29 septiembre 2007

Matanza en la selva de Borneo

KARMELE LLANO - Java (Indonesia) - 28/09/2007 20:35
¿Y qué hace una chica como tú en un lugar como éste? Ésa sería la pregunta obvia que me harían en una entrevista. La primera vez que llegué a Indonesia, en septiembre de 2003, nadie me hubiera convencido de que mi aventura aquí se alargaría tantos años, o de que elegiría el país con mayor número de musulmanes del mundo, donde ser mujer es un hándicap.
Un país donde los animales son tratados aún peor que en el mío, donde los perros son considerados endemoniados y donde los animales salvajes más exóticos se consideran un símbolo de poder y prestigio. Supongo que fue ésa la razón definitiva. El tráfico de animales exóticos en Indonesia no sólo está diezmando especies endémicas, sino que causa el sufrimiento de millones de animales.
El orden de los primates tiene una serie de características que los diferencia de las demás especies de mamíferos. Una de ellas es el desarrollo cerebral, y otra es la capacidad de usar las manos de la misma forma que lo haría un humano. Cada vez que Pitung -uno de nuestros macacos- se entretiene, con sus pequeñas manos de humano, arrancando cada uno de los pellejos que encuentra en mi piel, me hace troncharme de risa.
También se entretiene abriendo y cerrando las cremalleras de mis bolsillos, o los velcros de mis chanclas. Mirándole a los ojos pienso cómo alguien puede ser tan cruel de atarle a un poste con una cadena al cuello o la cintura y dejarle para moverse un espacio de menos de un metro. ¿Cómo es posible que los macacos se consideren ratas?
Cadenas y jaulas roñosasEn el nuevo centro que estamos construyendo en Java con la ayuda de International Animal Rescue liberamos macacos de cadenas y jaulas roñosas, les socializamos en el centro, les rehabilitamos a la vida salvaje y les devolvemos a la libertad. Sin embargo, la principal amenaza que sufren hoy todas estas especies no es el tráfico ilegal, ni tampoco la caza. Es la destrucción de su hábitat.
En el centro de rehabilitación de orangutanes Nyaru Menteng, en Kalimantan central (Borneo), hay ya más de 600 orangutanes, la mayoría de ellos rescatados de las plantaciones de palma aceitera. En esta región, los orangutanes también son tratados como si tuvieran la peste: les abaten a palos, les disparan, les queman vivos o les atacan con machetes; todo esto ocurre cuando entran en las plantaciones de palma, en su intento de preservar el lugar donde viven, y con el único propósito de encontrar algo de alimento. Se les considera invasores en su propio territorio.
A las madres se las asesina. A las crías se las captura, también para ser parte del tráfico ilegal. Cientos de los orangutanes del centro Nyaru Menteng son aún bebés de menos de tres años. Deberán pasar toda su infancia en cautividad, y si es que logran llegar a adultos, buscarán un sitio en la selva. Sin embargo, su hábitat ha descendido ya más de un 70% en los últimos años. El proceso de rehabilitación es costoso en dinero y tiempo y se necesitan más selvas protegidas donde liberarlos.

Condenados a extinguirse

La destrucción del hábitat único de Borneo ha provocado que una innumerable cantidad de especies animales y vegetales estén condenadas a la extinción. Borneo se caracteriza por su gran biodiversidad, probablemente la mayor del mundo después de la Amazonia brasileña. Las ricas selvas primarias de Borneo han dado paso a un paisaje desolador, donde las plantas de la palma aceitera se cuentan por millones. Lo que son ya 10 millones de hectáreas de terreno deforestado serán 25 millones para el 2025.
Los orangutanes, que ya están extinguidos en muchas zonas de la isla, se extinguirán totalmente en un plazo no mayor a 10 años, cuando sus poblaciones estén tan fragmentadas que la consanguinidad juegue un papel de consecuencias impredecibles.
La industria de la palma aceitera arrasa la selva virgen de Borneo, expropia las tierras de los indígenas e incendia bosques primarios para la conversión en terrenos de cultivo. Estos incendios, además, producen cantidades inmensas de gases de efecto invernadero.
Y todo ello, para elaborar un aceite que se convertirá en el nuevo biocombustible que sustituya a los contaminantes derivados del petróleo. Si la razón de reemplazar nuestros combustibles es el respeto al medio ambiente, deberíamos reflexionar acerca del origen de estos biocombustibles antes de creer que somos ecologistas.
PÚBLICO, sábado 29 de septiembre de 2007
Fotografía: PÚBLICO

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