13 octubre 2009

Las bolsas de plástico: ¿un problema o varias soluciones?

Eva Verdejo Andrés y Sergio Gimenez Bueno
AIMPLAS – Instituto Tecnológico del Plástico
Desde que a principios de año el Plan Nacional Integrado de Residuos diera a conocer dos importantes medidas en relación a la bolsa de plástico, la gran distribución parece “haberse puesto las pilas” con la sustitución de las bolsas de plástico de tiendas, supermercados y grandes superficies.
Sin embargo, estas medidas que hacer referencia a que la utilización de la bolsa de plástico de único uso deberá reducirse a un 50% durante 2010 y que la bolsa de plástico no biodegradable de usar y tirar deberá eliminarse a partir de 2011, mediante un calendario de aplicación, también han obtenido respuesta por parte de los fabricantes de bolsas de plástico que han elaborado una norma para la homologación de la Bolsa de Plástico Reutilizable.
Se trata de un proyecto que ha tenido en cuenta tanto criterios técnicos como medioambientales y que ha dado como resultado unas bolsas que tienen un cicla de vida que soporta, al menos, 15 usos.
El formato de este tipo de bolsas es similar al actual, salvo que tienen un tamaño mayor, mejores propiedades y están diseñadas para realizar un último uso como bolsa de basura, tendencia ya habitual en el uso doméstico para residuos orgánicos. En caso de no ser utilizada como bolsa de basura se seguirá recogiendo para su posterior reciclado, tal y como se hace ya en la actualidad, a través de la recogida selectiva de envases en el contenedor amarillo. Con el uso adecuado por parte de los consumidores, las bolsas de plástico reutilizables son, en la actualidad, una solución medioambientalmente óptima.
Adicionalmente a esta solución, muchas empresas fabricantes han optado por otra alternativa que persigue igualmente el cumplimiento del nuevo PNIR, poner a disposición de sus clientes bolsas de plástico fabricadas con materiales biodegradables. Las bolsas de plástico biodegradables pueden fabricarse por dos posibles vías: utilizado materiales biodegradables de fuentes renovables como por ejemplo el almidón de patata, maíz, guisante, etc., o bien con aditivos que se añaden a los materiales tradicionales y que degradan el plástico hasta que lo hace accesible a los microorganismos que lo terminan de biodegradar. La gestión de los residuos de estas bolsas de plástico biodegradables será diferente en función de su capacidad de ser desechada junto con los residuos orgánicos para finalmente producir compost.
Por tanto, ya existen soluciones, de modo que los consumidores pueden aunar su derecho a realizar sus compras con las mejores medidas higiénicas y de seguridad junto con su conciencia medioambiental.
No obstante, hay que recordar que el problema que ha originado todas las medidas de reducción y sustitución es, ante todo, el elevado número de usuarios que, tras hacer uso de las bolsas de plástico, no las deposita en el contenedor de residuos que envase para su posterior reciclaje, por no mencionar las que son abandonadas en cualquier lugar (monte, playa,...) produciendo un impacto indeseado. A pesar de las soluciones ya planteadas a lo largo de este escrito, el problema seguirá produciéndose si los ciudadanos no tomamos conciencia de cuidar nuestro entorno y no le damos a las nuevas bolsas (reutilizables y/o biodegradables) el fin para el que han sido creadas.
No es el fin de las bolsas de plástico sino el comienzo de una nueva era que supondrá una adaptación tanto de las empresas como de los consumidores. No es necesario alarmar a los consumidores con campañas publicitarias sensacionalistas y no se debe criminalizar al plástico como material ya que, entre otras cosas, el plástico va a ser también protagonista de la solución final a este problema.

ABC – NATURAL, Viernes 9 de octubre de 2009

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