí es cierto es que la vida es un fenómeno tan raro y fascinante que entiendo que mucha gente piense que es una misión preservarla. Pero no lo es porque nos lo ordene una autoridad externa. Einstein decía que él no creía en un dios, pero que se sentía profundamente religioso porque se sentía identificado con el universo".
El coqueteo entre ecologismo y espiritualidad, no es nuevo. 1966 fue una fecha clave. Ese año se publicó Ciencia y supervivencia, de Barry Commoner, uno de los libros fundacionales de las corrientes ecológicas o ambientales con inspiración más o menos religiosa. "La segunda mitad del siglo XX contempló el auge de múltiples movimientos religiosos, espirituales y espiritistas, caracterizados por ser una mezcla de elementos diversos", explica el filósofo José Antonio Marina. "Uno de ellos prolongó el fervor ecológico de los últimos decenios. Para mí, lo importante son los factores que se unieron en esa espiritualización ecológica. Nació posiblemente del movimiento hippy, de su vuelta a la naturaleza, se unió con un cierto panteísmo, por entonces de moda, que se volvía hacia la Tierra como un ser vivo, con el que se establecía una relación mística. Se admiró la relación con la naturaleza de las antiguas culturas, la Pacha Mama, el respeto de las tribus americanas".
"La hipótesis Gaia, de Lovelock, colaboró, considerando a la Tierra como un ser vivo al que hay que respetar", añade Marina. "Teorías como la Deep Ecology exaltaron el valor del mundo vegetal, hasta el punto de comparar la tala de un bosque con el asesinato de judíos en un campo de concentración. A todo esto, se unió el interés por la ética ecológica, que llamaba la atención sobre la necesidad de cuidar la naturaleza. Y también la influencia de religiones orientales, como un budismo light, que defiende la compasión universal por todos los seres. La espiritualidad ecológica es un cesto hecho con muchos mimbres".
El autor más famoso de estas corrientes es James Lovelock y su libro Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra, en la que desarrolla la idea de que la Tierra es un gran organismo vivo, una idea que tiene algo de religioso porque se basa en una intuición que desborda la razón científica. "Cuando se publicó, a mediados de los setenta, hubo un fuerte rechazo, pero ahora es muy aceptado", dice Jorge Riechmann, profesor de filosofía moral y vicepresidente de Científicos por el Medio Ambiente. "No es tan raro que haya cierto intercambio entre pensamiento religioso y ecológico", continúa. "Todas las grandes religiones comparten un sentimiento de conexión universal con el cosmos, de inmersión con el todo".
Pero, ¿qué piensan los ecologistas de todo esto? La mayoría no ve puntos en común ni le gusta la idea. "Mi sensación es que no existe ninguna conexión entre ecología y religión. El planteamiento es radicalmente diferente y el mensaje mayoritario no es el de que tenemos una misión", dice Yayo Herrero, coordinadora estatal de Ecologistas En Acción.
"No se trata de una cuestión de religiosidad, sino de valores", dice Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España. "Yo me siento parte de un movimiento social, ciudadano, que trata de introducir en nuestra escala de valores cosas que no se tenían en consideración, como el respeto al planeta, y que debe formar parte del conjunto de valores en los que nos movemos. Y esos valores se encuentran tanto en una persona laica como en una religiosa. No son incompatibles. Hay una cierta utilización torticera del lenguaje en todo esto y mucho en el sentido peyorativo, cuando la auténtica realidad es que si a algo le rinde pleitesía la sociedad es al consumismo y al petróleo".
Este mismo argumento también viene a la cabeza de Herrero: "El crecimiento económico sí que se ha convertido en una religión. La sociedad occidental y en el proceso de la globalización, la finalidad que ha adquirido casi tintes religiosos es la obtención de beneficios económicos a costa de casi todo"
Lo curioso del debate es que, con contadas excepciones, las grandes religiones no han prestado apenas atención a la ecología. "Es llamativo, pero no hay una postura oficial contundente", apunta Miguel Ferrer. "Para la religión católica la familia parece estar mucho más en riesgo que el propio planeta". Puede que a partir de ahora esto cambie. En un hecho sin precedentes, durante el tradicional mensaje de Navidad, pronunciado desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano, el papa Ratzinger hizo una discreta alusión al problema del cambio climático. Dijo: "En el mundo crece cada vez más el número de emigrantes, refugiados y deportados, también por causa de frecuentes calamidades naturales, como consecuencia a veces de preocupantes desequilibrios ambientales".
Preocupantes desequilibrios ambientales. Toda una novedad dentro de los habituales discursos papales. Como también lo es el hecho de que el Vaticano haya decidido plantar un bosque en Hungría para compensar o neutralizar sus emisiones de CO2, al igual que muchas grandes empresas. Tanto unos como otros, ¿lo hacen movidos por un sentimiento auténtico de respeto al planeta o como una forma de publicidad?
Juan Negrillo insiste en que, aunque no se puede confundir ecología con religión, tampoco se debe dejar de lado el trasfondo filosófico que subyace detrás de los cambios que deberíamos afrontar para frenar el calentamiento del planeta. Para apoyar su argumento, Negrillo pone de ejemplo un relato que tiene toques de fábula: "Un día, un científico del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (formado por más de 2.000 expertos) me contó una historia que me parece que viene muy al caso. Me dijo que cuando el panel empezó a reunirse, hace ya unos 20 años, había en el grupo un anciano científico japonés que en una de las reuniones intervino y dijo 'los científicos hemos constatado que existe un problema de emisiones, pero no lo podemos resolver. Puesto que el CO2 lo producen las máquinas, tendremos que llamar a los ingenieros. Estos, a su vez, dirán que existe la tecnología necesaria para solucionar el problema, pero que cuesta dinero, así que se llamará a los economistas. Los economistas harán sus cálculos y dirán que, para conseguirlo, habrá que cambiar nuestro actual modelo social basado en el transporte, el derroche energético... así que se llamará a los sociólogos. Éstos, a su vez, dirán que es un problema de escala de valores que ellos no pueden resolver, así que se acudirá a los filósofos para que nos digan qué valores deberíamos poner nuestro empeño e interés".
Muchos de los puntos que anunciaba este anciano sabio se han ido cumpliendo. Los ingenieros llevan años estudiando alternativas. En 2006, el economista Nicholas Stern calculó el impacto del calentamiento global sobre la economía mundial. Que nuestro modelo social falla, ya lo hemos asumido. Puede que le esté llegando al turno a los cuestionamientos filosóficos, y de ahí que ecología y espiritualidad parezcan ahora más cerca que nunca.
EL PAÍS, Jueves 14 de febrero de 2008
Imagen: El País

