12 marzo 2008

Pekín se baja los humos

POR PABLO M. DÍEZ
CORRESPONSAL
PEKÍN. Otro motivo de preocupación para los organizadores de los Juegos de Pekín. Cuando faltan sólo cinco meses para su inauguración, algunos atletas -como el corredor etíope Haile Gebrselassie, que dijo que no hará el maratón- ya han anunciado que no competirán en la capital china por el calor, la humedad y, sobre todo, por la fuerte contaminación.
Un auténtico jarro de agua fría para los aficionados al maratón, que se quedarán sin ver a su plusmarquista mundial y máximo favorito al oro -aunque sí participaría en los 10.000 metros-, y para las autoridades del régimen comunista chino, que pretenden utilizar las Olimpiadas para legitimar su autoritario poder ante el resto del mundo.
Para evitar nuevas deserciones que empañen los Juegos, el Gobierno se ha propuesto luchar contra la contaminación con el fin de que los cielos luzcan azules y el sol brille radiante en agosto. Algo que puede parecer normal, pero que en Pekín es excepcional porque una espesa neblina causada por la polución tiñe permanentemente el cielo de gris y apenas deja pasar los rayos solares. «Los índices de dióxido de sulfuro, monóxido de carbono y dióxido de nitrógeno han cumplido con los estándares nacionales debido a años de esfuerzos y los índices de partículas contaminantes cumplirán los estándares también en los Juegos», prometió a la agencia estatal de noticias, Xinhua, el subdirector de la Administración Estatal de Protección Medioambiental, Zhang Lijung.
Precisamente, este organismo pasará a tener rango de Ministerio en la reestructuración del Gobierno que la Asamblea Nacional Popular, el máximo órgano legislativo del régimen chino, está decidiendo en su reunión anual, que se celebra estos días en Pekín.
Dicha medida pone de manifiesto la voluntad del régimen comunista de hacer frente a la tremenda contaminación que ha invadido al gigante asiático después de crecer tres décadas a un ritmo del 10 por ciento anual, 30 años en los que se ha convertido en la «fábrica global».
Junto a la mejora del nivel de vida, que ha provocado que 400 millones de personas salgan de la pobreza, han llegado también la polución del aire y los ríos, y la lluvia ácida, que afecta especialmente a las ciudades de la industrializada costa china. Pero sobre todo a Pekín, la ciudad más importante, económica e industrialmente hablando, del país.
Para limpiar el ambiente en la capital china, el Gobierno ha invertido más de 8.300 millones de euros y ha puesto en marcha numerosas medidas que tienden a reducir la polución. A golpe de decreto, como se suelen hacer las cosas en este gigantesco país, el régimen ha trasladado las fábricas más contaminantes fuera de la ciudad y tiene previsto cerrar las grandes obras públicas desde dos meses antes de los Juegos, con el fin de evitar el polvo que deja flotando en el aire la imparable construcción de rascacielos, que se sucede día y noche.
Circulación prohibida
Además, el Ayuntamiento prohibirá que la mitad de los coches de Pekín circulen durante los Juegos, en un intento por acabar con las nocivas emisiones de sus tubos de escape y con los interminables atascos que congestionan sus avenidas y rondas de circunvalación cada jornada.
Y, por si todo esto falla, siempre se podrá acudir al recurso de bombardear las nubes con misiles cargados de yoduro de plata, una sustancia catalítica que provoca la liberación de hidrógeno que, al entrar en contacto con el oxígeno, acelera de forma no natural la formación de lluvia y las precipitaciones.
Dicho sistema, que ya se utiliza con frecuencia en China para combatir la sequía y las tormentas de arena procedentes del cercano desierto del Gobi, será empleado antes de los Juegos para garantizar los cielos azules durante las Olimpiadas. Si el Gobierno no lo logra, el único récord olímpico que va a conseguir Pekín es el de capital mundial de la contaminación.
ABC, Miércoles 12 de marzo de 2008

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