12 septiembre 2007

La OCDE cuestiona la escasa eficiencia y rentabilidad de los biocarburantes

LAURA VILLENA. SERVICIO ESPECIAL/ BRUSELAS
La contribución real de los biocarburantes a la mitigación del cambio climático es cada vez más cuestionada. Ayer, la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reavivó el debate con la publicación del informe «Bicombustibles: ¿es el remedio peor que la enfermedad?», en el que se ponen en duda la rentabilidad y el beneficio medioambiental del uso de combustibles biológicos.
El informe denuncia que la creciente demanda de biocombustibles para sustituir a los carburantes fósiles -carbón, petróleo o gas natural- tendrá consecuencias económicas a nivel mundial. Pone el ejemplo del conflicto «comida contra combustibles», que obligará a los agricultores a decantarse por destinar sus campos de cultivo a la alimentación o a la elaboración de biocombustibles, producidos sobre todo de maíz, caña de azúcar o cereal.
La consecuencia de cualquier desvío de la producción hacia la generación de energía biológica encarecerá el precio de la comida, según el informe, que augura ya una subida para la próxima década. Y es que, a pesar de que son las regiones tropicales las más adecuadas para dedicarse a estos cultivos, el hecho de que los productos medioambientales estén subvencionados y cuenten con incentivos en la UE provocará, según el texto, una destrucción de los ecosistemas naturales, como bosques, humedales y pastos, en favor de las cosechas para energía biológica.

Amenaza al medio ambiente

La obsesión por los biocarburantes puede suponer una amenaza para el medio ambiente y la biodiversidad. El informe alerta de que si se tienen en cuenta la acidificación de la tierra, el uso de fertilizantes, la pérdida de biodiversidad y la toxicidad del uso de pesticidas agrícolas durante el proceso de producción de bioetanol o biodiésel, su impacto medioambiental «puede superar fácilmente el de la gasolina o el diésel mineral».
El progresivo uso de biocarburantes creará problemas que, según la OCDE, no aportarán a cambio ningún beneficio medioambiental, puesto que la reducción de las emisiones de CO2 no superará el 3%.
El empeño por preservar su liderazgo y la lucha global contra el cambio climático han empujado a la UE a imponer medidas y firmar compromisos de manera desenfrenada durante los últimos años. Pero lo que un día se firmó con el convencimiento de que era el camino más corto hacia la reducción de emisiones, despierta hoy más de una incógnita.
El primer ejemplo de que la UE no acaba de dar con la fórmula para frenar el cambio climático fue el sistema de comercio de emisiones (ETS, en sus siglas en inglés), cuya primera fase está a punto de concluir con un fracaso a la espalda y la esperanza de la Comisión Europea de que la segunda fase traiga consigo resultados.
Si los pronósticos de la FAO y la OCDE se cumplen, al chasco del ETS podría sumarse en de unos años el de los biocombustibles. La UE apostó por ellos el pasado marzo, cuando se comprometió a que al menos el 10% de los combustibles consumidos por los automóviles europeos sean de origen biológico para 2020. Este compromiso supone la importación del 20% del biocombustible necesario y el uso de 59 millones de toneladas de cereales -el 18% de la producción interna-.
Segunda generación
Ante esta apuesta y los riesgos presentados en su informe, la OCDE invita a la UE y a sus Gobiernos a interesarse por los biocarburantes de segunda generación -que pueden producirse a partir de fuentes no alimentarias como residuos agrícolas (paja) y desechos de maderas- y les insta imponer políticas «más eficientes», como los impuestos sobre el carbón. Por último, llama la atención sobre la necesidad de que la Comisión Europea cree una certificación de «sostenible» para los biocarburantes.
La OCDE también llama a los países en vías de desarrollo, como Brasil, de donde proceden en muchos casos el bioetanol y otros combustibles biológicos, a utilizar sus fuentes energéticas no sólo desde el «cómodo» punto de vista de la exportación, sino como la vía para identificar nuevas formas de progreso económico, como la investigación en bioenergía.
ABC, MIÉRCOLES 12_9_2007

No hay comentarios: