29 agosto 2008

La bolsa (de plástico) o la vida

Carmen Mañana
Da igual si se trata de unas gambas o una televisión. La inmensa mayoría de las veces nos llevamos a casa lo comprado en una bolsa de plástico. Concretamente, cada español utiliza al año 238, según datos de Greenpeace. Lo que suma, en todo el páis, unos 10.500 millones, de los que sólo se recicla un 10%. Es decir, que cerca de 90.000 toneladas de bolsas de plático escapan del contenedor amarillo donde deberían depositarse, y acaban en vertederos, en el mar o en los campos. Y allí permanecerán durante unos mil años, el tiempo que tardan en descomponerse. Por esta razón, entre otras, el Ministerio de Medio Ambiente ha puesto en marcha un Plan Nacional de Residuos en cuyo último borrador propone reducir a la mitad el consumo de bolsas de plástico no biodegradables de un solo uso en 2009 y prohibirlas totalmente en 2010.
Las sucesoras de las tradicionales, elaboradas con petróleo, pareen ser otras fabricadas con fécula de patata. Estas últimas sólo tardan de tres a seis meses en descomponerse y lo hacen sin general materiales tóxicos. Además, son compostables.: se convierten en abono. Pero, para las asociaciones ecologistas, esta medida es sólo un parche y no una solución. "No tiene sentido dejar de agotar una materia prima, como el petróleo, para empezar a agotar ortra, como la patata. De lo que se trata es de cambiar de hábitos, no de materiales", explica Sara del Río, responsable del programa de residuos de Greenpeace.
Este es el único punto en el que coinciden ecologistas y fabricantes de pláticos. Ambos creen que no habrá suficientes patatas como para producir la cantidad de bolsas que demanda el mercado. Pero, las alternativas que proponen son, como cabría esperar, radicalmente opuestas. Desde Greenpeace se apuesta por bolsas de algodón para las compras y biodegradables para la basura orgánica. "Las de plástico son totalmente sustituibles. Es cuestión de adaptarse a un hábito distinto, y los españoles hemos asumido cambios más radicales, como el de la peseta al euro", argumenta Sara del Río.
Enrique Gallego, director de la Confederación de Empresarios del Plástico, propone una normativa que regule la creación de bolsas de plástico más grandes y más resistentes, para que puedan reutilizarse hasta 10 veces. Con esta medida cree que en cuatro años se reducirá su consumo en un 30%. Además, según sus estudios, un 65% de las bolsas comerciales se emplean después como bolsas de basura. Ikea comercializa ya una bolsa reutilizable, pero desde Greenpeace desconfían: "Es muy peligroso que se acepte una categoría de bolsas que supuestamente pueden tener varios usos porque eso no garantiza que el consumidor vaya a utilizarlas más de una vez". Gallego recalca que las medidas del Gobierno son demasiado radicales y que su aplicación "acabaría con la mitad de las 550 empresas y más de 10.000 trabajadores que dependen directa o indirectamente de este sector".
A precio de tubérculo
En Sphere, la empresa de bolsas de plástico líder en Europa, ya llevan dos años desarrollando una línea biodegradable para afrontar posibles cambios en la legislación. "Las bolsas de almidón de patata se pueden fabricar con las mismas máquinas que las de plástico. El coste de producción es sólo un poco mayor, pero la materia prima cuesta tres veces más", explica su director Alfonso Biel. Aunque asegura que, con las subidas que está subriendo el crudo, llegará un momento en que se invierta esta relación. "Además, las bolsas de biocombustible no pagan punto verde", apunta. Y es que las grandes superficies están obligadas a paga 0,34 euros por cada kilo de bolsas de plático que compren. Con este dinero Ecoembes, la empresa que recoge y recicla los embases en España, trata estos residuos.
Si las biodegradables cuestan más, una solución podría ser que los consumidores pagasen por ellas. Lo que, según ecologistas y empresarios, reduciría su consumo. En España ya hay algunos supermercados, como Lidl o Día, que cobran, de momento, por las de plástico. Y AlCampo pone a disposición de sus clientes bolsas biodegradables a un precio de 39 céntimos.

