09 diciembre 2009

Contra el cambio climático, eficiencia

Joe Hogan
Hoy la humanidad emitirá a la atmósfera más de 116 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Estas emisiones están creciendo ahora más rápidamente que en cualquier década anterior, a pesar de nuestra preocupación por el cambio climático. Si no hacemos algo, en 2020 estaremos emitiendo 140 millones de toneladas.
Ahora que los Gobiernos intentan alcanzar un nuevo acuerdo global sobre el clima, las dificultades están claras. Pero se puede ser optimista porque ya disponemos de soluciones para generar energía de bajas emisiones. A medida que los avances tecnológicos han hecho más competitivas a las energías eólica y solar, estos sectores se han convertido en los de más alto crecimiento. Hay un gran interés en la energía eólica marina, en el proyecto Desertec, que pretende generar energía a partir del sol en el desierto del Sahara, y en otros proyectos semejantes en los desiertos de Gobi y Mojave.
Son muestras esperanzadoras de que la energía renovable está cambiando para convertirse en un sector generador a gran escala. Pero si nos tomamos en serio la generación de electricidad partiendo de fuentes bajas en emisiones de CO2, tendremos también que desarrollar un sistema eléctrico que pueda distribuirla: unas redes flexibles y eficientes que equilibren eficazmente la energía consumida con la disponibilidad de energías eólicas y solar. La tecnología está disponible ya, pero es necesario ponerla en servicio.
También tenemos que poner las energías renovables en perspectiva. La única importante a día de hoy es la hidroeléctrica, y menos del 3% de la electricidad generada en todo el mundo proviene de otras fuentes renovables. Aunque éstas son sólo una parte de la estrategia global para combatir el cambio climático. Y la mejor oportunidad que tenemos para reducir las emisiones es una a la que se le presta poca atención: la eficiencia energética. Según la Agencia Internacional de la Energía, la utilización más eficiente de la energía tiene un potencial de reducción de emisiones de CO2 en los próximos 20 años mayor que todas las demás alternativas juntas.
Sin embargo, de los 112.000 millones de dólares invertidos en energías limpias en todo el mundo en 2008, sólo 1.800 se emplearon en mejoras de eficiencia energética, según un estudio de Naciones Unidas.
Sorprende la resistencia a invertir en eficiencia energética. Las inversiones se recuperan normalmente en menos de dos años gracias a los menores costes energéticos, y las empresas normalmente se sorprenden al saberlo. Parece claro que debe haber algo más. Una dificultad importante es la falta de conocimiento sobre equipos de eficiencia energética en los hogares, las empresas y las autoridades públicas, lo que se complica aún más por la variedad de opciones disponibles. También faltan incentivos. ¿Por qué debería un casero invertir en eficiencia energética si los beneficios van a ser para el inquilino? ¿Por qué debería un jefe de compras gastar más dinero en equipos eficientes si los ahorros van a ser para el departamento que paga la electricidad?
Por último, las soluciones de eficiencia energética son poco fotogénicas, y pueden tener nombres extraños. Los accionamientos de velocidad variable, que aumentan la eficiencia de los motores, están dentro de sencillas cajas metálicas, ocultando que su potencial de ahorro energético es muchas veces mayor que el de las famosas bombillas fluorescentes de bajo consumo.
La UE tomó una importante decisión en junio al establecer normas sobre la eficiencia de la mayoría de los motores eléctricos empleados en la industria. La noticia tuvo poca repercusión, pero se espera que ahorre 135.000 millones de kilovatios hora en 2020, el triple de lo que se espera que ahorre la sustitución de las bombillas incandescentes en toda la Unión.
Los Gobiernos pueden ayudar detectando y eliminando las barreras para la implantación de tecnologías de eficiencia energética. Conseguir que la comunidad internacional se ponga de acuerdo para comprometerse en objetivos de emisión global de emisiones de CO2 puede parecer difícil, pero todo ello se quedará en nada si no tomamos la decisión de utilizar la energía más eficientemente. Y dado que cada vez se consume más electricidad, es esencial que nos centremos en las posibilidades de mejorar la eficiencia energética, en cada una de las etapas de su producción y su uso final.
Joe Hogan. Consejero delegado de ABB
CINCO DÍAS, Miércoles 9 de diciembre de 2009

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