12 diciembre 2007

Hablar del cambio climático contamina

Ángel Villarino
Bangkok- El primer efecto ambiental que dejará la Conferencia de Bali es exactamente el opuesto a lo predicado por los cerca de 10.000 expertos que se han dado cita en esta paradisíaca isla de Indonesia, donde desde hace casi una semana debaten sobre el cambio climático. Es más, según cálculos de Naciones Unidas, una vez finalizado el encuentro se habrá liberado tanto CO2 en la atmósfera como si 100.000 coches a gasolina cubriesen un trayecto de 3.000 kilómetros, el equivalente a un Madrid-Varsovia. España contribuye con una delegación de 40 personas enviada por el Gobierno. El dato contrasta con las recetas sobre ahorro energético sugeridas por las delegaciones de los más de 190 países y las organizaciones ecologistas presentes. Y es que sus delegados y representantes no sólo viajaron en avión (algunos en jet privados) hasta el Sudeste Asiático, sino que se mueven casi siempre en coches con aire acondicionado, duermen en habitaciones climatizadas y se reúnen en salas de congresos donde nunca se pasa calor, a pesar de haber escogido como sede de la cita nada menos que una de las islas con mejores temperaturas (y playas) del trópico. «Esta conferencia genera muchas emisiones de dióxido de carbono», reconoció ante los micrófonos de una agencia de noticias internacional el secretario ejecutivo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Yvo de Boer. «Espero que al final desembocará en un acuerdo que reducirá todavía más las emisiones de CO2», acotó. En total, la reunión de Bali, comentó, producirá un total de 47.000 toneladas de CO2. La imagen recuerda una reciente cumbre medioambiental celebrada en Senegal donde el aire acondicionado utilizado en las carpas de los países europeos dejó a la población local sin luz durante casi 24 horas. Los organizadores pusieron a disposición de los delegados decenas de bicicletas y taxis propulsados con energía solar, medios de transporte que están teniendo un valor más bien simbólico y que sólo unos pocos utilizan para moverse por la isla. Muchas delegaciones, empezando por los propios organizadores y por el grupo de representantes de Naciones Unidas, prometieron «compensar» al planeta por el desmán medioambiental implementando políticas ecológicas, como la plantación de árboles o la compra de la cuota correspondiente en el famoso «mercado de carbono». Por lo demás, las primeras jornadas concluyeron sin avances significativos en los asuntos fundamentales, como, por ejemplo, cuáles serán las cuotas máximas de CO2 para cada país. Las posturas de las potencias más contaminantes siguen enfrentadas. Mientras la UE apuesta por una disminución drástica de la contaminación ambiental, Estados Unidos, Rusia, India y China siguen reacios a firmar compromisos que pongan en riesgo su crecimiento. Los 10.000 expertos celebraron también ayer el décimo aniversario del Protocolo de Kioto, con una enorme tarta y un compromiso inicial de subvencionar políticas ecológicas en los países más pobres.

LA RAZÓN, Miércoles 12 de diciembre de 2007
Imagen: Greenpeace

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