Los barcos emiten al año 1.120 millones de toneladas de CO2

S. B.
MADRID. Un estudio elaborado por encargo de Naciones Unidas establece que las emisiones de CO2 -el más importante de los gases de efecto invernadero- de la flota mercante mundial alcanzan los 1.120 millones de toneladas anuales, es decir, tres veces más de lo que hasta ahora se pensaba. Estos datos suponen cerca del 4,5 por ciento del total de las emisiones de dióxido de carbono.
El equipo internacional de expertos que recibió el encargo por parte de la ONU de elaborar el informe ha trabajado con los datos aportados a la Organización Marítima Internacional por las industrias petroleras y navieras. Los expertos han tenido en cuenta la potencia de los motores de los buques y los tiempos de navegación de los mismos para elaborar el informe.
Entre sus conclusiones destaca la previsión de que estas emisiones aumentarán un 30 por ciento de aquí al año 2020 si no se toman medidas al respecto, según refleja el avance del estudio publicado por el rotativo británico «The Guardian».
Los datos disponibles anteriores a este informe, elaborados hace algo más de un año por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), presidido por el Nobel de la Paz Rajendra Pachauri, calculaban las emisiones anuales de CO2 de la flota mercante mundial en unos 400 millones de toneladas. Para llegar a esta conclusión evaluaron como dato más relevante la cantidad de combustible comprado por las navieras.
El informe de Naciones Unidas destaca también que otros contaminantes procedentes de la navegación marítima aumentan a un ritmo aún más acelerado que el dióxido de carbono, como es el caso de las emisiones de hollín y de gases sulfurosos, que crecerán por encima del 30 por ciento en la próxima década. Ambos contaminantes contribuyen a la lluvia ácida y a todo tipo de enfermedades respiratorias, incluido el cáncer de pulmón. Otro informe sobre los efectos para la salud del tráfico marítimo, citado también por «The Guardian», considera que unas 60.000 muertes al año son directamente atribuibles a este tipo de contaminación.

