07 noviembre 2008

La nueva energía de Obama

PRIMO GONZALEZ
La victoria del candidato demócrata Barack Obama en las presidenciales de Estados Unidos ha suscitado muchas expectativas en el mundo de la economía pero quizás en el que más cosas se esperan es en el terreno de la energía, una cuestión que planeta urgencias aunque afronta la hora de la verdad, la del gran cambio en busca de la reducción de la dependencia ante los hidrocarburos, con una economía en situación de coma casi profundo y, por lo tanto, con pocas ganas y menos recursos para entrar a resolver problemas de índole estructural, problemas que afectan al largo plazo.
El nuevo presidente ha insistido con frecuencia y a veces con prioridad en la necesidad de darle un vuelco al modelo energético de su país, lo que se traducirá en la práctica una invitación a todo el mundo a que siga los mismos pasos, aunque algunos países, con más fe en la lucha contra el cambio climático del que ha mostrado Estados Unidos en los últimos años, le han tomado la delantera y han desarrollado por lo tanto sistemas energéticos más eficientes, que ahora están vendiendo en el prometedor mercado estadounidense.
Los años próximos van a ser testigos posiblemente de inversiones masivas, dentro de lo posible, para tratar de sustituir al petróleo por energías alternativas, tanto las renovables que se han desarrollado en los últimos años (eólica y solar, sobre todo) como la energía nuclear, cuyo crecimiento se ha ralentizado en los últimos años en buena parte del mundo, a excepción de algunos países como Francia o Gran Bretaña, que han aprobado ya ambiciosos planes nucleares con la vista puesta (sintomáticamente, también el Reino Unido) en reducir al mínimo posible su dependencia frente al petróleo. Estados Unidos posiblemente se incorpore a esta carrera nuclear más pronto que tarde.
El objetivo principal que Obama ha cuantificado en su programa electoral es el de alcanzar en el año 2025 un 25% de la energía total del país en energías renovables. Este compromiso sustituirá al de Bush, que se había propuesto el mismo objetivo, pero para el año 2050. Se habla de inversiones del orden de los 150.000 millones de dólares en nuevos equipamientos energéticos a lo largo de la próxima legislatura de cuatro años. Aunque los porcentaje puedan parecer modestos, para Estados Unidos, un país reticente al Protocolo de Kioto pero que deberá definir su posición el año próximo ante la renovación de dicho compromiso, representan un salto de gigante y una movilización de recursos espectacular. En algunos momentos se ha hablado del objetivo de crear 5 millones de empleos en las nuevas energías renovables.
Con estas expectativas, no es de extrañar que al sector energético español la victoria de Obama le haya parecido una noticia excelente, ya que las empresas españolas son el primer inversor extranjero en el mercado estadounidense de la energía, con 5.000 megavatios de potencia instalada en la actualidad (es decir, el equivalente a diez centrales convencionales de producción de electricidad) y unos proyectos en desarrollo bastante ambiciosos, que pueden multiplicar por tres a la vuelta de cuatro años la actual potencia instalada en energías renovables. Iberdrola, Acciona y, en el apartado solar, Abengoa, son tres de las empresas españolas más comprometidas con el desarrollo de las energías alternativas en el inmenso mercado norteamericano.
El punto posiblemente más polémico pero al mismo tiempo el que encierra mayor potencial de crecimiento en el desarrollo de la energía nuclear, ya abordado por algunos países europeos y asiáticos y en el que Estados Unidos ha perdido su condición de potencia mundial con la tecnología más avanzada. Francia ha logrado ponerse en los últimos años a la altura de las grandes multinacionales norteamericanas, que no atraviesan sus mejores momentos pero que ahora pueden protagonizar una segunda fase de expansión.
ESTRELLA DIGITAL, 5 de noviembre de 2008

No hay comentarios: