04 junio 2009

La vida sin coche en un barrio residencial alemán

Por ELISABETH ROSENTHAL
VAUBAN, Alemania – Los residentes de esta comunidad de lujo son pioneros que han llegado adonde las madres de los barrios residenciales o los directivos que viven en las afueras nunca lo hicieron: han dejado el coche.
Aparcar en la calle, las calzadas y los garajes de las casas está por lo general prohibido en este nuevo distrito experimental a las afueras de Friburgo, cerca de las fronteras con Francia y Suiza. Las calles de Vauban están completamente “libres de coches”, excepto la vía principal, por donde pasa el tranvía de Friburgo, pero sólo hay dos lugares en los que aparcar: grandes garajes en un extremo de la urbanización, en la que los dueños de coches adquieren una plaza, por 40.000 dólares, además de una casa.
En consecuencia, el 70% de las familias de Vauban no tiene coche y el 57% lo vendió para mudarse aquí. “Cuando tenía coche, estaba tensa. Ahora soy feliz”, comenta Heidrum Walter, especialista en formación en medios de comunicación y madre de dos hijos, mientras camina por las verdes calles en las que el sonido de las bicicletas y las conversaciones de los niños que pasan ahogan el ruido de algún que otro motor distante.
Vauban, que se terminó en 2006, es una muestra de una tendencia cada vez más extendida en Europa, EEUU y otros lugares del mundo para separar la vida en los barrios residenciales del uso del coche, como elemento de un movimiento llamado “planificación inteligente”.
Los automóviles son el eje de los barrios residenciales, donde las familias de clase media desde Chicago a Shanghai suelen establecer su hogar. Y eso, según los expertos, es un enorme impedimento para las iniciativas actuales de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero de los tubos de escape y reducir de este modo el calentamiento global.
Los coches privados son responsables del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa y de hasta un 50% en algunas zonas de Estados Unidos.
Vauban, que alberga a 5.500 residentes en un rectángulo de 2,5 kilómetros cuadrados, puede que sea el experimento más avanzado en la vida sin coches en los barrios residenciales. Pero sus preceptos se están adoptando en todo el mundo para tratar de hacer los barrios residenciales más compactos y más accesibles al transporte público.
Toda la construcción desde la II Guerra Mundial se ha centrado en el coche y esto va a tener que cambiar”, explica David Goldberg, un responsable de Transportaton of America, una coalición estadounidense que fomenta nuevas comunidades menos dependientes de los coches.
Pero convencer a la gente que deje el coche puede resultar difícil. “Los estadounidenses desconfían de toda idea relativa a que la gente no va a tener coche o va a tener menos”, dice David Ceaser, cofundador de CarFree City USA, quien afirma que en EEUU no ha tenido éxito ningún proyecto de barrios residenciales sin coches del tamaño de Vauban.
En Europa, algunos Gobiernos están pensando a escala nacional. En 2000, Reino Unido emprendió una gran campaña para reformar la planificación y convencer a la gente de que no cogiera el coche exigiendo que cualquier futura urbanización tenga acceso al transporte público.
En Alemania, cuna de Mercedes-Benz y de las autopistas, la vida en un lugar con un número de coches reducidos como Vauban tiene características poco habituales. La ciudad es larga y relativamente estrecha para que se tarde poco en llegar andando desde cualquier casa hasta al tranvía que lleva a Friburgo. Las tiendas, los restaurantes, los bancos y los colegios están más dispersos entre las casas de lo que suelen estarlo en un barrio residencial típico.
Para viajes a tiendas como IKEA o las estaciones de esquí, las familias se compran coches juntas o utilizan coches comunitarios que se pueden alquilar en el club de vehículos compartidos de Vauban. Walter había vivido anteriormente (con un coche privado) en Friburgo, y también en EEUU.
“Si tienes uno, tiendes a utilizarlo”, dice. “Algunas personas se mudan aquí y se van poco después: echan de menos el coche aparcado en la puerta”.

THE NEW YORK TIMES – EL PAÍS, Jueves 4 de junio de 2009

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