09 febrero 2010

Escaladores para reparar turbinas eólicas

Por KATE GALBRAITH
MAHANOY TOWNSHIP, Pensilvania – Suspendidos por cuendas de lo más alto de una turbina eólica gigante, dos hombres descendían lentamente por una de las astas largas y plateadas. Luego se pusieron manos a la obra a 45 metros del suelo, se empezó a oír por todas partes el zumbido de una lijadora.
Para Matt Touchette y Sequoia Haughey era otro día más en la oficina. “Un viento bastante racheado”, informa Touchette por una emisora con interferencias desde su privilegiada posición.
Los especialistas en escalada como Touchette y Haughey llevan mucho tiempo desempeñando una serie de trabajos altamente especializados, como inspeccionar grandes presas, limpiar el Monte Rushmore o reparar las plataformas petrolíferas en alta mar. Pero a medida que los parques eólicos se han ido extendiendo, las empresas de especialistas en escalada no han tardado en abrirse a una nueva actividad: arreglar turbinas para que duren más tiempo a la intemperie.
Es el trabajo ideal para las personas a las que les gusta la escalada. Rope Partner, la empresa de Santa Cruz, California, que contrata a Touchette y Haughey, fue fundada en 2001 por un ávido escalador, Chris Bley, después de que aprendiera el oficio gracias a dos alemanes a los que conoció escalando acantilados de granito en el Parque Nacional Joshua Tree en los años noventa. Los alemanes formaban parte de un equipo de escaladores que ayudaron a cubrir el Reichstag, donde se reúne el Parlamento alemán con una tela para una instalación artística. Actualmente, estos trabajos consisten en inspeccionar turbinas, limpiarlas y repararlas, algo necesario si se atasca un asta por un rayo o se estropea por el hilo. Las astas están hechas de fibra de vidrio y las tareas de reparación pueden implicar extraer la fibra de vidrio antigua y poner un material nuevo, que luego se tiene que lijar para que quede homogéneo. “Me sorprendió mucho cuando ví que realmente te podías ganar la vida trabajando colgado de una cuerda”, comenta Bley.
Al menos unas cuantas empresas pequeñas de especialistas en escalada trabajan actualmente con turbinas. Algunas, como East River Rigging de Brooklyn, con nuevas y hacen labores regionales de escalada de todo tipo. Otras, como Skala de Reno, Nevada, se pasaron a los trabajos con las turbinas eólicas cuando empezó el boom hace varios años. Rope Partner se centra únicamente en las turbinas.
Igor Stomp, presidente del comité de comunicaciones de la Sociedad de Técnicos Profesionales de Acceso con Cuerdas, calcula que el coste de un trabajo básico de un día de dos escaladores puede empezar en 2.000 dólares, y llegar a costar mucho más para tareas más difíciles. Desde la perspectiva de los técnicos, “pagan bien...para escaladores cutres”, como dice Haughey riéndose.
Ni siquiera cuando están trabajando se hartan de las cuerdas. Cuando diluvia o hace demasiado viento para trabajar de manera segura en el parque de Pensilvania, Touchette y Haughey se van a escalar a lo que Touchette describe como un “pequeño acantilado zarrapastroso en el bosque”, a unos 25 minutos.
En los días de buen tiempo, el primer paso de los dos hombres es asegurarse de que la turbina está apagada, para que no dé vueltas mientras ellos están subidos a ella, algo que podría causarles la muerte. Luego organizan con cuidado el equipo que van a necesitar ese día: mezclan productos químicos para crear una capa gelatinosa para tratar las astas, preparan algo para comer y se colocan los cascos y las cuerdas.
Tras desaparecer torre arriba, los dos escaladores parecen dos motas diminutas Cada uno está amarrado a alo más alto con dos cuerdas. Lentamente se deslizan por el asta, que mira hacia el suelo, y ponen manos a la obra. Llevan un alargador naranja, de más de 45 metros de largo, para enchufar la lijadora.
Suelen producirse los típicos accidentes industriales: Haughey, por ejemplo, una vez se pilló la punta del dedo con una parte móvil del interior de la turbina, aunque no estaba colgado en ese momento, o se les caen piezas. El día en que lijaron el asta de la turbina en Pensilvania, a Touchette y Haughey no se les cayó nada, pero avisaron a los visitantes de la base de la turbina que se pusieran en contra del viento, por si acaso.
THE NEW YORK TIMES – EL PAÍS, Jueves 4 de febrero de 2010

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