F. J. Gutiérrez
Madrid. Kioto ya está aquí, pero la economía mundial sigue dependiendo de los combustibles fósiles. China abre una central térmica cada semana, India almacena el 10% de las reservas mundiales de carbón, EEUU no está dispuesto a establecer límites a sus emisiones, las renovables no son suficientes, la nuclear suscita dudas...
Los grandes agentes energéticos mundiales urgen una solución que les permita seguir quemando sus reservas de petróleo, gas y carbón, pero sin aumentar aún más su emisión de gases. Las sanciones son una realidad que se acerca y una tecnología existente, cuya viabilidad ya demuestran las petroleras, surge en el horizonte como una alternativa viable.
Capturar y almacenar dióxido de carbono, bien bajo tierra o en la profundidad de los océanos, es una de las soluciones favoritas de EEUU, países emergentes como China o India —hasta ahora no obligados a establecer topes, pero cada vez más contaminantes— e incluso España y la UE, que apoyan decididamente esta opción para frenar el cambio climático.
El sueño del carbón limpio: en lugar de emitirlo a la atmósfera, el dióxido de carbono que contienen los combustibles fósiles, bien antes o tras la combustión, es capturado y almacenado en formaciones geológicas permanentes como los yacimientos de petróleo y gas agotados.
“Las reservas de carbón son entre cuatro y cinco veces más elevadas que las de petróleo, por lo que la mayoría de los estudios concluyen que al ritmo de consumo actual seguirá habiendo carbón para los próximos 200 o 300 años”, sostiene Carlos Abanades, del Instituto Nacional de Carbón, del CSIC.
La Cumbre del Clima de Bali dio su apoyo a estos sumideros de CO2, pero todavía existe un gran inconveniente: elevan el precio del kilovatio hasta un 50%. Y, además, los ecologistas no lo tienen claro, ya que mantienen que esta tecnología puede relajar a los gobiernos en sus compromisos medioambientales y sigue presente el riesgo de fugas y accidentes.
Madrid. Kioto ya está aquí, pero la economía mundial sigue dependiendo de los combustibles fósiles. China abre una central térmica cada semana, India almacena el 10% de las reservas mundiales de carbón, EEUU no está dispuesto a establecer límites a sus emisiones, las renovables no son suficientes, la nuclear suscita dudas...
Los grandes agentes energéticos mundiales urgen una solución que les permita seguir quemando sus reservas de petróleo, gas y carbón, pero sin aumentar aún más su emisión de gases. Las sanciones son una realidad que se acerca y una tecnología existente, cuya viabilidad ya demuestran las petroleras, surge en el horizonte como una alternativa viable.
Capturar y almacenar dióxido de carbono, bien bajo tierra o en la profundidad de los océanos, es una de las soluciones favoritas de EEUU, países emergentes como China o India —hasta ahora no obligados a establecer topes, pero cada vez más contaminantes— e incluso España y la UE, que apoyan decididamente esta opción para frenar el cambio climático.
El sueño del carbón limpio: en lugar de emitirlo a la atmósfera, el dióxido de carbono que contienen los combustibles fósiles, bien antes o tras la combustión, es capturado y almacenado en formaciones geológicas permanentes como los yacimientos de petróleo y gas agotados.
“Las reservas de carbón son entre cuatro y cinco veces más elevadas que las de petróleo, por lo que la mayoría de los estudios concluyen que al ritmo de consumo actual seguirá habiendo carbón para los próximos 200 o 300 años”, sostiene Carlos Abanades, del Instituto Nacional de Carbón, del CSIC.
La Cumbre del Clima de Bali dio su apoyo a estos sumideros de CO2, pero todavía existe un gran inconveniente: elevan el precio del kilovatio hasta un 50%. Y, además, los ecologistas no lo tienen claro, ya que mantienen que esta tecnología puede relajar a los gobiernos en sus compromisos medioambientales y sigue presente el riesgo de fugas y accidentes.
LA GACETA DEL MIÉRCOLES, 20 de febrero de 2008
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