ESTADOS UNIDOS
San Francisco contra Los Angeles
El partido parecía ganado de antemano. En la jugada anterior, la ciudad de San Francisco (EEUU) había prohibido las bolsas de plástico, así que estaba claro que Los Angeles tendría que ir buscando otras formas de entregar sus compras en los supermercados porque los residentes en esta última ciudad no iban a ser menos que sus eternos rivales del norte. Las bolsas de plástico no reciclables parecían tener los días contados en el sur de California. De ahí la sorpresa de los grupos ecologistas cuando el principal nucleo del Estado más liberal de Estados Unidos dejó que las bolsas de plástico le metiern un gol. Tras meses de discusiones, la junta de supervisores del condado de Los Angeles decidió retrasar hasta 2013 la prevista prohibición sobre las bolsas de plástico que reparten los supermercados. Una prohibición ahora lejana que, además, sólo se pondrá en marcha si el condado no ha logrado reducir el consumo de bolsas de plástico no reciclables en un 65% en cinco años. Los Angeles no es la única victoria del sector del plático. En Oakland, al norte de San Francisco, está en litigio la legalidad de la prohibición aprobada el pasado 18 de enero sobre el mismo tipo de plásticos. Y de nuevo en Los Angeles, los contenedores de poliestireno - no biodegradable - tienen, pese a las amenazas, el futuro asegurado en un condado que no es capaz ni de poner en marcha un estudio sobre el efecto de estos materiales en el medio ambiente.

Una mala costumbre
Mark Gold, presidente de la organización ecologista Heal the Bay (Salvad la bahía) ha sido el más activo contra esta tregua al uso abusivo de bolsas de plástico en los supermercados estadounidenses. "Es una tradición que no tiene tantos años. Se implantó en 1997. Antes, la gente estaba contenta con las tradicionales bolsas de papel o utilizando una propia", recordó a la prensa. Los tiempos han cambiado. En la actualidad el condado de Los Angeles utiliza 6.000 millones de bolsas de plástico al año y, según Heal de Bay, sus desechos en aguas del Pacífico son la causa directa de la muerte de un millón de aves, así como de unos 10.000 mamíferos marinos.
Una prohibición sobre las bolsas también habría facilitado una reducción en el volumen de basura en los vertederos cada vez más cargados. ¿Por qué venció el plástico en medio de la ola ecologista actual?. Algunos de los supervisores del condado no dudaron en citar la democracia como mejor aliada de las bolsas. Opuestos en principio a todo tipo de prohibición, el condado también se negó a imponer un canon que encareciese el uso de bolsas de plástico, ya que dicen sería "una prohibición" de hecho.
El diario Los Angeles Times subraya una razón mucho más material al recordar los 33.000 dolares (unos 21.000 euros) que el pasado año invirtió la Asociación de Tenderos de California en un grupo de presión a favor de las bolsas de plástico. O los 65.500 dólares (42.000 euros) que desde el pasado septiembre lleva invirtiendo el Grupo de Empaquetadores de Comida en Plástico para mantener los recipientes de poliestireno a flote. Pero no todo son malas noticias y, dentro del programa de reducción voluntaria de bolsas de plástico, al menos una compañía se lo ha tomado en serio. Se trata de la cadena Whole Foods, que ha tomado la celebración del Día de la Tierra como el punto de partida para prohibir el uso de bolsas de plástico en sus tiendas, incluso en las que controla en Canada y Reino Unido. En total, 150 millones de bolsas de plástico menos al año, una pequeña victoria comparada con los 59.850 millones de que seguirán siendo repartidas en el resto de los supermercados del condado de Los Angeles.
Rocio Ayuso (Los Angeles).

CHINA
Una carrera de obstáculos
...China se ha sumado a la lucha contra la contaminación provocada por las bolsas de plástico. El país más poblado del mundo ha prohibido la entraga gratuita de estos envases en tiendas y supermercados, desde el pasado 1 de junio, y ha vetado la fabricación de las que tengan menos de 0,025 milímetros de espesor. Pekín pretende con esta medida minimizar el fuerte impacto medioambiental que tienen estos envoltorios y, de paso, ahorrar recursos energéticos. China emplea 37 millones de barriles de petróleo al año en la producción de los 3.000 millones de bolsas que consumen cada día sus habitantes. Las bolsas de plástico ultrafino son objetivo prioritario del Gobierno del país aiático, porque normalemente sólo son utilizadas una vez, y acaban en vertederos, tiradas en cualquier sitio, o en medio de la naturaleza, enganchadas en las copas de los árboles. Los comercios tendrán que cobrar a partir de ahora a los clientes que no traigan sus propias bolsas. Si no lo hacen podrán ser multados hasta con 10.000 yuanes (916 euros). Las tiendas y supermercados son libres de hacer pagar lo que quieran a sus clientes, por lo que antes entregaban gratis, siempre que el precio no sea inferior al de coste; pero han asegurado que pedirán entre 0,2 yuanes y un yuan ( entre 2 y 9 céntimos de euro) por unidad. Tan sólo están exentas de la nueva ley las utilizadas en alimentos crudos, y comida congelada y precocinada. Los comercios se enfrentan también a multas de hasta 20.000 yuanes (1.832 euros) si adquieren los sacos a suministradores que no estén debidamente certificados. Los envoltorios de alimentos, deberán llevar la inscripción "Para comida solo".

