15 marzo 2008

La clase política de EE.UU. utiliza la ola de frío contra el cambio climático

ANNA GRAU. NUEVA YORK.
«Ya ha empezado a bajar la fiebre de la Tierra: el enfriamiento global está en camino», era el desacomplejado título de un post colgado el pasado miércoles en el comité de Medio Ambiente del Senado norteamericano. Lo firmaba el jefe de comunicación de la minoría republicana, Marc Morano. Su argumento es que este invierno ha hecho tanto frío que ya nadie puede creerse el calentamiento global.
Seguía una aparentemente apabullante cascada de citas de expertos -entre ellos un español, Antón Uriarte, que aparece citado en una lista de 50 científicos contra el cambio climático- destinada a demostrar que la alarma sobre el calentamiento global no tiene base científica suficiente.
Asimismo se constataba que este invierno se ha visto por primera vez nevar en Bagdad -lo que no ocurra en Bagdad...- y por vez primera en mucho tiempo en Suráfrica. Incluso «The International Herald Tribune» mandó uno de sus talentosos escritores a constatar que el Kilimanjaro de Hemingway tiene nieves para rato. La reacción no se ha hecho esperar. «The New York Times» contraatacaba ayer con otra cascada de expertos explicando las bajas temperaturas de este invierno como resultado de la llamada Oscilación del Sur, cuando el océano y la atmósfera se ajustan en todo el Pacífico tropical por la diferencia de presión, la carga de los alisios, etcétera.

El Niño y la Niña
Cada ciertos años se registra en la zona un incremento de la temperatura de las aguas, acompañado de lluvias mucho más intensas. El efecto de esta corriente cálida es más fuerte en diciembre, y por eso los primeros que históricamente la detectaron, los pescadores del Perú, empezaron a llamarla el Niño, porque la asociaban con la llegada del Niño Jesús. Pero no hay blanco sin negro ni hay Niño sin Niña, que es justo su contraparte: una corriente fría que contiene las lluvias y hace descender las temperaturas por debajo de lo normal.
«The New York Times» ha consultado una miríada de expertos que insisten en la insignificancia de las bajas temperaturas de este invierno para contradecir el calentamiento del planeta. La Niña es un fenómeno recurrente perfectamente conocido -aunque no siempre predecible al cien por cien- y además efímero. Cuando quede atrás, las temperaturas seguramente volverán a subir con renovada fuerza. También señalan con preocupación que aunque en el Kilimanjaro y en los polos «parezca» que hay más hielo, es una capa de hielo cada vez más fina.

Un peligro real
En resumen, concluyen que el peligro es real, y que fenómenos como la Niña no lo minimizan sino que lo enmascaran, más peligrosamente cuanta más gente haya dispuesta a frivolizar sobre el tema.
Sea por defender los intereses de la industria, naturalmente reacia a recortar las emisiones tóxicas y el consumo energético, sea por contradecir a la «estrella» política norteamericana en este debate, el ex vicepresidente demócrata Al Gore. Premio Nobel por su ingente labor de sensibilización, Gore no se ha librado sin embargo de algunas críticas. Su película «Una verdad incómoda» fue cuestionada en el Reino Unido -también en otros lugares- como una exageración, apta para la propaganda pero no para educar en las escuelas.
¿Es eso malo si la intención es buena? Depende de si da más o menos munición al enemigo. Uno de los expertos citados por «The New York Times», Michael E. Schlesinger, científico atmosférico de la Universidad de Illinois, advierte de que para discernir el alcance preciso de la influencia humana harán falta aún muchos años «intentando limpiar la señal del ruido que la distorsiona».
Pensar que los datos de un solo año son suficientes para darle la vuelta a la bien establecida teoría de que los gases de efecto invernadero calientan el planeta «es, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo; y en el peor, una distracción perniciosa».


ABC, MARTES 4_3_2008

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