23 diciembre 2009

El pesimismo nunca cambió nada

ÁNGEL CANO GARCÍA HIDALGO

Vuelvo de Copenhague. ¿Decepción? Sin duda. ¿Fracaso? Matizable. Se ha firmado una declaración de intenciones que está muy lejos del acuerdo ambicioso, justo y jurídicamente vinculante que necesitamos, pero, ¿qué queríamos? ¿Cambiar el mundo en 15 días? La trascendencia del texto de partida era enorme, la crisis climática también es económica, alimentaria, energética y de valores. Nos estábamos jugando enormes intereses económicos y nuestro futuro como especie. No se podía firmar cualquier cosa.
Creo que es mejor lo que ha sucedido que haber firmado un mal acuerdo. Además, ha habido avances muy importantes. Se debería haber llegado a objetivos de reducción de gases y a acuerdos jurídicamente vinculantes, son fundamentales y urgentes. Pero no nos quedemos ahí, el pesimismo nunca cambió nada.
Lo primero ha sido llegar a un consenso mundial que no existía. A pesar de los obstáculos, el proceso ha demostrado la importancia de la ONU como foro democrático global de debate, con miles de delegados y observadores garantizando la transparencia de las negociaciones. Y es inevitable que, aunque todos participen, las grandes potencias tengan mayor peso. Al final, todos se han comprometido a impedir un incremento de temperatura superior a dos grados, a reducir las emisiones en el marco de un desarrollo sostenible, a dar recursos a los países pobres para que detengan la deforestación, un logro fundamental para proteger la biodiversidad. Además, asumen que habrá impactos futuros y sus costes. Por fin, la defensa del clima ha unido a todos los países en pro del beneficio común, acaparando el interés de medios de comunicación, clase política y económica, en todo el planeta. Si en 1997, en Kioto, sólo estuvo el anfitrión japonés, en Copenhague todos los grandes líderes han estado presentes y han dado su palabra al mundo. Ni es poco ni hay vuelta atrás.
Segundo, la afirmación de que "el cambio climático es uno de los más grandes desafíos de nuestro tiempo y que hay que reducir los gases de efecto invernadero para prevenir peligrosas interferencias de origen antropogénico en el clima" es la aceptación definitiva. Pocas recomendaciones científicas se han situado entre las prioridades de la agenda política. Representa el mayor éxito de la causa verde, de miles de ONG, de los autores de los informes del IPCC y de Al Gore y su "verdad incómoda". Sin sus eficaces llamadas de alerta no estaríamos ahora planteándonos cómo salvar el mundo. Esta constatación debe hacer reflexionar a los que aún se empeñan en negar las evidencias o atacar al mensajero. Este asunto lo debemos solucionar entre todos, sin demora, sin excusas.
Tercero, se ha hablado poco del ineficaz mercado de emisiones y de la necesidad de un cambio de modelo de consumo. Sin embargo, la presencia de grandes corporaciones demuestra que el mercado ve rentable sumarse al cambio, algo fundamental.
Por otra parte, en Klimaforum, la cumbre paralela, público y especialistas reclamaban un nuevo paradigma, querían cambiarlo todo ya. Pero debemos ser conscientes de que una gran parte de la sociedad aún desconoce o rechaza lo que representa el cambio climático y sin la complicidad de todos el cambio no será posible. Es vital que los Gobiernos informen adecuadamente a sus pueblos. Cuando la gente comprende que el actual sistema deteriora nuestro entorno, limita nuestros recursos y pone en peligro nuestra sociedad, inmediatamente se pregunta ¿qué puedo hacer para cambiar? Hay que transformarlo todo si queremos que nuestros descendientes tengan oportunidades y un clima amable. Debemos trabajar todos unidos y tomar las medidas adecuadas. Si quieres llegar antes, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado. Copenhague ha sido un éxito porque ha puesto las cartas sobre la mesa y todo el planeta ha aceptado jugar. Lo que ocurre es que el juego es estratosférico, y tendremos que echar muchas manos para jugarlo bien.
Prepárense, la próxima cumbre será la definitiva.

Ángel Cano García-Hidalgo es responsable de Comunicación de The Climate Project Spain.
EL PAÍS, Miércoles 23 de diciembre de 2009

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