Reducir el consumo
La medida, que fue anunciada el pasado enero, ha sido recibida con opiniones contrapuestas por la población. "Qué le vamos a hacer, es la ley, así que he preparado algunas talegas para cuando vaya a la compra", dice Chen, un hombre de unos cuarenta años, a la puerta del supermercado Jingkelong. "Me parece bien. Es bueno para el medio ambiente. Yo pagaré por ellas porque suelo utilizarlas también para la basura", dice una de las cajeras. Los expertos estiman que la ley puede reducir dos tercios el consumo. Pero organizaciones no gubernamentales como Amigos de la Naturaleza han advertido que el impacto real dependerá de hasta qué punto se haga cumplir la normativa, especialmente en grandes ciudades como Pekín y Shangai. Muchas iniciativas medioambientales fracasan porque los gobiernos locales se muestran reacios, debido a su efecto sobre los ingresos fiscales y el empleo. Para la industria procesadora de plástico - afectada por el alza de las materias primas, la apreciación del yuan y el fin de las ayudas fiscales a la exportación - la medida es un serio revés. Suiping Huaqiang, el mayor fabricante chino de bolsas de plástico, cerró a principios de año porque la nueva ley ha prohibido la mayoría de sus artículos. La factoría producía 250.000 toneladas de bolsas al año, valoradas en 2.200 millones de yaunes (201 millones de euros).
José Reinoso ( Pekín)

REINO UNIDO
La causa de moda
El Reino Unido, con unos 22,6 millones de toneladas de residuos al año, es el país de la Unión Europea que más desperdicios genera. Pero cada vez es más habitual ver a británicos cargando su compra en bolsas de lona o en "las bolsas de por vida" (bags for life) que se reparten en los supermercados. Ochenta localidades, entre las que están Brighton, Bath y Bristol, se han puesto manos a la obra para que sus comercios dejen de repartir bolsas desechables. Y si sale adelante una propuesta de ley presentada por su concejo municipal, Londres podría convertirse en la ciudad más grande del mundo sin bolsas de plástico.
Los pioneros
Si alguien puede considerarse un impulsor de esta cruzada es el pueblo costero de Modbury (Devon). La vecina Rebecca Hosking, que trabaja como cámara de la BBC, presentó durante el rodaje de un documental en Hawai los daños que provocan las bolsas de poliestireno en la vida marina. Al volver a Modbury, convenció a los comerciantes locales para que dejasen de estregar sus productos en plástico. Desde mayo de 2007, en las tiendas de Modbury sólo se encuentran bolsas reutilizables o biodegradables. "Cuando alguien del pueblo sale fuera y le ofrecen una blosa contesta ¡Soy de Modbury!" dice Simon Wilkinson del comité organizador de la campaña.
El Gobierno está considerando tomar medidas legales para reducir al menos en un 25% los 13.000 millones de bolsas desechadas anualmente. Reciclar no es una opción. Volver a las bolsas de papel tampoco, pues sus residuos desprenden metano y requieren más coste energético para su fabricación, transporte y reciclaje.
Irlanda cobra un impuesto de 33 céntimos de euro por cada bolsa de plático, y el Gobierno británico no descarta seguir en el futuro el ejemplode sus vecinos. Hasta ahora, la única medida oficial es un acuerdo voluntario con los comerciantes. Las tiendas de Mark&Spencer han sido las primeras en dar el paso. Desde el pasado 6 de mayo, cada bolsa cuesta 5 peniques (7 céntimos); los cuales se donarán a una organización verde.
Brenda Otero (Londres)
EL PAÍS, Jueves 5 de junio de 2008
Imagen: Flickr

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