03 septiembre 2007

Desertización, un desafío planetario

Se celebra en Madrid la octava Conferencia de la ONU para la Lucha contra la Desertización
POR S. BASCO. MADRID
El reloj lento e inexorable que marca las eras geológicas de nuestro planeta lleva ya contabilizadas muchas etapas prolongadas de frío y de calor, de aridez y de exuberancia, de climas templados y extremos. Dejada a su albedrío, la Tierra ha vivido glaciaciones cíclicas y sus correspondientes periodos interglaciares, recuperando sus características pasadas rumbo al próximo cambio sin que ninguna fuerza haya roto ese movimiento pendular.
Pero he aquí que ha llegado el hombre, que ha descubierto el desarrollo y que, por fin, se ha dado cuenta de que sus actividades pueden interferir en ese ciclo hasta ahora fiable. El hombre es capaz de romper todos los esquemas, de hacer descarrilar el planeta. Lo sabe ya. Es consciente de que ha de cuidar de la Tierra, y no lo hace. Debe ser la mano que mece la cuna... sin matar a la criatura.
Sabemos que la erosión y la degradación afectan ya a un 41,3% de la superficie terrestre, y que en estas regiones vive el 34,7% de la población, casi 2.500 millones de personas -la mayor parte en países en desarrollo-, según datos de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, patrocinada por la ONU. El desierto avanza por doquiera, pero no es ese el verdadero problema. Por desertización -o aridización- debemos entender el proceso por el que un territorio que no posee las condiciones climáticas de los desiertos -principalmente zonas áridas, semiáridas o sub-húmedas-, termina por adquirir sus características.

La acción humana
Esto sucede como resultado de la destrucción de la cubierta vegetal, de la erosión del suelo y de la falta progresiva de agua. Es decir, factores todos en los que la acción de hombre es determinante. El germen que alienta el problema es la pobreza. Y las zonas áridas superan ya los 12 millones de kilómetros cuadrados, con una extensión mayor a la suma de China, Brasil y Canadá, tres de los más grandes países del planeta.
Más de 1.200 millones de personas se encuentran directa o indirectamente amenazadas en sus entornos naturales por la degradación de las tierras, terrible para los cultivos y el ganado. Muchos terminarán emigrando a lugares menos duros. Y entonces el problema no será sólo climático, será también económico y, sobre todo, social.

Cuatro escenarios
La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio prevé cuatro escenarios posibles para la desertización progresiva que vive la Tierra. Más o menos agresivos. Pero todos ellos temibles. Naciones Unidas identifica también la causa con claridad: la pobreza, que empuja al hombre a un uso insostenible de la tierra, que a su vez impulsa el cambio climático.
Consciente del problema la comunidad de naciones, hoy se abre en Madrid -en presencia de los Príncipes de Asturias- la octava Conferencia de las Partes de la Convención de la Naciones Unidas en la Lucha contra la Desertización. Hasta el próximo día 14, casi dos mil expertos de 191 países, pertenecientes a agencias de la ONU, organismos intergubernamentales, gobiernos y organizaciones ecologistas debatirán la dirección a tomar y las acciones a emprender para encarar el problema de la desertización. La conferencia, que tiene periodicidad bienal -la anterior reunión se celebró en Nairobi en 2005-, analizará principalmente el diseño de instrumentos financieros para frenar la degradación del suelo.

Plan Estratégico de Mejora
El secretario en funciones del Convenio de Lucha contra la Desertización, Gregoire de Kalbermatten, ha indicado que uno de los objetivos fundamentales será elaborar un Plan Estratégico de Mejora que remodele en profundidad este Convenio de la ONU, de forma que se acrecienten su eficacia y operatividad.
El riesgo es real. Se conoce bien desde hace décadas. Todos los secretarios generales de la ONU, desde los días de Javier Pérez de Cuéllar, han calificado la desertización como «la mayor amenaza para el planeta».

ABC, lunes 3_9_2007

No hay comentarios: