20 febrero 2008

Científicos de EE.UU. proponen captar el CO2 y reconvertirlo en gasolina

ANNA GRAU. SERVICIO ESPECIAL. NUEVA YORK .
Dos científicos del laboratorio de Los Álamos, en los Estados Unidos, han lanzado una propuesta que, bajo el título de Libertad Verde, se propone nada menos que rizar el rizo: capturar el dióxido de carbono que los automóviles emiten a la atmósfera cuando queman gasolina y procesarlo para que se vuelva a convertir en gasolina. Vendría a ser como poner coto de una sola tacada a la amenaza del calentamiento global y a la del ocaso de los combustibles fósiles. ¿Quién da más?
Al decir de los expertos, lo que proponen F. Jeffrey Martin y William L.Kubic Jr. no es científicamente una tontería. Investigadores de la Universidad de Columbia y hasta algún laureado con el premio Nobel ya había apuntado hasta ahora ideas de cortes similares. Ni siquiera hay que innovar demasiado: toda la tecnología necesaria para el proceso está a punto, sostienen los padres del ilusionado invento.
Lo que no dicen acto seguido es que no se trata de una tecnología cualquiera: estamos hablando de energía nuclear. Desde un punto de vista estrictamente ecologista, habrá sin duda quien considere que es peor el remedio que la enfermedad.
Mercado de emisiones
Sucede que las necesidades energéticas del coloso norteamericano son tan enormes que cualquier intento de contener en serio el calentamiento global sin perjudicar la economía parece misión imposible. En Estados Unidos está a punto de constituirse por ley un mercado de emisiones de carbono de mil billones de dólares, el doble que todo el mercado de la UE. Tanto Hillary Rodham Clinton como Barack Obama e incluso John McCain respaldan la iniciativa. Pero a los expertos les ha faltado tiempo para avisar de que esto puede elevar un 20 por ciento el precio de la electricidad, y un 12 por ciento el de la gasolina, de aquí al año 2012.
Nunca la economía había condicionado tanto a la ciencia. Los promotores de cualquier progreso en este sentido no sólo tienen que demostrar que su invento funciona sino que es rentable. Y por rentable, en este contexto, no sólo se entiende que la relación calidad-precio del producto sea satisfactoria, sino que también lo sean sus efectos en los hábitos de consumo generales. Una verdadera hazaña.
Hace años que se trabaja para intentar reducir la dependencia de la gasolina. Se ha experimentado con biocombustibles, con el coche eléctrico y con el coche movido por hidrógeno. De momento hay que ser muy verde, pero mucho, para contentarse con las limitaciones de estos vehículos. Además hay que tener en cuenta que ninguna de estas soluciones» vale para los aviones.
Lo más atractivo del proyecto de Los Alamos es que si sale bien los americanos podrán cumplir su sueño dorado de seguir quemando toda la gasolina que les dé la gana durante muchos años. Algo que ellos asocian con su idea más íntima de libertad personal. Luego ya vendrán los científicos a «barrer» el aire, empleando una solución líquida de carbonato de potasio para capturar el dióxido de carbono del aire y hacer viable su conversión y almacenamiento como combustible.
El proceso electroquímico es hasta sencillo, lo complicado es cómo se consigue la enorme cantidad de energía necesaria... sin que lo que se ahorra por un lado se vuelva a gastar por el otro. Esto es exactamente lo que ocurriría si se acometiera el problema con energías limpias como paneles solares.
Emulando a Bill Gates, los científicos de Los Alamos ya lo han probado en su garaje, a escala «tupperware», y ha funcionado. Pero para lograrlo a escala industrial les hace falta una planta nuclear. Han calculado que con todo a su favor podrían llegar a producirse 750.000 galones al día a un precio óptimo de 2,30 euros el galón (que está entre los tres litros y medio y los cuatro litros). ¿Saldrán en Estados Unidos el apoyo y los fondos para investigar esto más en serio? Para bien o para mal, no tienen nada que perder.
ABC, miércoles 20 de febrero de 2008

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