02 septiembre 2007

El desierto se alimenta de biocombustibles

Belén Tobalina
Madrid- La degradación de las tierras, que palidece desde hace ya varias décadas al continente africano, avanza entre los países mediterráneos. España es, según los expertos, el país europeo más afectado. Un 35 por ciento de nuestra superficie presenta un riesgo significativo de desertificación. Más de un 15 por ciento tiene un riesgo elevado de degradación y otro 19, un riesgo medio, según datos de Ministerio de Medio Ambiente. Un dos por ciento de toda España ya presenta unos niveles elevados del fenómeno. La sobreexplotación de los recursos hídricos, la desaparición de bosques, el sobrepastoreo y la huella del ladrillo y hormigón son los principales desencadenantes de este proceso, en el que las variaciones climáticas y, por tanto, la sequía, juegan también su papel. Pero a pesar de saberse sus causas actuales (el caso de Tabernas, en Almería, es un ejemplo de certificación heredada, lo cierto es que los factores no sólo continúan, sino que en algunos casos, sigilosamente, aumentan.


Cultivos intensivos. Es el caso de los biocombustibles. «Hasta ahora en la Unión Europea se estaba tratando de reducir la superficie cultivada. Se aludía entonces a motivos económicos y del medio por la presión que éstos hacen sobre él», manifestó Joan Puig de Fábregas, de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), del CSIC. Pero la irrupción de los biocombustibles en el mercado ha producido una nueva demanda. Por una parte, los precios de los piensos han subido; por otra, los políticos y gran parte de la sociedad los ve como la solución inocua contra el cambio climático. Pero no sólo tienen ventajas. Cultivados de forma intensiva presentan los mismos problemas que el resto de los cultivos, puesto que eso es lo que son. Los recursos hídricos descienden y el agua marina irrumpe en los sobreexplotados acuíferos. Y es que para la tierra, son un cultivo más. Pero lo rentable y medioambientalmente positivos que son parece que ha provocado que los políticos en algunos casos hayan mirado hacia otro lado. «En zonas abandonadas, muchas de las cuales habían recibido previamente subvenciones para que se procediera al fin de la actividad en ellas, se ha comenzado a cosechar diferentes especies de plantas para la producción de biocombustibles. Por eso, la erosión en esas zonas ha aumentado», denunció Fábregas. «Los biocombustibles no son tan maravillosos ni tan inocuos como se venía diciendo».


Ganado. Pero no se trata del único caso. El ganado tiene que pastar y si se introduce en una determinada zona un exceso de reses, la tierra se degrada. «En las zonas de dehesas de Badajoz y parte de Cáceres, el exceso de ganado, sobre todo bovino, aumenta la desertificación, ya que aunque les dan concentrado de pienso, los animales siguen comiendo. Y reciben subvenciones de la UE que priman por cabeza de ganado», lo que aumenta el número de ejemplares que un mismo dueño tiene, explicó el experto del CSIC.


Tecnología. A estos casos se suma el riesgo que en algunas ocasiones puede provocar el avance tecnológico. «La tecnología ha permitido que se mejore la producción. Los olivares hoy producen más que antes», pero el suelo y su capacidad de degradación es la misma.


Salinización. A estas incongruencias se suman otros factores. «Uno de los riesgos de la agricultura es la salinización de los suelos, tal y como ha sucedido con el Ebro», aseguró Puig de Fábregas. Al utilizar más agua de la ecológica de los acuíferos, éstos no sólo han perdido volumen de agua de sus «reservas», sino que en algunos de ellos su sobreexplotación ha permitido la intrusión de agua marina con lo que se han salinizado. «Los regadíos han provocado una sobreexplotación de acuíferos registrada en Almería, Murcia y Alicante, así como en La Mancha», añadió.


Sequía y lluvias. Los expertos explican que «en Andalucía, sobre todo en la parte occidental, los olivares nuevos se están desarrollando en antiguos bosques, sobre pendientes». Es decir, que no sólo se pierden estos embalses naturales, sino que además de haber una pendiente notable, el agua irá erosionando paulatinamente el terreno al no tener la vegetación que antes protegía el suelo. La erosión aumentará, por tanto, en las zonas donde el volumen pluviométrico anual sea mayor. No sucedería exactamente de este modo si no se hubiera eliminado la vegetación. De hecho, la sequía y las lluvias son dos condicionantes climatológicos que causan la desertificación.
«La máxima erosión se registra en zonas semiáridas, donde suelen registrarse entre 300 y 400 milímetros de lluvia al año. Si llueve por debajo de 300 milímetros la erosión disminuye, ya que con el tiempo esta zona se convierte en árida, con estepas, al no haber agua. Y si, por el contrario, llueve más, en estas zonas habrá vegetación suficiente (bosques) para frenar el agua y, por tanto, la erosión», explicó el experto del CSIC.
En España, por tanto, “las zonas de mayor riesgo de desertificación están en el Este y Sureste peninsular, allí el riesgo es alto”, manifestó Juan Sánchez, investigador del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE) que formará parte del Comité de Ciencia y Tecnología de la Octava Conferencia de las Partes de Lucha contra la Desertificación de Naciones Unidas que comenzará el lunes en Madrid. Concretamente “en la Comunidad Valenciana, la desertificación afecta hoy al 24 por ciento de la región. Alicante es la zona semiárida más vulnerable de la región. El 44 por ciento de su tierra sufre un riesgo muy alto/alto de desertificación; Valencia, un 22 por ciento, y en Castellón, el riesgo lo tiene un 12 por ciento de su tierra”, reveló Sánchez, quien por cierto, también participó en la COP5 que se celebró en Ginebra. Pero el riesgo aumenta en la isla de Gran Canaria. “El 66 por ciento de la Isla se encuentra hoy en esta muy grave de desertificación. Si cambia la vegetación el suelo se irá degradando paulatinamente, entonces el riesgo de desertificación afectará al 80 por ciento de esta tierra”, aseguró. En el caso de esta Isla el problema aumenta por lo montañosa que es. “Más de la mitad de Gran Canaria tiene una pendiente acentuada”, recordó Sánchez.


LA RAZÓN, domingo 2 de septiembre de 2007

1 comentario:

Jonatan dijo...

El desierto de Tabernas (yo soy tabernense y licienciado en Ciencias Ambietales en Almería) no es un caso de desertización, sino de desertificación, que es un proceso natural inducido por el efecto Foehn que provoca Sierra Nevada. Recordar que está propuesto como Parque Nacional por sus valores naturales, paisajísticos y especialmente botánicos, ya que posee un alto número de taxones endémicos. Es decir que llevan millones de años evolucionando y adaptandose a un área subdesértica. Lo que si es cierto es que Almería tiene muchas zonas en proceso de desertización: las antiguas zonas de cultivos abandonados (vid especialmente) y la mala planificación territorial a la hora de abordar los proyectos urbanísticos.