Despreciar sus efectos
Pese al gran volumen de contaminantes emitidos, la mayor parte de los gobiernos del mundo han despreciado hasta ahora la contribución del tráfico marítimo al efecto invernadero. La Unión Europea, por ejemplo, ha minimizado esta contribución al afirmar que supone menos del 2 por ciento del total de las emisiones de CO2 , razón por la que se ha despreciado y jamás ha sido incluida en las estimaciones nacionales.
Pachauri ha comentado, al conocer el informe, que «hasta ahora la industria naviera se había mantenido al margen del debate sobre cambio climático, pero ya no podrá mantener esa postura... Confío en que estas emisiones se incluirán en el próximo acuerdo de la ONU sobre reducción de emisiones». Las petroleras y los armadores deberán ir pensando en combustibles más limpios y motores más eficientes, concluyó el presidente del IPCC.
ABC, Jueves 14 de febrero de 2008

13 febrero 2008

Ahorro de hasta un 10% con bombillas

Un hogar medio puede llegar a reducir entre un 5 y un 10% la factura de energía, y el mismo porcentaje de emisiones de CO2 con medidas como bombillas de bajo consumo.
PÚBLICO, Miércoles 13 de febrero de 2008

Alterar el planeta para salvarlo

MARÍA JOSÉ VIÑAS - SAN FRANCISCO (EEUU) -
Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Con el Ártico derritiéndose a marchas forzadas y los gobiernos mundiales fallando estrepitosamente en controlar las emisiones de CO2, algunos investigadores de prestigio insisten en que hace falta tener estudiado un plan de respuesta por si se produjera una emergencia climática.
Estos científicos están pidiendo que se investigue a fondo un campo muy controvertido: la geoingeniería o alteración de las propiedades del planeta para contrarrestar los efectos del cambio climático.
A primera vista, las propuestas de geoingeniería son de lo más rocambolescas: desde poner en órbita multitud de espejos para que reflejen parte de la luz solar hasta simular una explosión volcánica para enfriar la Tierra.
Hace sólo una década, los proyectos de geoingeniería no se discutían en círculos académicos ni se publicaban en revistas de renombre.
"Al principio era una especie de juego intelectual que nadie tomaba en serio", recuerda Ken Caldeira, climatólogo del Departamento de Ecología Global del Instituto Carnegie en Stanford (EEUU). "Pero ahora la mayoría de los climatólogos estamos llegando a un punto en el que vemos que las temperaturas aumentan más rápido de lo que preveían los modelos climáticos y que no se progresa en el control de emisiones y nos decimos: tal vez haga falta un plan de emergencia", explica.
Caldeira es uno de los científicos estadounidenses que empiezan a pedir que el Gobierno de EEUU financie la búsqueda de un "seguro medioambiental" contra el cambio climático. Estos científicos remarcan insistentemente que no están proponiendo poner en marcha proyectos de geoingeniería en un futuro próximo, sino simplemente estudiarlos para poder prever cómo funcionarían.

