05 febrero 2010

¿Volverse ecológicos? Quizás tras este barril

Por JAD MOUAWAD
La Administración de Obama quiere llevar a cabo la transformación de la política energética más ambiciosa en 30 años para reducir el consuno de petróleo, aumentar los suministros de energías renovables y recortar las emisiones de dióxido de carbono.
Pero los gigantes petrolíferos de todo el mundo no están convencidos de que vaya a funcionar. Incluso ahora que en Washington están poniéndose como locos con la energía, muchas de las empresas petrolíferas están manteniéndose al margen, mostrándose recias a invertir en las nuevas tecnologías por las que se inclina el presidente e incluso apartándose de compromisos que ya habían contraído.
Royal Dutch Shell anunció el mes pasado que iba a congelar sus investigaciones y sus inversiones en energía eólica en energía eólica, solar y de hidrógeno y que iba a centrar sus planes de energía alternativa en los biocombustibles. La empresa ya había vendido gran parte de su negocio solar y se había retirado de un proyecto el año pasado para construir el mayor parque eólico en alta mar, cerca de Londres.
BP, una empresa que lleva nueve años diciendo que estaba “dejando atrás el petróleo”, ha estado volviendo al petróleo desde 2007 y recortando su programa de energías renovables. Y las petroleras estadounidenses, que durante todo este tiempo se han mostrado más escépticas respecto a la energía alternativa que sus homólogas europeas, ignoran aplicadamente los nuevos mensajes de Washington.
“En mi opinión, nada ha cambiado realmente”, comenta Rex W. Tillerson el consejero delegado de Exxon Mobil. tras la elección del presidente Obama. “No nos oponemos a las fuentes de energía alternativa ni a su desarrollo. Pero hacer que el futuro de la energía del país dependa únicamente de esas alternativas oculta la realidad de su tamaño y escala”.
La Administración estadounidense quiere invertir 150.000 millones de dólares en la próxima década para crear lo que denomina un “futuro energético limpio”. Su plan pretende diversificar las fuentes de energía de la nación, impulsando más energías renovables, así como reducir el consumo de petróleo y recortar las emisiones de dióxido de carbono de los combustibles fósiles.
A menudo las petroleras han creado anuncios que expresan su interés por las nuevas formas de energía, pero sus inversiones reales no han respaldado estas promesas.
“La escala de sus inversiones alternativas es tan increíblemente pequeña que cuesta encontrarlas”, señala Nathanaek Green, veterano analista político del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales. “Éstas empresas no se sienten en la obligación de ser pioneras en la materia”.
Quizás no resulte sorprendente que la mayoría de las inversiones en fuentes alternativas de energía provengan de lugares que no son las petroleras. En los últimos 15 años, las cinco principales empresas petrolíferas se gastaron aproximadamente 5.000 millones en el desarrollo de fuentes de energía renovable, según Michael Eckhart, presidente del Consejo Estadounidense de Energía Renovable, un grupo de comercio industrial. Esto representa solamente un 10 % de los cerca de 50.000 millones de dólares destinados al sector de la energía limpia por fondos de capital riesgo e inversores empresariales durante este período, añade. “Las principales empresas petrolíferas no consideran que la energía renovable sea un negocio convencional”, remacha Eckhart. “Para ellas, es un negocio secundario”.
Shell, por ejemplo, afirma que se ha gastado 1.700 millones de dólares desde 2004 en proyectos alternativos. Esta cantidad resulta insignificante en comparación con los 87.000 millones de dólares destinados a proyectos de gas y petróleo en todo el mundo.
Los directivos del sector sostienen que comparar las inversiones en proyectos de gas y petróleo con sus planes de investigación en el campo de la energía renovable lleva a confusión. Afirman que aunque los combustibles renovables son necesarios, siguen estando en su primera fase de desarrollo, y que el petróleo seguirá siendo una fuente energía dominante durante décadas.
En sus perspectivas a largo plazo, Exxon asegura que para 2050, los hidrocarburos (incluidos el petróleo, el gas y el carbón) representarán el 80% de los suministros de energía mundiales, casi la misma cantidad que hoy en día.
“La energía renovable es muy real”, afirmaba David J. O´Really, el consejero delegado de Chevron, en noviembre. “La necesitamos. Va a ser una parte esencial del futuro que imagino. Pero no es realista suponer que seremos capaces de sustituir la energía convencional en el plazo de tiempo que sugieren algunos”.
Incluso los objetivos modestos están resultando difíciles de alcanzar. El mandato del Congreso sobre el etanol, que exige que las petroleras utilicen 36.000 millones de galones (unos 136.000 litros de etanol) para 2020, no se puede cumplir afirman los expertos, sin avances tecnológicos importantes para los que todavía faltan muchos años.
John M. Deutch, un profesor del Massachusetts Instutute of Technology (MIT) y ex director de inteligencia central, señala que no tiene mucho sentido criticar a las petroleras sin establecer primero normas federales que establezcan un precio para las emisiones de dióxido de carbono.
“¿Qué papel desempeñarán en el futuro las petroleras en las alternativas al hidrocarburo convencional? La respuesta correcta es que nadie lo sabe”, afirma Deutch. “Lo importante es que el Gobierno establezca una política sobre el dióxido de carbono. Las petroleras la cumplirán”.
THE NEW YORK TIMES JUEVES 23 DE ABRIL DE 2009
EL PAÍS

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