31 agosto 2008

Los tiempos de las basuras

BEATRIZ ORTÍZ MARTÍNEZ
Tirar el chicle al suelo cuando éste ha perdido su sabor o arrojar un pañuelo de papel por la ventanilla del coche son gestos habituales que generan suciedad y son sinónimos de falta de civismo. También demuestran una falta de conciencia ecológica. ¿Nunca se ha preguntado qué pasa con estas basuras y desechos una vez que se tiran a la calle o en la naturaleza? ¿Qué ocurre si el servicio de limpieza no se encarga de ello? ¿Cuánto tiempo tardarán en desaparecer?.
Una simple colilla tarde entre uno y cinco años en degradarse, es decir, en volver a incorporarse al medio ambiente. La naturaleza puede reciclarlo todo, pero tarda muchos años en hacerlo. Si los desechos no se tiran en el lugar adecuado y se arrojan en el medio urbano o natural, las variables que influirán en su descomposición no son otras que el aire, la luz solar, la lluvia, la humedad, los insectos, los gusanos y los microorganismos (bacterias y hongos). El proceso de desaparición de las basuras puede ser aeróbico (con oxígeno, al aire libre) o anaeróbico (sin oxígeno, bajo tierra). Lo cual implica diversos períodos de tiempo en función del material desechado. Muchos residuos son biodegradables (orgánicos) y pueden ser asimilados en un período de tiempo relativamente breve por el medio ambiente debido a su naturaleza química. Los microorganismos, ayudados por el resto de factores, generan su descomposición y posteriormente emplean sus componentes para producir energía o crear otras sustancias. Sin la biodegradación, y teniendo en cuenta la cantidad de basuras que tiramos al suelo o a la naturaleza de manera incontrolada, la Tierra sería un enorme vertedero.
Por el contrario, las sustancias no degradables, tales como el plático, el vidrio o el aluminio, no son asimilados tan facilmente por la naturaleza. Su desintegración y descomposición es lenta, llegando a durar miles de años. Sólo pueden ser reutilizados o transformados rápidamente mediante la intervención humana. Así, un mechero, una bolsa del súper o una lata de refresco son basuras altamente resistentes y contaminantes que se pueden convertir en elementos casi perennes en nuestro entorno.
El plástico es uno de los materiales de mayor impacto ambiental y sus efectos negativos son numerosos: se gats mucha energía en producirlo, se desecha sin control en cualquier lugar, tienen consecuencias letales para muchos animales y, debido a que está compuesto por derivados del petróleo, tarda al rededor de medio siglo en desaparecer. Existen varias iniciativas en todo el mundo para reducir el uso de bolsas de plástico y sustituirlas por otras biodegradables. En España, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desarrollado un procedimiento experimental para la obtención de materiales plásticos autodegradables con la luz solar.
Si un desecho no es biodegradable la siguiente prioridad es que sea reciclable. El vidrio, por ejemplo, tampoco se reinserta en la naturaleza y tarda alrededor de 4.000 años en desaparecer si se arroja en cualquier lugar. Sin embargo, es totalmente reciclable. Esta es la razón por la que la organización Amigos de la Tierra recomienda el consumo de productos con recipientes de vidrio frente a los de plástico. "El vidrio esta hecho para perdurar y es totalmente reciclable, ya que se reutiliza y no es tan tóxico como el plástico a la hora de descomponerse", declara Alodia Pérez, responsable del área de residuos de esta organización. El destino de un envase de vidrio será muy diferente si se deposita en el contenedor adecuado en lugar de tirarlo de manera incontrolada.
Otro ejemplo de basura biodesagradable son los chicles. Se encuentran tirados en cualquier lado y es, junto con las colillas, uno de los desperdicios que más se lanzan fuera de las papeleras. En 2007, el Ayuntamiento de Castellón recogió en pocos días 11 kilos de chicles, según el Concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad castellonense Gonzalo Romero. Un trozo de chicle (compuesto por resinas naturales y sintéticas, azucar armatizado y colorantes) tirado en el suelo no solo se convierte en un feo lunar en la acera, sino que tarda alrededor de cinco años en desaparecer y contamina el ambiente.
En los últimos 10 años este tipo de hábitos se ha reducido mucho, sobre todo con respecto a envases y basuras voluminosas, aunque la costumbvre de tirar un papel al suelo, un chicle o un cigarro se sigue viendo. En Amigos de la Tierra han observado que la evolución positiva se ha dado sobre todo en la naturaleza. "Hay más respeto", afirma Alodia Pérez. Un gesto sencillo como tirar siempre la basira en los contenedores y papeleras puede ahorrarle mucho tiempo al medio ambiente.
EL PAÍS, Sábado 18 de agosto de 2008
Imagen: Flickr

1 comentario:

lineasdefuga@gmail.com dijo...

Hola,

Soy Beatriz Ortiz, la autora del reportaje. Me alegra que te haya interesado.
¡Un saludo!

Bea