"Si ahora mismo sucediera un desastre medioambiental, nadie sabría cómo reaccionar," afirma Caldeira, comparando la situación a la falta de previsión que tan catastróficos resultados tuvo con el huracán Katrina. "Necesitamos saber de qué opciones disponemos, cómo de bien funcionarían y qué daños podrían causar", apunta.
Y es que ninguno de los proyectos de geoingeniería propuesto hasta la fecha es, ni de lejos, perfecto. Los diferentes modelos climáticos que se utilizan para estudiar cómo evolucionaría el clima si se pusiera en marcha alguna de las alteraciones de geoingeniería predicen que se podrían producir varios tipos de efectos colaterales negativos: desde cambios en el patrón de lluvias mundial hasta daños en la capa de ozono. Además, como ningún modelo climático puede tener en cuenta todas las variables que entrarían en juego, también se podría dar cualquier otro tipo de consecuencias medioambientales imprevistas.
"Queda mucho por explorar, y no creo que se deba intentar poner en marcha ningún proyecto de geoingeniería hasta que hayan sido estudiado por diferentes investigadores que utilicen distintos modelos climáticos", afirma Alan Robock, profesor de ciencias ambientales de la Universidad Rutgers (EEUU) y miembro del Panel Intergubernamental del Cambio Climático.
Robock y su grupo han recibido en febrero una subvención de 627.000 dólares (unos 430.000 euros) de la Fundación Nacional de la Ciencia de EEUU para estudiar en durante tres años qué impactos podría tener sobre el clima mundial el inyectar sulfatos en la estratosfera o utilizar otros sistemas para reducir la cantidad de luz solar que llega a la Tierra. Para sus estudios, los investigadores utilizarán modelos climáticos creados por la NASA.
"Hasta ahora, los resultados preliminares indican que la cura sería peor que la enfermedad", explica Robock, quien aun así cree que hace falta un estudio más detallado de los efectos colaterales de la geoingeniería.
"Pero no es que ya me haya decidido en contra de la geoingeniería: tal vez acabemos viendo que inyectando determinadas cantidades de sulfatos en determinados lugares de la tierra podríamos evitar que Groenlandia se derritiera, sin que se dieran efectos colaterales peligrosos," afirma Robock.
Explorador ético
El equipo de la Universidad Rutgers incluye a Martin Bunzl, un filósofo que explorará los desafíos éticos de la geoingeniería.
"Bunzl contemplará aspectos como ¿qué pasaría si se pudiera enfriar el planeta de una manera que para algunos países se mitigaran los efectos del cambio climático, pero a la vez perjudicara a otros países? ¿Deberíamos hacerlo, entonces? ¿Cómo decidimos a quién le damos el control del termostato?", pregunta Robock.
Precisamente, de querer emplearse, uno de los desafíos de la geingeniería sería conseguir que la comunidad internacional se pusiera de acuerdo sobre cómo llevarla a cabo. Y esta coordinación entre países nunca resulta fácil. David Victor, un experto en derecho de la Universidad de Stanford especializado en políticas energéticas, señala que los países desarrollados han fracasado en el cumplimiento del control de emisiones marcado por el Protocolo de Kyoto, y se pregunta si sería más fácil coordinar un proyecto de geoingeniería a nivel mundial.
"Existen algunos principios generales que afirman que no se puede causar deliberadamente daño a otros países, pero eso es todo"
A la vez, Victor señala otro posible peligro: la falta de un freno legal en el caso de que un país se decidiera a llevar a cabo un experimento de geoingeniería por su cuenta y riesgo.
"El panorama legal internacional está bastante vacío al respecto, no hay muchas restricciones," explica Victor. "Existen algunos principios generales que afirman que no se puede causar deliberadamente daño a otros países, pero eso es todo", indica.
Phil Rasch, científico del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (EEUU) que ha estudiado diversos métodos de geoingeniería, muestra las mismas preocupaciones que sus colegas. Pero a la vez insiste en no descartar precipitadamente la opción de la geoingeniería
"Para muchos científicos, tiene sentido el intentar buscar maneras de reducir el impacto del cambio climático," explica Rasch. "La geoingeniería sería una solución a corto plazo, pero nos proporcionaría cierto margen, un poco de tiempo extra para poder desarrollar energías más limpias", añade. Porque al fin y al cabo, como afirman Rasch y sus colegas, la acción más efectiva y menos peligrosa para luchar contra el cambio climático es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
PROPUESTAS DE GEOINGENIERÍA
- Simular una erupción volcánica mediante la inyección de aerosoles de sulfatos en la estratosfera. Estas partículas reflectantes rebotarían parte de la luz del Sol y producirían un rápido enfriamiento de la Tierra, que duraría meses, si no años. Este efecto ya ha sido observado tras explosiones volcánicas como la de El Chinchón (México, 1982) y el Monte Pinatubo (Filipinas), que en 1991 liberó millones de toneladas de dióxido de sulfuro en la atmósfera. Eso sí: el cambio climático provocado por estas erupciones también causó extensas sequías, debido a una reducción de la frecuencia de lluvias.
- Poner en órbita espejos o paneles que impidieran que parte de la radiación solar llegara a la superficie terrestre. La National Academy of Sciences estadounidense calculó que se necesitarían 55.000 espejos con una superficie de 100 km2 cada uno para reflejar la cantidad de luz necesaria para contrarrestar el efecto que tiene la mitad del dióxido de carbono que hay hoy en día en la atmósfera.
- Cambios en el albedo: la idea tras esta propuesta es buscar maneras de aclarar la superficie de la tierra o los océanos para que reflejen más luz solar. Las opciones son múltiples: desde plantas modificadas genéticamente para que sean más claras de lo normal hasta pintar los techos de los edificios de blanco.
- Aclarar las nubes mediante inyecciones de agua de mar vaporizada. La sal interaccionaría con las gotas de agua de las nubes, haciéndolas más pequeñas y reflectantes, con lo que se conseguiría que llegara menos luz solar a la superficie de los océanos. Este efecto se daría a nivel local, y sería reversible en pocos días.
- Secuestrar CO2 y almacenarlo en depósitos subterráneos, en acuíferos o bajo el mar.- Fertilización del océano: se trataría de añadir hierro al océano para estimular el crecimiento de fitoplacton, diminutas plantas marinas que realizan la fotosíntesis y absorben CO2 de la atmósfera. Los críticos a esta técnica afirman que el crecimiento rápido de algas podría afectar los ecosistemas marinos. Además, no está comprobado que la retención de CO2 sea permanente.

PÚBLICO, Miércoles 13 de febrero de 2008